Hay quien discute por todo y quien te hace reír con todo
Hay quien tiene el arte de desenredar el nudo de toda dificultad y de hacerte reír hasta que te duela el estómago. Lo hacen porque sí, porque la vida para esa persona tiene música, tiene rima y es sencilla. En cambio, otros discuten por nada y se ofuscan por todo, solo ven muros donde otros vemos puentes, traen tormentas en días de calma y enfados sin sentido que gestan distancias.
¿Por qué son tan complejas las relaciones humanas? Podríamos decir aquello tan manido de que en nuestro día a día, siempre será mejor evitar a quienes gustan de alterar nuestro equilibrio psicológico para quedarnos solo con quienes nos regalan alegrías. Sin embargo, este principio de salud elemental no siempre puede cumplirse, porque para convivir hay que saber entender perspectivas ajenas y ante todo, hay que aprender a sobrevivir en todo escenario, esté habitado por seres nobles o dragones iracundos.
“La vida hay que tomarla con amor y con humor. Con amor para comprenderla y con humor para soportarla”
En ocasiones, quienes discuten por todo pueden estar atravesando un proceso depresivo. Otras veces, quienes se ríen de todo aplican en realidad un humor agresivo o incluso auto-destructivo. Todo estilo comportamental tiene sus extremos y tiene por encima de todo sus significados. Debemos entenderlos, debemos ser sabios lectores y traductores de esos mundos ajenos que orbitan a nuestro alrededor influyéndonos con sus eclipses y sus mareas…
Los que nos hacen reír por todo…. ¿son siempre personas felices?
Peter McGraw es un psicólogo de la Universidad de Colorado, famoso por haber creado el “laboratorio del humor”. En este departamento se estudia, por ejemplo, el impacto del humor como terapia y el uso de la risa como “fármaco” para mejorar la calidad de vida de enfermos crónicos o enfermos de cáncer. La ciencia apoya estas iniciativas, aunque se ha demostrado eso sí, que más que la risa, lo que mejora el día a día de estos pacientes es su actitud, su optimismo y su fuerza interna.
Asimismo, el doctor McGraw ha establecido en su teoría la diferenciación de 4 tipos de humor. Porque en ocasiones, muchas de esas personas que nos hacen reír por todo, no siempre son felices, no siempre son el reflejo de un adecuado bienestar interior. Vale la pena ahondar en estas categorías para comprender mejor este tipo de dinámicas que vemos en nuestro día a día.
- Humor agresivo. Esta práctica es muy común en quienes nos hacen reír a través de la ironía y del sarcasmo más cínico, ahí donde se cosifica o ridiculiza a terceras personas.
- Humor como auto-mejora. Este tipo de humor es de los más saludables puesto que resulta muy útil a la hora de gestionar el estrés. Es cuando alguien es capaz de reírse de sí mismo para relativizar un mal día, un error cometido, para ironizar con un defecto que no logra mejorar o incluso para quitar tensión a un momento dado.
- Humor auto-agresivo. Sería sin duda la otra cara de la moneda del humor que busca mejorarse. En este caso, se utiliza la agresividad contra uno mismo, bien por una notable baja autoestima, por la impronta de una depresión o porque uno busca victimizarse y llamar la atención de quienes le envuelven.
- Humor afiliativo. Por último, tenemos la expresividad del humor más vivificante, útil y maravilloso, es ese que procede de alguien que nos hace reír con el fin de unir más el vínculo entre nosotros, para construir una complicidad, para aportar felicidad, conexión y un bienestar real.
Así, y vista la clasificación anterior, nos queda claro que cuando decimos que alguien tiene un “gran sentido del humor” necesitamos saber realmente qué tipo de humor practica y de qué manera impacta en los demás. Todos hemos experimentado ese instante en que alguien nos hace reír, pero la sensación que nos impregna es extraña e incómoda, como si advirtiésemos al instante una sombra malintencionada.
Los que discuten por todo… ¿disfrutan tanto complicando la vida a los demás?
Tal Ben-Shahar, profesor de Psicología positiva en Harvard es conocido por ser el “gurú de la felicidad”. Sus numerosas publicaciones sobre las emociones y los estados de ánimo son siempre una interesante referencia a la hora de comprender mejor determinados comportamientos, como por ejemplo, ¿qué hay detrás de esas personas que discuten por todo y que parecen disfrutar tanto complicándose y complicando la vida a los demás?
“El mal humor nos hace muy pequeños”.
-Doménico Cieri Estrada-
La respuesta es sencilla: infelicidad. Ahora bien, tras esta desoladora palabra -nadie merece experimentar tal abismo- se halla todo un caleidoscopio de dinámicas mal gestionadas, mal afrontadas, mal resueltas. Por ejemplo: escasa capacidad para tolerar la frustración, pobres estrategias para resolver los problemas, expectativas poco realistas, visión de túnel, falta de pensamiento reflexivo, baja autoestima, una inteligencia emocional bajo mínimos…
Todos podemos pasar por un momento así, complejos instantes vitales donde uno o varios detonantes acaban debilitándonos para empezar a ver problemas a cada instante, para bajar las persianas de nuestra positividad y trasformar cualquier conversación en una discusión. Todos podemos caer en las lagunas del desánimo y en las tuberías del malestar, es respetable y comprensible. Sin embargo, lo que es obligatorio es emerger de estas aguas tóxicas para ser nosotros mismos de nuevo.
Para lograrlo necesitamos voluntad y autocontrol. No hay que caer en el victimismo, se trata solo de recoger los pedazos rotos y como si fuera una precisa artesanía, reparar cada rincón con el pegamento de la autoestima y el barniz de la motivación. De este modo, comprenderemos también que no todos los que se ríen son felices ni los que discuten por todo son causas perdidas. Todos podemos sanarnos, todos podemos hallar el equilibrio y la felicidad.