¿Cómo rehabilitar a los agresores sexuales?

¿Cómo rehabilitar a los agresores sexuales?
Alicia Yagüe Fernández

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Yagüe Fernández.

Última actualización: 29 septiembre, 2019

Las agresiones sexuales todavía son un tema tabú en nuestra sociedad. En la mayoría de los casos existe un fuerte secretismo y las denuncias no reflejan la realidad. El miedo, la vergüenza, la edad de la víctima o la relación entre ella y el agresor son algunos de elementos que actúan como silenciadores.

Se calcula que solamente una agresión de cada seis es denunciada. En España una mujer es violada cada 8 horas y se produce una agresión sexual cada hora y media. Respecto a las violaciones un 3% han sido consumadas por un extraño y en torno al 10% han sido agredidas por su marido o ex marido. Por otra parte, se estima que los abusos sexuales a menores se denuncian bastante menos que las agresiones a mujeres adultas y suelen producirse a manos de un familiar o una persona cercana.

“Los abusos te convierten en un superviviente de por vida […] es como una mancha que nunca desaparece.”

-James Rhodes-

 

¿Qué se entiende por agresión sexual? No supone exclusivamente el contacto físico y sexual explícito, como la penetración o los tocamientos intencionados. Incluye muchas otras conductas tales como: la solicitud indecente o seducción verbal explícita, inducir u obligar a estimular zonas genitales, usar fotografías o pornografía con el fin de satisfacer al agresor, incitar a un menor a la participación u observación de actividades sexuales, masturbarse en presencia del menor, etc.

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¿Existe un perfil de agresor sexual?

Las investigaciones muestran que aproximadamente el 87% de los agresores pertenecen al sexo masculino, en cuanto a las mujeres parece que son responsables de en torno al 13% de los abusos sexuales a menores, y un tercio de las agresiones sexuales son realizadas por adolescentes.

No podemos hablar de un perfil único de agresor, pero sí establecer algunos rasgos comunes: minimizan sus delitos, culpan a otros (incluso a la víctima), se perciben como personas normales, poseen una socialización disfuncional, presentan patrones educativos erróneos debido a ambientes familiares con disfunción emocional y la recaída generalmente ocurre con facilidad debido a que la conducta abusiva tiende a ser adictiva.

Las agresoras sexuales no suelen utilizar a los niños para conseguir una gratificación sexual directa y destaca la extrema dependencia hacia sus parejas. En el caso de los niños y adolescentes que son agresores sexuales puede deberse a una sexualización traumática en la que hayan experimentado impotencia y estigmatización, pueden ser víctimas o testigos de violencia en su familia, tal vez han sufrido rechazo o tienen vínculos emocionales disfuncionales.

“Las violaciones infantiles son el Everest de los traumas”

-James Rhodes-

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Factores que influyen en el abuso sexual

Encontramos diferentes variables implicadas en el abuso sexual, pero estas variables no son imprescindibles para que se produzca la violencia, ni ninguna de ellas implica necesariamente la presencia de esta conducta. El contexto, ciertas creencias y prejuicios, aprendizajes previos y estilos de apego pueden facilitar que se produzcan situaciones de abuso, pero nunca justificar por sí mismas dicha acción.

Se calcula que entre el 40% y el 6o% de los agresores han vivido experiencias de maltrato en su infancia. Sufrir abusos tiene importantes secuelas psicológicas, por ejemplo la fuerte necesidad de salir de la posición de víctima. Debido a ello en muchas ocasiones la persona se identifica con el agresor o se engancha emocionalmente con él, lo que le lleva a desarrollar un patrón de aprendizaje de conductas abusivas que termina convirtiéndole en agresor.

La evaluación psicológica de los agresores sexuales se realiza con instrumentos específicos que permitan delimitar tanto las circunstancias que rodean la conducta abusiva como las motivaciones para llevarla a cabo. Así mismo se evalúa la posible existencia de trastornos psicológicos, siendo habituales el trastorno de identidad disociativo, trastorno por estrés postraumático, trastorno antisocial de la personalidad, trastorno obsesivo compulsivo o consumo de drogas.

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Cómo trabajar con agresores sexuales

Por lo general, los agresores sexuales presentan tendencia a minimizar o negar su conducta, reaccionan emocionalmente con rabia y violencia como forma de presionar o controlar a quien creen que les rechaza, tienen baja tolerancia a la frustración y escaso control de impulsos. Además poseen baja autoestima, falta de habilidades sociales, sentimientos de inseguridad e incapacidad de comunicarse de manera asertiva.

El tratamiento psicológico se apoya en dos pilares: la terapia individual y la terapia grupal. Se busca que el paciente encuentre una motivación personal para el cambio, reconozca su conducta, asuma la responsabilidad y detenga dicha conducta de abuso. Todo ello bajo el principio básico de asegurar la protección de sus víctimas.

“La violencia es el último refugio del incompetente”

-Isaac Asimov-

Las técnicas psicológicas empleadas son: el control estimular (evitar ciertos contextos que faciliten la repetición de la conducta), toma de decisiones (enseñar a analizar consecuencias y alternativas para asumir responsabilidades), reestructuración cognitiva (analizar las distorsiones cognitivas y sustituir ideas irracionales y creencias que justifican la conducta abusiva), sensibilización encubierta (para inhibir la conducta abusiva), saciación (para reconducir la conducta sexual), entrenamiento en habilidades sociales y asertividad (para establecer y mantener relaciones sociales adecuadas), prevención de recaídas y empatía con la víctima (para extinguir la conducta a través del trabajo emocional).

Es importante señalar que todas las intervenciones se ajustaran según el tipo de agresor y en base a las diferencias individuales. Además han de tenerse en cuenta los problemas más habituales que se presentan en el tratamiento de agresores sexuales como la baja motivación, la resistencia a reconocer su conducta y el riesgo de reincidencia.

“La violencia sexual, racial, de género y otras formas de discriminación en la cultura no pueden ser eliminadas sin cambiar la cultura”

-Charlotte Bunch-


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