Definición y características del idealismo
A grandes rasgos, el idealismo filosófico parte de la tesis de que el mundo constituye una representación mental de las ideas de los sujetos. Sin embargo, esta concepción es muy amplia y, a lo largo de la historia, ha sido abordada de maneras diferentes por medio de diversos pensamientos.
Se considera a René Descartes como el padre de esta doctrina, pero podemos encontrar vestigios en tiempos más remotos. Con todo, es importante destacar que esta ideología se consolidó durante los siglos XVII y XVIII. Incluso, muchos rehusaron el término hasta la época de Immanuel Kant.
¿Qué es el idealismo?
Esta es una teoría que toma como punto de partida al sujeto que conoce y sus ideas en relación con el mundo exterior. El objetivo que persigue es responder a las preguntas: ¿Cómo pueden conocerse las cosas que nos rodean? ¿Cómo el ser humano conoce? En este sentido, estamos ante un idealismo gnoseológico que se encarga de reflexionar sobre el conocimiento y sus posibilidades.
Otra característica importante para resaltar de dicha doctrina, es la consecuencia que se desprende de su punto de partida. Si se considera al individuo como el primer elemento para construir conocimiento, entonces lo que se enuncia sobre el mundo exterior es una representación subjetiva.
Como resultado, se trata de un pensamiento que desconfía y es cauteloso, no solo en cuanto a la realidad exterior, también contra todo aquello que pretende ser real y verdadero. Así, esta actitud de desconfianza pone en duda, de igual modo, a las ideas y los contenidos mentales del sujeto.
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Origen e historia del idealismo
Se suele situar el inicio de esta corriente en la época moderna, con René Descartes como su precursor. Sin embargo, es posible rastrear los orígenes de esta concepción filosófica en Platón y su teoría de las ideas. Según este intelectual griego, existen dos mundos: uno sensible y otro inteligible.
El mundo sensible se caracteriza por el devenir y la corrupción constante de las cosas. En el mundo inteligible se encuentra la verdad y la realidad que causan las cosas sensibles. Esto puso en cuestión a la experiencia sensible como base del conocimiento. Por contra, las ideas pasaron a representar el insumo para construir el saber. De ahí que se considera a la filosofía de Platón como idealista.
Idealismo de la Edad Moderna
Esta forma de pensar se constituye en la teoría predominante de la filosofía moderna. Descartes lo inaugura, poniendo en el centro del pensamiento al sujeto portador de razón y conciencia. En consecuencia, considera que la única fuente segura de conocimiento es el «Yo». De esta manera, conocemos el mundo que nos rodea porque este se encuentra en relación con el sujeto.
Idealismo alemán
En Alemania, esta corriente filosófica representó un resurgimiento y una novedad respecto a lo que se pensaba en los años anteriores. Quien abrió las puertas para esta teoría fue Immanuel Kant, autor que inspiró a otros filósofos como Johann Fichte, Friedrich Schelling y Friedrich Hegel.
La novedad más radical de Kant fue efectuar una síntesis entre empirismo y racionalismo. Para ello, creó un sistema filosófico que reunía tres de los problemas más acuciantes de la filosofía: el conocimiento, la ética y la estética.
De este modo, él expone los principios fundamentales del conocimiento en su gran obra Crítica de la razón pura (1781). Asimismo, en su Crítica de la razón práctica (1788) lleva al centro de la discusión la importancia de la acción tendiente al deber.
Principales características
La filosofía idealista se caracteriza por el lugar predominante que da a la mente, la conciencia o las ideas para definir y dar cuenta de la realidad material. Con los años, esta teoría se ha formulado de diversas maneras; sin embargo, presenta los siguientes rasgos esenciales:
- Énfasis en el sujeto y su conciencia: esta corriente sostiene que la realidad no es independiente de la mente del sujeto que conoce. Así, la subjetividad es la constructora del mundo exterior.
- Primacía de las ideas: el centro de su atención es cómo son las cosas para el sujeto; esto significa que se atiende a las ideas de este. En este sentido, se puede afirmar que el «Yo» funda a las cosas como ideas suyas.
- Racionalidad humana: enfatiza en la razón humana. No se trata de una racionalidad abstracta, sino de una razón que es cualidad específica del ser humano. Por eso, los filósofos idealistas inician su reflexión desde el «Yo».
- Aspecto ontológico: el ser del sujeto y de las cosas se funda en el pensamiento y, por lo tanto, en las ideas. Así las cosas, se destaca el aspecto ontológico de la corriente idealista, ya que el ser se identifica con el pensamiento.
- Aspecto teológico: la mayoría de los idealistas no pueden despegarse de fundamentar su filosofía en Dios y, por lo tanto, en la religión. Esta vuelta teológica permite al filósofo no abandonar el aspecto divino, además de fundamentar el mundo exterior a partir de él.
- Escisión entre sujeto y objeto: es superado por el idealismo absoluto de Hegel, quien considera que su filosofía unifica ambos aspectos. No obstante, esta oposición entre subjetividad y objetividad surge gracias al análisis filosófico que estudia, por un lado, cómo el sujeto conoce; por el otro, reflexiona sobre cómo el mismo aprehende la realidad o exterioridad.
Filósofos idealistas
La mayoría de los filósofos que aportaron a este modo de pensamiento fueron los modernos, pues la reflexión de estos estuvo centrada sobre el sujeto que conoce y cómo hace tal operación mental. Es así como muchos de estos intelectuales tomaron como punto de partida las ideas.
Platón (427 a. C. – 347 a. C.)
Como dijimos, Platón puede considerarse un idealista porque sitúa en el plano inteligible al mundo de las ideas. Las mismas poseen un estatus ontológico de realidad, es decir, que son reales. Esto puede producir confusiones con el realismo; sin embargo, no se puede negar la importancia de las ideas como esencia de las cosas que nos rodean. De ahí su teoría idealista.
René Descartes (1596–1650)
El problema filosófico de Descartes es la incertidumbre del conocimiento y su objetivo es construir una filosofía cierta y segura. Para ello, parte de la duda como método y pone entre paréntesis todo saber sobre el mundo, incluso, a la realidad misma.
Esto lo lleva a encontrar su primera certeza indudable: el pensamiento subjetivo. En su frase «pienso, luego existo» se establece la primacía del sujeto y su pensar y, con ello, la importancia de las ideas para conocer.
Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716)
La filosofía de Leibniz resumió muchos años de reflexión, en especial aquella iniciada por Descartes y continuada por sus sucesores. En este aspecto, este intelectual planteó que el mundo está formado por unas sustancias simples e indivisibles llamadas mónadas. Las mismas son el componente fundamental de las cosas. Su teoría idealista se puede rastrear en la actividad de las mónadas, ya que de ellas proceden las ideas.
George Berkeley (1685–1753)
Aunque Berkeley no se reconozca a sí mismo como idealista, es indudable su adhesión a este sistema. Y se debe a que niega por completo la materia y considera que las cualidades de los objetos son por completo subjetivas. Es decir, son ideas y no sustancias materiales. Con base en esto, las cosas que nos rodean son, por entero, representaciones subjetivas.
Immanuel Kant (1724–1804)
El idealismo trascendental que sostiene Kant considera que el sujeto tiene límites a la hora de conocer. Entonces, solo se puede tener conocimiento de los fenómenos, como cosas que afectan a la sensibilidad.
Eso implica que haya cosas inaccesibles para la razón humana. Las mismas son los noúmenos o cosas en sí. Kant establece al espacio y el tiempo como las formas puras de la sensibilidad que, junto con las categorías, producen conocimiento.
Johann Gottlieb Fichte (1762–1814)
Parte del pensamiento idealista propuesto por Kant. De hecho, este filósofo alemán sostiene que nadie había comprendido al precursor de esta teoría hasta que llegó él. Así, Fichte alega que el «Yo» es originario y fundante del «no–yo», o también la objetividad. De este modo, la única forma de superar este dualismo entre sujeto y objeto o entre «Yo» y «no-yo» es mediante la síntesis que efectúa el saber.
Friedrich Hegel (1770–1831)
El idealismo absoluto de Hegel representó la culminación de la doctrina. En su obra Fenomenología del Espíritu (1807), este expone las etapas que la conciencia debe pasar para alcanzar el saber absoluto. El autor perseguía edificar un sistema filosófico científico y sistemático, que uniera al sujeto con el objeto.
La construcción del mundo a partir del idealismo
La corriente filosófica idealista nos invita a pensar la relación entre la mente y la realidad, pues esta doctrina sostiene que el mundo exterior es una construcción y representación subjetiva. Tal ideología tuvo muchos defensores y, por lo tanto, variaciones a lo largo de la historia.
Desde sus comienzos que se remontan a la antigua Grecia con la teoría de las ideas de Platón, hasta la Modernidad con grandes filósofos idealistas, estamos ante un pensamiento que resalta el carácter activo de los sujetos en el conocimiento.
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