¿Por qué es tan difícil controlar lo que pensamos?

La mente es una fábrica de pensamientos. Nunca se detiene y lo que produce puede ser contaminante para nuestro estado de ánimo e incluso para la salud. Ahora, ¿podemos controlarla de algún modo? Lo analizamos.
¿Por qué es tan difícil controlar lo que pensamos?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 07 abril, 2022

“Hagas lo que hagas, no pienses en un gato azul”. ¿Por qué es tan difícil controlar lo que pensamos? El 99 % de nosotros lo hacemos, visualizamos casi al instante ese gato azul, el elefante rosa, el oso polar y cada oveja que contamos para vencer el insomnio. Porque la mente es así, una fábrica incesante de pensamientos e imágenes, de recuerdos, ideas obsesivas y hasta irracionales.

Nunca cesa. Nunca cierra por vacaciones y rara vez se permite un descanso, aunque sea por salud. Así, quien quiera dejar de fumar, por ejemplo, lo tendrá difícil para quitarse la imagen del paquete de tabaco, del deseo incesante por encenderse un cigarrillo. También lo tiene complicado quien acabe de ser abandonado por su pareja y se esfuerce a toda costa en borrar del cerebro tantos recuerdos experimentados.

Nos encantaría poder detener ese flujo de pensamientos como quien cierra el interruptor de la luz. Sin embargo, si pudiéramos lograr tal ingeniería mental ya no seríamos humanos; seríamos máquinas. Porque todo en el universo mental tiene un fin y una finalidad. Entender sus mecanismos es lo que nos otorga sin duda auténtica sabiduría.

Lo analizamos.

Hombre agotado con una nube en la cabeza preguntándose ¿Por qué es tan difícil controlar lo que pensamos?

Por qué es tan difícil controlar lo que pensamos

Algo que sabemos desde el campo de la psicología es que controlar nuestros pensamientos es clave para reducir el malestar. Los estados de ansiedad y las depresiones, por ejemplo, se alimentan en buena parte de los casos de un estado mental erosivo. Sin embargo, hay que dejar claro un hecho: no es nada fácil dominar lo que pensamos.

No basta con decirle a alguien aquello de “empieza ya a pensar de manera positiva” para que la cosa funcione. Es más, algo que nos revela un estudio de la Universidad del Sur de Gales es que, en ocasiones, aun cuando creemos haber dominado nuestro enfoque mental, siguen quedando “resquicios”. Es como si intentáramos sumergir un barco en las profundidades y emergieran al poco los restos de la proa, de los mástiles o la quilla.

Ahora bien, ¿por qué ocurre? ¿por qué es tan difícil controlar lo que pensamos?

Nuestros pensamientos tienen raíces profundas

Los pensamientos no son solo energía o el resultado de una conexión eléctrica entre nuestras neuronas. Cada pensamiento parte en realidad de una estructura profunda, como resultado de nuestra personalidad, experiencias, educación, actitudes, etc. Asimismo, hay otro hecho, y es que cada persona arrastra casi desde la infancia un patrón de pensamiento concreto.

Hay quien está acostumbrado a usar una mentalidad más abierta, optimista y reflexiva. Otros en cambio, suelen definirse por mirar el mundo desde la indefensión o la desconfianza ya desde la infancia. Por tanto, no es fácil dominar lo que pensamos porque llevamos muchos años “pensando del mismo modo”.

Detrás de cada pensamiento hay una emoción

Si nos preguntamos por qué es tan difícil controlar lo que pensamos, hay un aspecto que quizá, estemos olvidando. Detrás de cada pensamiento hay un estado emocional. No podemos decirnos a nosotros mismos aquello de “voy a dejar de pensar que todo va a salir mal”, si en realidad tengo el ánimo por los suelos.

Toda emoción descuidada persiste y altera nuestro pensamiento. Si dejamos a un lado nuestros dolores emocionales, decepciones, miedos, rencores o desesperaciones, no servirá de nada cuidar o atender las ideas que pasen por la mente.

El efecto rebote del doctor Wegner

Daniel Wegner fue un psicólogo social de la Universidad de Harvard que quiso profundizar en la cuestión de por qué es tan difícil controlar lo que pensamos. Descubrió que en muchos casos lo que se produce es un efecto rebote. Es decir, basta con querer sumergir o bloquear una idea para que esta “haga una fuerza mayor” que se oponga a nuestros deseos.

Lo que uno ansía esconder en el mundo del inconsciente, este lo impulsa de nuevo a la mente consciente. Así, y más allá de lo curioso o anecdótico, hay un hecho de gran trascendencia que es clave para el éxito terapéutico. El primer paso para controlar lo que pensamos es aceptar todo lo que se sucede en nuestra mente.

Las ideas obsesivas, negativas o irracionales deben aceptarse y no silenciarlas. Lo adecuado es darle presencia y no esconderlas. Solo así las entenderemos, sabremos de qué están hechas y manejaremos las emociones de las que se acompañan.

¿Por qué es tan difícil controlar lo que pensamos? Porque somos nuestros peores jueces

“Sé que debo empezar a ver las cosas de otro modo. Sé que debería tener un enfoque más positivo, esperanzador y no tan rígido. Pero me es imposible y no conseguirlo me frustra y me enfada porque está claro que no puedo con nada, que todo me supera, que soy un desastre absoluto…”.

Las personas somos nuestros peores jueces y alimentamos a menudo un diálogo interno tan negativo como invalidante. Al juzgarnos reforzamos aún más la presencia de esos pensamientos y con ese mecanismo incrementamos la ansiedad.

Imagen simbolizando la entropía psicológica

¿Cómo empezar a controlar nuestros pensamientos?

¿Por qué es tan difícil controlar lo que pensamos? En primer lugar, porque nadie nos ha enseñado cómo funcionan la mente, el cerebro y las emociones. Es más, si hay algo que aprendemos desde bien temprano es a reprimir lo que duele, a criticarnos cuando no podemos dominar esas ideas, a enfadarnos con nosotros mismos cuando no escampan las penas o se reducen las preocupaciones.

Si queremos tener un mejor dominio de nuestro flujo mental, debemos visualizar una pantalla de cine. El primer paso para ejercer el control sobre lo que sucede en nuestro universo mental es ver desde la lejanía cada pensamiento, como si estuvieran en una pantalla.

Lo haremos sin juzgarnos, sin criticarnos. Debemos aceptar y dar presencia a cada pensamiento irracional a cada obsesión, miedo o preocupación.

  • No podemos detener los pensamientos, pero sí podemos observarlos.
  • Al observarlos, nos permitimos entender de dónde vienen, qué los motiva y qué los refuerza.
  • Al entenderlos, los podemos controlar.
  • Un pensamiento no se puede esconder ni reprimir, pero los podemos sustituir (por ejemplo, puedo cambiar el “no voy a poder con eso” por “voy a intentarlo a ver qué ocurre”).

Para concluir, como bien suele decirse, solo hay un medio para vencer a los monstruos y es aceptando su presencia. Es cierto que asustan, que incomodan y que parecen tener un poder inusitado. Sin embargo, los pensamientos, como a los peores enemigos, pueden dominarse desde la serenidad y la inteligencia. Aceptar que están ahí es el primer paso hacia el bienestar.


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  • Kwok, E. L., Leys, G., Koenig-Robert, R., & Pearson, J. (2019). Measuring thought-control failure: Sensory mechanisms and individual differences. Psychological Sciencehttps://doi.org/10.1177/0956797619837204

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