Qué es la escucha activa, su importancia y ejemplos para practicarla

Escuchar de forma activa a tu interlocutor te permitirá ser un gran oyente y un comunicador eficaz. Esta habilidad es la pieza angular de las relaciones satisfactorias y auténticas. Te explicamos cómo desarrollarla.
Qué es la escucha activa, su importancia y ejemplos para practicarla
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 25 noviembre, 2024

Seguro que en más de una ocasión habrás leído u oído aquello de: «La mayoría de las personas no escuchan para comprender, sino para responder». Lo cierto es que esta frase encierra una realidad que vemos con frecuencia en nuestras interacciones cotidianas. Una parte de la población carece de esa habilidad nuclear en todo escenario comunicativo: la escucha activa.

Tal artesanía psicológica requiere buenas dosis de empatía, paciencia cognitiva, voluntad para entender al otro y adecuadas estrategias de validación emocional. Puede que, a grandes rasgos, todas estas claves te parezcan algo complejas. Sin embargo, te aseguramos que son dimensiones muy fáciles de integrar y que te facilitarán no solo ser un buen conversador o conversadora; además, podrás consolidar vínculos más enriquecedores.

Escuchar de forma activa: definición e importancia

La escucha activa es una habilidad comunicativa que implica prestar atención plena al interlocutor, comprenderlo y demostrarle confianza. Es también darle presencia en el tejido conversacional para que perciba que aquello expresado se acoge sin juicios ni críticas. Así, toda persona que desee ser escuchada, debe aprender primero a ser un buen oyente. Te explicamos, a continuación, la relevancia de esta dimensión.



Es una forma de validación

Escuchar activamente es también un ejercicio de validación en el que se refuerza un anhelo básico en el ser humano: ser tenido en cuenta. Por ejemplo, una queja habitual que se observa en terapia es el reproche constante de que la pareja, los hijos, los padres o los amigos no los escuchan. Esa necesidad emocional es una constante. Todos queremos tener conversaciones donde nos escuchen, atiendan y comprendan.

Fortalece las relaciones

Al escuchar de esta forma, demuestras empatía y comprensión, lo cual fomenta el lazo de la confianza que fortalece los vínculos interpersonales. Recordemos siempre que la buena comunicación es el engranaje de toda relación satisfactoria, pero en esa fórmula no basta con saber expresarse. Es esencial demostrar un interés auténtico, así como empatía y voluntad de comprensión.

Más que oír, es el deseo de conectar

El término «escucha activa» lo introdujeron los psicoterapeutas Carl Rogers y Richard E. Farson, en el libro que lleva por título el mismo nombre, donde detallaron en qué consistía esta competencia. En el contexto terapéutico, se alzaba como un recurso muy efectivo para generar cambios en las personas.

Asimismo, para Rogers, este modo de escucha es la llave de la comprensión empática. Sin ella no se puede crear un espacio seguro en el proceso psicoterapéutico. Lo mismo sucede en cualquier interacción fuera del ámbito clínico. Esta habilidad demuestra, sobre todo, el deseo de conectar con el otro desde el respeto y la apertura emocional.

Resulta clave para resolver conflictos

Todo aquel que sabe escuchar a los demás de forma activa, evitará malentendidos y facilitará la resolución de conflictos. Lo consigue porque facilita que todas las partes puedan expresar sus puntos de vista sin ser interrumpidas. De esta manera, el diálogo se vuelve ágil y cómodo con el fin de sintonizar diferentes posturas para llegar a acuerdos.

Es un pilar de la comunicación

Si hay algo que todos deseamos cuando acudimos al médico, al psicólogo, a un asistente social o, simplemente, cuando le contamos a un amigo una mala experiencia, es que nos escuchen. Queremos comprensión, que sostengan nuestra realidad emocional y entiendan lo que expresamos. El motor que hace posible este proceso es la escucha activa.

Una investigación divulgada en International Journal of Listening nos recuerda que la escucha reflexiva o dialógica es una herramienta de comunicación esencial en una variedad de campos ocupacionales y terapéuticos. Por ello, cuando hablamos con alguien, esperamos que se active esta competencia comunicativa. Porque no siempre buscamos consejos, el primer paso es poder ser escuchados de forma plena.

Características y ejemplos de escucha activa

Hay personas con unas dotes naturales en materia de comunicación y escucha activa. Otras, por su parte, son oyentes mediocres, con quienes todo diálogo resulta infructuoso y hasta invalidante. Ahora bien, hay un hecho indudable: todos podemos desarrollar y mejorar mucho más esta competencia comunicativa relacional. Te explicamos cómo.

Escuchar sin emitir juicios

Lo señalábamos más arriba: la mayoría de las veces, cuando hablamos con alguien, no queremos que nos aconsejen y, aún menos, que nos juzguen. Solo queremos que nos «atiendan» y nos «entiendan». Escuchar sin emitir juicios significa prestar atención de manera abierta y empática, evitando evaluaciones o críticas internas mientras la otra persona habla. Esto facilita que el interlocutor se sienta aceptado y comprendido.

Ejemplo:
Un amigo dice: «Me siento frustrado porque nada en mi trabajo sale como quiero». En lugar de responder con «deberías ser más positivo», se puede decir: «Entiendo que es un momento difícil para ti».

Hacer silencios activos

Tal y como matizan en un trabajo publicado en Social Sciences, «el silencio no es una ausencia de comunicación». El silencio activo define la habilidad de estar presente en el proceso comunicativo escuchando sin interrumpir. Es aplicar esa paciencia emocional y cognitiva donde uno evita hablar o expresarse, para dejar espacio al otro en su turno durante el diálogo.

Ejemplo:
Si alguien comparte contigo una experiencia, opinión o sentimiento, puedes mantener el contacto visual y asentir de forma suave con la cabeza sin intervenir.

Demostrar atención concentrada

La escucha asertiva o reflexiva requiere que seas capaz de demostrar una atención auténtica y concentrada. ¿Qué significa esto? Implica utilizar ese lenguaje no verbal donde tu expresión facial y tu cuerpo reflejen interés hacia tu interlocutor. Ese mecanismo demuestra al otro que estás presente y que te interesas por lo que dice, siente y expresa.

Ejemplo:
Durante una reunión con otros compañeros de trabajo, es imprescindible guardar el móvil, inclinarte un poco hacia donde se encuentra la persona que habla y mantener el contacto visual en todo momento.

Parafrasear

Esto es repetir lo que la otra persona ha dicho, pero con tus propias palabras. Esto sirve para confirmar y demostrarle a tu interlocutor que has entendido de forma correcta aquello que ha dicho y que, además, has prestado atención.

Ejemplo:
Ante el comentario: «He estado muy estresado estos días por toda la presión que está ejerciendo mi jefe sobre mí en el trabajo», podrías responder, «entonces, sientes que toda la carga de responsabilidades que te está asignando tu superior es muy abrumadora, ¿verdad?».

Formular preguntas aclaratorias

El arte de la escucha activa requiere hacer preguntas aclaratorias para obtener más información sobre la persona que tienes en frente. Esto es demostrar un interés genuino por entender mejor al interlocutor. Pero cuidado, deben ser cuestiones respetuosas, interrogantes que no emitan juicios de valor en ningún momento.

Ejemplo:Ejemplo:

Cuando un amigo te dice «las cosas con mi pareja no van bien», puedes preguntar: «Entonces, ¿qué es lo que más te preocupa de tu relación de pareja?».

Aplicar la validación emocional

A lo largo del artículo destacamos la relevancia que tiene esta esfera en la escucha activa. Validar emocionalmente implica reconocer y aceptar los sentimientos de la otra persona, haciendo que esta se sienta comprendida y aceptada. En realidad, es un área que todos deberíamos ejercer en cualquier conversación con los demás.

Ejemplo:
Si un colega de trabajo te dice «me siento muy triste porque no he podido lograr el ascenso», podrías responder: «Entiendo que te sientas decepcionado, sé que has trabajado muchísimo para intentar lograr ese cargo. Lo siento de verdad».


Si hay algo que todos necesitamos es que nos escuchen, más allá de si tenemos razón o no. De hecho, no importa si aquello que expresemos tenga poco de lógica y esté filtrado por el miedo y la desesperación. En el momento en que se nos abre un espacio de escucha, comprensión y validación, la angustia se mitiga.

No dudemos en practicar esta herramienta en cada momento, contexto y situación. Tanto en escenarios personales, como profesionales, la escucha activa será ese instrumento que facilite la convivencia, los acuerdos y el bienestar. En una sociedad dominada por las prisas y el individualismo, necesitamos más oyentes empáticos y pacientes. Sé uno de ellos.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.



Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.