Necesitadores compulsivos: un perfil cada vez más frecuente

Necesitadores compulsivos: un perfil cada vez más frecuente
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 17 enero, 2018

Los necesitadores compulsivos revolotean a nuestro alrededor como insectos persistentes en busca de alimento. Hablan un solo idioma, el de “yo quiero, yo necesito, yo tengo que decirte…”. Hablamos de personas incapaces de gestionar su frustración, que carecen de autonomía personal y de ese impulso con el que responsabilizarse de sus vidas de un modo congruente y maduro.

Dicen muchos psicólogos que este exceso de “necesidad” es el auténtico trastorno del siglo XXI. Tal vez sea la propia sociedad quien nos haya empujado hacia este tipo de comportamiento. Una manera de actuar guiada en muchos casos por cierta ansia consumista y por una necesidad casi constante de llenar nuestros vacíos existenciales.

Todo lo que necesitas es dejar de necesitar.

Nos falta “algo” y no sabemos muy bien qué es, de ahí que a veces nos convirtamos en almas en pena rondando por nuestros escenarios sociales en busca de un refuerzo o un estímulo con el que saciar nuestra ansia inexplicable. A veces lo hacemos, buscamos un amor imposible, buscamos nuevas experiencias, buscamos un móvil nuevo, ropa nueva, una nueva serie de televisión que nos haga olvidar el estrés, comida que alivie nuestra ansiedad, etc.

Todos necesitamos cosas, todos necesitamos personas, todos en cierto modo somos necesitadores cotidianos. Sin embargo, el problema aparece cuando esa carencia nos convierte en necesitadores compulsivos. Nos referimos a ese tipo de perfil que busca con cierta desesperación un algo que no sabe definir, perturbando a los demás y poniéndoles en la obligación de llenar sus carencias y satisfacer sus demandas.

mujer avanzando con dos nubes representando a los necesitadores compulsivos

Los necesitadores compulsivos llenan las consultas de los psicólogos

Es un fenómeno creciente que merece ser atendido, y sobre todo comprendido. Los necesitadores compulsivos abundan más que nunca y son también uno de los perfiles más frecuentes en las consultas de los psicólogos. Llegan confundidos, con un alto nivel de frustración y a menudo hasta enfadados por cómo les trata el mundo, por cómo les tratan, en esencia, sus familiares y amigos.

Nadie parece estar a la altura de sus expectativas. Nadie ha logrado tampoco darles el afecto que ellos merecen. Las personas que siempre está ahí para ellos apenas pueden contarse con los dedos de una mano, y a veces, ni eso. Los necesitadores compulsivos ven y entienden el mundo desde su propia perspectiva, por tanto, son incapaces de percibir hasta qué punto llegan sus constantes requerimientos, sus demandas egoístas, sus exigencias totalitarias.

Su actitud es tan pueril y exigente que el psicólogo se ve en la obligación de romper en primer lugar esa barrera, esa empalizada donde hacerles entender que tras la constante necesidad, hay un insondable vacío. Lograrlo no es nada fácil, porque estamos ante un manipulador encubierto acostumbrado desde siempre al mínimo esfuerzo y a que sean los demás los que les nutran, los que les resuelvan, los que les liberen de todo peso, temor o problema.

Psicólogo con paciente tratando a los necesitadores compulsivos

Los necesitadores compulsivos necesitan “consumir” para vivir. Consumen nuestras energías y nuestros ánimos, consumen su dinero y su tiempo en experiencias con las que hallar un sucedáneo de felicidad. Sin embargo, lo que consiguen al final es consumirse también a ellos mismos al intensificar sus carencias y desesperación.

Cómo ayudar a los necesitadores compulsivos

La calidad de vida de una persona que tiene la clara sensación de que siempre le falta “algo”, puede ser terrible. Ya lo dijo Albert Ellis en su momento “los pensamientos de necesidad constante nos hacen perder el control y derivan en emociones negativas”. Si esto es así se debe a un hecho tan sencillo como evidente: el sentimiento de “necesitar algo” se relaciona con nuestro sentido de supervivencia.

Es decir, ese vacío que necesitamos llenar nos aboca a pensar que no vamos a poder seguir adelante. Si no me ayudan, si no me apoyan, si no tengo esto o lo otro o consigo lo de más allá, todo se vendrá abajo. Así, la sensación de carencia genera miedo, el miedo necesidad y la necesidad desesperación. Estamos ante un círculo vicioso que es necesario desactivar y trabajar de un modo más lógico, saludable y con sentido.

Claves para dejar de necesitar

El primer paso que daremos con el necesitador compulsivo es trabajar sus auténticas necesidades. Por ello, vale la pena hacer un ejercicio de clarificación donde sustituir el “yo necesito por el yo quiero”. Por ejemplo:

  • “Yo necesito que los demás me hagan caso” Yo necesito sentirme valorado porque no me quiero lo bastante a mí mismo”
  • Yo necesito que los demás me ayuden a resolver mis problemas  Yo necesito ayuda porque me siento incapaz de hacer frente a lo que me ocurre.

Una vez la persona haya clarificado sus auténticos vacíos o puntos débiles: baja autoestima, inseguridad, incapacidad para resolver problemas, falta de decisión, etc., es momento de trabajar en profundidad cada uno de esos aspectos.

Mujer con miedo representando a los necesitadores compulsivos

Otro punto determinante en este proceso, es conseguir que el necesitador compulsivo aplique en su día a día una sencilla regla: “buscar por mí mismo aquello que necesito de los demás”.

  • Es decir, si necesito que alguien me solucione algo, intentaré hacerlo por mí mismo. Si quiero que alguien me dé su apoyo en un aspecto determinado, intentaré motivarme primero a mí mismo, encontrar fuerzas y palabras positivas en mi interior para ponerle palabras a esa meta que voy a perseguir.
  • Asimismo, este perfil se caracteriza por poseer un crecimiento personal inacabado. Es aconsejable, por tanto, favorecer en él nuevas experiencias que le hagan reflexionar, relativizar esquemas y trabajar su apertura emocional.

Por último y no menos importante, nunca está de más trabajar con ellos la empatía, la conciencia social, que entiendan que también los demás tienen necesidades y que en la vida, no solo cuenta con saber conjugar los verbos “querer o necesitar”, también existe otro igual de importante, “ofrecer”.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.