¿Qué es la consciencia? El misterio de nuestro cerebro "casi" resuelto
¿Qué es la consciencia? Científicos y filósofos se han hecho esta misma pregunta durante eones. Conciencia es ante todo aquello que experimentamos: es la placidez de ese abrazo de la persona que amamos, es la dulzura de ese helado de fresa que tanto nos gusta, es el dolor de una ruptura afectiva, es la curiosidad insondable que sentimos al mirar las estrellas, es el miedo a morir y es la felicidad.
Consciencia lo es todo, porque tal y como dijo Descartes en su día, es la propiedad esencial de la mente. De ahí que todo lo que en ella acontezca, ya sean pensamientos, deseos, voluntades o reflexiones es lo que erige su forma y sus cimientos particulares en cada persona. Ahora bien, todos estos procesos definen lo que el filósofo australiano David J. Chalmers denomina como explicaciones sencillas.
“La consciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo”.
-William Shakespeare-
Cada cosa que vemos y sentimos es captada por nuestra mente consciente. Esta lo interpreta, procesa e incluso es capaz de verbalizarlo. Sin embargo, más tarde llega esa explicación compleja, esa en la que no toda la comunidad científica y filosófica parece ponerse de acuerdo aún. ¿Cómo logran nuestros sentidos, neuronas y procesos químicos dar forma a esa entidad tan distintiva de cada uno a la que llamamos consciencia?
William James, quien además de reconocido psicólogo también era filósofo, dijo en su momento que la consciencia estaría conformada en realidad por tres “yos” diferenciados. Esos que el propio cerebro se encargaría de delimitar en base a cada cosa que experimentamos de manera consciente. Así, según James, tendríamos un yo material, un yo social y un yo espiritual.
Como vemos, los desafíos, propuestas y teorías dirigidas a explicar qué es la consciencia nunca han dejado de aparecer. Sin embargo, cabe señalar que la neurociencia está dando grandes avances para delimitar qué es realmente con exactitud e incluso dónde se localiza. Veamos más datos a continuación.
La consciencia ¿qué es y qué dice la ciencia?
Para empezar, conviene señalar que consciencia no es lo mismo que conciencia. Hay quien cae en equívocos y es necesario delimitar cada aspecto: la consciencia es la capacidad de la mayoría de seres vivos de percibir la realidad y reconocerse en ella. La conciencia, se relaciona en exclusiva con el aspecto moral, con lo que está bien y está mal en base a un código social.
Aclarado esto también es interesante hablar de esa idea que tanto se lleva en la actualidad: la necesidad de ser conscientes, de abrir nuestra consciencia. Este mensaje tan recurrente en el campo del desarrollo personal y la espiritualidad también tiene matices. Nuestra consciencia en realidad, siempre es receptiva, es imposible no percibir por ejemplo ese dolor de muelas, la frescura del césped recién cortado o la cercanía de una tormenta.
Es más, en el 2012, un grupo de científicos de Cambridge realizó un avance en el estudio de la consciencia al afirmar que esta facultad no solo es exclusiva del ser humano. Los animales también tienen este atributo, y así lo dejaron especificado en lo que se conoce como La declaración de Cambridge sobre la conciencia.
Asimismo, reconocidos neurocientíficos como el doctor Philip Low, de la Universidad de Harvard, indicaron también que es hora de separar el aspecto espiritual del concepto de consciencia. La neurociencia nos ofrece ya respuestas reveladoras y fascinantes sobre este tema. Conozcámoslos.
La consciencia es el resultado de nuestra complejidad cerebral y nuestras interacciones
Fritjof Capra es un físico de la Universidad de Viena que ha escrito un libro titulado The web of life. En este trabajo explica que el grado de autoconsciencia de un organismo se basa en sus interacciones con el medio en relación a un cerebro. Es decir cada vez que percibimos algo, que sentimos, que vemos, que establecemos una relación, una conclusión, aprendemos o experimentamos algo nuestra consciencia se va edificando poco a poco.
Llega un instante en que todos esos millones sinapsis e impulsos nerviosos cruzan un umbral donde acontece la formación de esa entidad a la que llamamos consciencia y que define a seres humanos y animales. Ahora bien, hay quien sabiendo esto se hace la siguiente pregunta: ¿podría un ordenador o una inteligencia artificial llegar a tener consciencia si la pusiéramos a experimentar cosas día tras día? Bien, Antonio Damasio, conocido neurocientífico nos señala que no, que esto nunca será posible porque las máquinas, sencillamente, no tienen emociones.
Asimismo, tenemos otra interesante estudio llevado a cabo por el físico Roger Penrose y el médico anestesista Stuart Hameroff donde nos señalan ciertos aspectos no menos interesantes. Según ambos expertos, la consciencia sería una propiedad inherente a todo sistema biológico, a todo ser vivo. Es el resultado de ciertos cambios cuánticos acontecidos en nuestros circuitos neuronales y en los microtúbulos, los cuales generan poco a poco una estructura determinada formada por miles de millones de momentos de lo que se conoce como protoconsciencia.
¿Dónde está la consciencia?
René Descartes afirmaba que el asiento de la consciencia está en la glándula pineal. Tal vez, esa pequeña estructura localizada en el centro de nuestro cerebro le pareció un buen lugar para atribuir su presencia. Sin embargo los científicos nos dicen algo muy diferente. La Universidad de Harvard publicó ya las primeras pistas de un estudio en la revista Neurology.
Asimismo, el hijo de uno de los científicos que dio forma y promovió este trabajo escribió un artículo muy completo en el Psychology Today en el que detalla este interesante trabajo. De este modo, a día de hoy podemos decir que ese lugar donde se concentran todos los procesos que configuran nuestra consciencia son en realidad en tres regiones:
- El tegmento pontino dorsolateral rostral del tronco encefálico.
- La ínsula anterior ventral izquierda
- La corteza cingulada anterior pregenual.
A día de hoy esta investigación aún en está en marcha bajo lo que se conoce como Connectome Proyect. Una de sus finalidades, por ejemplo, será la de devolver a la consciencia a pacientes en estado vegetativo o en coma. Conseguir que vuelvan no solo a nuestra realidad, sino que lo hagan con todas sus facultades, es un desafío excepcional que la ciencia tiene por delante y del que sin duda, estaremos muy pendientes.