3 prácticas cotidianas para ordenar las emociones

Cada día hay muchos motivos para estresarte y sentir que tu cabeza está hecha un lío. Lo ideal es no dejar que esto ocurra y para ello nada mejor que ordenar tus emociones cada día, a través de unas rutinas sencillas.
3 prácticas cotidianas para ordenar las emociones
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 15 diciembre, 2021

Ordenar las emociones no quiere decir ponerlas en fila y mantenerlas a raya. Más bien tiene que ver con decantarlas y equilibrarlas. A veces, no es muy claro lo que realmente sentimos. Otras veces, hay excesos que inclinan la balanza hacia la ira, la tristeza, la ansiedad o algún otro sentimiento incómodo que resta bienestar.

De hecho, lo anterior sucede con mucha frecuencia. Un día ajetreado deja la sensación de desorden en la mente y en el corazón. Muchos compromisos o muchas presiones causan el mismo efecto. Por eso, viene muy bien diseñar una rutina  para ordenar las emociones.

No es raro que olvidemos introducir prácticas destinadas a mantener el equilibrio emocional. Sin embargo, estas son muy importantes para evitar que todas esas emociones dispersas y no asimiladas generen malestar. Enseguida te hablamos acerca de tres prácticas cotidianas que te pueden ayudar a ordenar las emociones cada día.

Nuestros cuerpos son nuestros jardines; nuestras decisiones, nuestros jardineros”.

-William Shakespeare-

1. Desayunar en silencio, una forma de ordenar las emociones

Si lo habitual es que desayunes solo, esta práctica es muy conveniente para ordenar las emociones. El comienzo del día es uno de los más importantes de la jornada. Por desgracia, también suele ser uno de los momentos de mayor estrés y apuro. Iniciar una jornada de esa manera no es conveniente, porque partes de una deficiencia.

Desayunar en silencio significa apagar el teléfono móvil, alejar los periódicos (si acostumbras a leerlos), apagar la radio, la televisión y todo aquello que te conecte con lo externo. Es un momento para disfrutar de lo que estás comiendo y del silencio. Este breve lapso es un camino para aquietar las aguas internas y el efecto es una sensación de mayor serenidad.

Si desayunas en pareja o en familia, también vale la desconexión. La idea es no hablar de algo que genere inquietud, sino, por el contrario, de temas estimulantes: planes de fin de semana, anécdotas o recuerdos de lo que hicimos bien ayer. Con el tiempo, la mente se acostumbrará a no recrearse en lo negativo a esa hora del día.

Mujer tomando café

2. 5 minutos de respiración consciente

Si quieres ordenar tus emociones, lo ideal es que todos los días dediques cinco minutos de tu tiempo a respirar. Un buen momento para ello es a media jornada o al finalizar el día. La idea es que puedas estar en un lugar donde nadie te interrumpa durante ese lapso. Mejor si no hay ruidos externos y si el sitio es agradable.

Solo tienes que sentarte en una posición cómoda, cerrar los ojos y comenzar a inspirar y a expirar muy lentamente. No tienes que pensar en nada. No es un momento para que desfilen por tu mente las preocupaciones, ni los asuntos sin resolver o los planes que tienes para más adelante.

El objetivo es que acompañes la respiración, en todo su trayecto, con el pensamiento. Enfócate en cómo entra el aire a tu cuerpo y luego va a tus pulmones. Después, en la forma como sale de tu organismo y va de nuevo al exterior. Recuerda que son solo cinco minutos al día y que estos pueden representar una gran diferencia en tu vida. No olvides que debes hacerlo todos los días.

Mujer con los ojos cerrados

3. Un acto de priorización personal

Vale la pena que en cada día introduzcas un acto de priorización personal. Piensa que todos los días son buenos para atender a tus necesidades, tus gustos, tus preferencias o tus sueños. Mereces un momento diario para ello y es fundamental que lo busques.

Quizás no podamos disfrutar cada semana de grandes gratificaciones, pero sí de pequeñas y acertadas. A veces, solo basta con disfrutar de un baño de agua tibia, sin preocupaciones. Otras veces, podemos conseguir el mismo efecto practicando una actividad que nos guste.

Puede parecerte que el día no alcanza para darte esas satisfacciones, pero si lo intentas, verás que es posible. Ese pequeño acto de priorización personal tiene un efecto maravilloso sobre tu estado de ánimo y tu agrado con la vida. Por eso, no lo pases por alto.

Ordenar las emociones es una tarea diaria. Así como el desorden emocional tiene un efecto acumulativo, el orden también lo tiene. Si introduces rutinas que te ayuden a construirlo a diario, verás como, en poco tiempo, tu estado de ánimo se vuelve más estable, reflejándose en todos los aspectos de tu vida.


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  • Camps, V. (2011). El gobierno de las emociones. El gobierno de las emociones, 1-333.

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