Neuronas espejo y empatía
¿Has notado que los bebés a menudo comienzan a llorar solo porque ven a otro niño hacerlo? Lo mismo sucede con la risa o el grito por enojo. La imitación de emociones es un comportamiento muy habitual en niños menores de dos años. Y en este caso, las neuronas espejo y la empatía son dos de las responsables.
Estas neuronas se activan de la misma forma cuando hacemos algo que cuando observamos a alguien más hacerlo. Nuestro cerebro interpreta las acciones de otra persona como si fueran nuestras, lo que ayuda a comprender e incluso sentir las emociones de los demás.
Esta relación no es exclusiva de los bebés; también está presente en los adultos. Pero es más evidente en los pequeños porque gran parte de su aprendizaje se da mediante la observación y la imitación, además de que carecen de filtros culturales o normas sociales.
Definiciones
Las neuronas espejo son elementos esenciales del sistema nervioso, presentes en todas las personas. Asimismo, la capacidad de sentir empatía se considera intrínseca a la naturaleza humana, aunque su intensidad y expresión puede variar entre individuos. Antes de explorar la relación entre ambos conceptos, vale la pena definirlos.
Empatía
La empatía es una habilidad humana que nos permite entender y compartir los sentimientos de los demás, comprendiendo su punto de vista y las razones detrás de sus emociones. Tenemos la capacidad de identificar lo que sienten otras personas atendiendo sus gestos faciales y posturas, incluso cuando no las conocemos.
Así, cuando observamos a alguien en apuros podemos experimentar miedo o nerviosismo. De manera similar, al ver a un personaje de una película devastado por amor, podemos conectar con su dolor. Dicho esto, nos preguntamos, ¿qué mecanismo hace esto posible en nuestro cerebro? Todo apunta a las neuronas espejo.
Neuronas espejo
Las neuronas espejo fueron descubiertas en la década de 1990 por el neurofisiológico Rizzolatti y su equipo, cuando experimentaban con monos. Las encontraron en la corteza premotora, especializada en planificar, seleccionar y ejecutar movimientos. Luego, los estudios se extendieron a los seres humanos.
Son células del sistema piramidal relacionadas con el movimiento. Tienen la particularidad de que se activan no solo con nuestro movimiento, sino también cuando observamos el de los demás. Esto explica por qué el bostezo es contagioso: al ver a alguien hacerlo, las neuronas espejo se activan, provocando que también bostezemos.
Aunque en un primer momento estas neuronas se asociaron con procesos motores y la imitación de movimientos, hoy muchos expertos sostienen que tienen implicaciones mucho más amplias. Es decir, si vemos a alguien reír, estas neuronas no solo nos permiten imitar la risa, sino compartir la experiencia emocional de alegría que la otra persona puede estar sintiendo.
¿Qué relación existe entre las neuronas espejo y la empatía?
Neuronas espejo y empatía constituyen uno de los procesos más intrigantes de la neurociencia. Este vínculo hace que las acciones y emociones ajenas no nos pasen desapercibidas, sino que provoquen una respuesta empática.
Esta conexión tiene una doble función; a nivel individual, nos permite captar el mundo emocional ajeno en mayor profundidad, y a nivel social, nos permite conectar con los demás, establecer vínculos afectivos y ofrecer apoyo. Es gracias a las neuronas espejo y la empatía, entre otros factores, que podemos formar lazos sociales profundos.
Las neuronas espejo nos permiten empatizar con quienes nos envuelven. Son ese puente que nos conecta y que a su vez nos facilita poder experimentar tres procesos muy básicos:
- Sentir lo que esa persona siente (componente emocional).
- Conocer y comprender lo que la persona que tenemos frente siente o experimenta (componente cognitivo).
- Responder de manera compasiva, contribuyendo al comportamiento social que nos une como grupo (componente social).
Así, estas neuronas también están vinculadas a cómo interpretamos las acciones. Además de ayudarnos a interiorizar y reproducir lo que hemos observado, también nos permiten darle sentido, entendiendo por qué los demás actúan de cierta manera y detectando si necesitan nuestra ayuda.
Su importancia en la socialización
Neuronas espejo y empatía conforman ese «paquete» estándar en la programación de nuestro cerebro del que todos disponemos. Es como el Windows de un ordenador cuando lo adquirimos en tienda, pero que debemos saber usar con eficacia aprovechando todo su potencial.
Somos muy influenciables. Nuestro humor puede cambiar en función del estado anímico de quienes nos rodean. Por ejemplo, cuando alguien con quien trabajamos está triste y su rostro nos transmite esa tristeza, es posible que nos contagiemos de esa emoción.
Pero, como dijimos, hay un paso más; nos impulsa a extender una mano de ayuda. Nos motiva a ofrecer apoyo, consuelo o tan solo estar allí para esa persona. De esta manera, este proceso fortalece los lazos sociales al fomentar la solidaridad y el cuidado mutuo.
Sin embargo, debemos aclarar que lo que somos en la actualidad, es el resultado de infinidad de procesos combinados. La empatía facilitó nuestra evolución social y cultural, pero no fue ni mucho menos el único determinante.
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Presentes en nuestra vida cotidiana, desde que nacemos
Las neuronas espejo y la empatía cumplen un papel fundamental desde nuestra infancia. Imitamos desde edad muy temprana. Primero los gestos de nuestra madre, más tarde jugamos a simular roles de médicos, bomberos o docentes. Cuando somos adolescentes, tenemos ídolos y modelos a quienes admiramos e intentamos copiar su estilo y comportamiento.
Los actores y actrices conocen a la perfección este trabajo, ya que deben conectarse con los personajes que interpretan, comprender sus motivaciones y transmitir emociones como si les fueran propias para lograr una representación creíble.
Autismo y empatía, ¿cómo es su relación?
La empatía en las personas con autismo es un tema clave en la investigación neurocientífica, pero aún no hay un acuerdo claro. Algunos estudios sugieren que las personas con TEA pueden tener diferencias en la activación o funcionamiento de las neuronas espejo y, por ende, en la respuesta empática. Pero, reiteramos, la evidencia no es concluyente.
Otros expertos apuntan a un desafío más bien cognitivo, específicamente en la «teoría de la mente» donde la persona es capaz de inferir información, hacer un análisis simbólico y ejecutar a su vez una conducta acorde al estímulo observado.
Bajo esta idea, las personas con TEA procesan y responden a la información social y emocional de una forma distinta al resto de las personas. De hecho, un estudio publicado en Translational psychiatry sugiere que aunque sienten empatía, podrían expresarla de una manera diferente debido a una mayor reflexión sobre lo que sucede.
Somos espejos; nos reflejan y reflejamos
Esta tendencia a imitar y ponernos en el lugar del otro nos constituye como seres sociales. Es una excelente herramienta para saber cómo se encuentra la persona que tenemos al lado y cómo tratarle. Se trata de una habilidad muy adaptativa que nos ayuda a relacionarnos y a evitar problemas.
Porque al fin y al cabo, el sentimiento que no se acompaña de acción no sirve de nada. Así, si hemos llegado hasta donde nos encontramos es porque hemos sido proactivos, porque nos hemos preocupado de cada miembro de nuestro grupo social al entender que juntos avanzamos en mejores condiciones que en soledad.
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