Mujer y depresión: factor de riesgo
Mujer y depresión son un binomio muy estudiado. En este artículo, queremos abrir una nueva perspectiva social sobre la depresión. En líneas generales, la investigación nos dice que a nivel endógeno, tanto hombres como mujeres tienen la misma prevalencia para sufrir este trastorno. Sin embargo, el número se duplica a favor de las mujeres cuando hablamos de depresión exógena, en la cual el ambiente es más determinante.
Parece que la educación de cuidadora que se le ha atribuido a la mujer tiene que ver mucho en el desarrollo de esta enfermedad. Debido a que por ello, en la mayoría de las ocasiones, las mujeres se olvidan de sí mismas para darse al cuidado de los demás.
El contexto social puede ser un factor de riesgo para que las mujeres padezcan depresión. A la luz de los datos que nos muestran que ser mujer es el segundo factor de riesgo para padecer esta enfermedad, tras los antecedentes familiares.
Un adecuado conocimiento de la etiología de la depresión debe ser capaz de explicar las diferencias de género en este aspecto. Por otro lado, la comprensión de estas diferencias puede ser una clave esencial en los mecanismos explicativos de estos trastornos.
“La depresión es como ahogarse, excepto que nadie te puede ver”.
Mujer y depresión: un binomio prevalente
La depresión es un proceso multifactorial y complejo cuya probabilidad de desarrollo depende de un amplio grupo de factores de riesgo. Hasta el momento no ha sido posible establecer su totalidad ni las múltiples interacciones existentes entre ellos.
La prevalencia e incidencia de los trastornos depresivos es mayor en mujeres que en hombres, comenzando en la adolescencia y manteniéndose en la edad adulta. Además, aunque la depresión es una importante causa de discapacidad tanto en hombres como en mujeres, se ha estimado que la carga de la depresión es 50% más alta en las mujeres que en los hombres.
La pobreza, el desempleo y baja educación son un factor de riesgo de trastornos depresivos y se ha demostrado que las mujeres están más expuestas a ellos. Un factor relevante asociado a estas condiciones es el verse más expuesta a la crianza de niños como “jefas de hogar”, con bajo soporte social y económico, lo que es un demostrado factor de riesgo de depresión (Targosz et al.,2003).
También se ha observado que el ser «ama de casa» es un factor de riesgo cuando se realiza en condiciones adversas, con estresores múltiples, especialmente derivados del cuidado de los niños, y con bajo soporte social.
Las circunstancias vitales en sí mismas a que están expuestas con mayor frecuencia las mujeres serían más depresógenas que las de los hombres. Entre éstas destaca la mayor exposición a experiencias de abuso sexual y violencia sexual (Koss, 1993).
“La depresión es una prisión en la que eres tanto el prisionero como el cruel carcelero”.
-Dorthy Rowe-
La depresión desde un enfoque cultural
Existe una relación entre los procesos de socialización, roles y estereotipos genéricos. Incentivar a la mujer de un mayor desarrollo de emociones como la empatía y la culpa las acercan a experimentar más emociones de tristeza y desesperanza.
Desde la socialización, las mujeres tienen más dificultades para procesar la rabia, para comportarse asertivamente y para proteger sus necesidades de autoactualización. Así como un uso más habitual de afrontamiento pasivo, centrado en las emociones y rumiativo frente a las experiencias negativas, (Zahn-Waxler, 2000).
Otras características que también se han visto asociadas a la vulnerabilidad a la depresión en diferencias de género, es en el grado de significación dado a la calidad de las relaciones interpersonales y a sentirse responsable por el bienestar de otros, que serían más frecuentes en mujeres (Leadbeater, Blatt & Quinlan, 1995).
La respuesta depresiva sería menor en los hombres por las pautas de socialización y las formas de vida socialmente estimuladas. Estos aspectos psicosociales determinarían un modo distinto de experimentar, afrontar y expresar el malestar emocional en los hombres y las mujeres.
Al ser este conjunto de factores menos prevalentes en los hombres, las experiencias adversas de la vida y la disforia generada por estas no tendrían el mismo impacto depresógeno en ellos. En síntesis, es probable que los factores señalados contribuyan a que exista una cierta magnificación de las diferencias de género en la presencia de síntomas y trastornos depresivos.
Mujer y depresión: la misma persona que sonríe y no para de hablar, puede ser la misma que llora al dormirse.
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- Goodman, LA, Koss, MP, Fitzgerald, LF, Russo, NF, y Keita, GP (1993). Violencia masculina contra la mujer: investigación actual y orientaciones futuras. Psicólogo estadounidense , 48 (10), 1054.
- Leadbeater, B. J., Blatt, S. J., & Quinlan, D. M. (1995). Gender-linked vulnerabilities to depressive symptoms, stress, and problem behaviors in adolescents. Journal of Research on Adolescence, 5(1), 1-29.
- Targosz, S., Bebbington, P., Lewis, G., Brugha, T., Jenkins, R., Farrell, M., & Meltzer, H. (2003). Lone mothers, social exclusion and depression. Psychological medicine, 33(4), 715-722.
- Zahn – Waxler, C., Klimes – Dougan, B. y Slattery, MJ (2000). La internalización de los problemas de la niñez y la adolescencia: perspectivas, dificultades y progreso en la comprensión del desarrollo de la ansiedad y la depresión. Desarrollo y psicopatología , 12 (3), 443-466.