6 señales que indican que debes iniciar terapia familiar

La terapia familiar ayuda a solventar problemas individuales, a mejorar la cohesión del núcleo y a desarrollar modelos más sanos de relación. Descubre si llegó el momento de comenzar el proceso.
6 señales que indican que debes iniciar terapia familiar
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 27 julio, 2023

La concienciación sobre la importancia de la salud mental aumenta con notoriedad. Cada vez más personas se animan a tomar terapia y a buscar apoyo profesional. Sin embargo, pese a que conocemos los procesos individuales y de pareja, pocas veces tenemos presente que estos también se llevan a cabo en familia. Pero, ¿cómo saber que debemos iniciar terapia familiar?

Muchas veces es el estigma el que nos aparta de buenas oportunidades. Todavía hay quienes creen que la terapia familiar es solo para núcleos disfuncionales o agresivos. Consideran que acudir a este tipo de tratamiento es reconocer que su proyecto fracasó, que no está a la altura o que no hay cariño entre los familiares.

Nada más lejos de la realidad: tomar esta decisión es apostar por tu bienestar y el de los tuyos, es comprometerte a crear un clima saludable y unas relaciones positivas que ayuden a crecer desde el amor y el respeto. ¿Crees que puedes beneficiarte de esta clase de intervención? Te ayudamos a descubrirlo.

Señales de que debes iniciar terapia familiar

Hay múltiples motivos por los que una familia decide iniciar un proceso de terapia; desde la necesidad de apoyar a uno de sus integrantes, hasta solventar problemas de comunicación, sobresalen entre ellos. A continuación, te presentamos algunos de los más comunes.



1. Algún miembro de la familia tiene un problema

Esta es la señal más común por la que una familia se decide por la terapia: alguno de sus miembros tiene una problemática especial que requiere de ayuda; esto puede incluir lo siguiente:

  • Trastornos psicológicos: como un diagnóstico de esquizofrenia, depresión o cualquier otro.
  • Dificultades físicas: una enfermedad grave o una discapacidad que requiere cuidados.
  • Problemas de conducta: por ejemplo, si un niño se muestra desobediente, rebelde o agresivo.

Cuando se presentan estas situaciones, los miembros de la familia pueden sentirse desbordados por las exigencias e incapaces de hacerles frente. La terapia familiar ayuda, entonces, a adquirir nuevas herramientas y habilidades para superar el desafío.

Además, desde el enfoque de la terapia familiar sistémica, explicada en una publicación de la revista Interacciones, se entiende que, cuando un miembro de la familia manifiesta un síntoma, este es el reflejo de un núcleo familiar disfuncional.

Es decir, la técnica no pone el foco en la persona afectada sino en las dinámicas e interacciones de la familia, como un modo de ayudar a resolver la situación que parece personal pero que incumbe a todos.

2. Tu familia está cambiando

Una familia es un ente dinámico y cambiante que atraviesa diversas fases y experiencias a lo largo de los años; entre otros destacan los siguientes:

  • duelos,
  • mudanzas,
  • nacimientos,
  • jubilaciones,
  • separaciones,
  • incorporación de nuevos miembros.

Todos estos eventos son naturales y esperables en el ciclo de vida de una familia, pero pueden resultar estresantes. Si bien el grupo no suele desintegrase ante estos hechos, sí pueden surgir tensiones, confusión, conflictos y malestar en alguno o varios de sus miembros.

Por ello, en estos casos, es recomendable buscar apoyo profesional para transitar los cambios de fase de la mejor manera posible y salir fortalecidos.

3. Hay emociones ambivalentes

Es normal pensar en una familia como una entidad en la que sus miembros se quieren y apoyan de manera incondicional y sienten aprecio y respeto mutuo todo el tiempo. No obstante, esto no siempre es así, muchas veces surgen emociones ambivalentes entre algunas personas.

Por ejemplo, una pareja de esposos que se ama en momentos y se detesta en otros. O una madre y una hija que, pese a adorarse, chocan con frecuencia y no logran entenderse. Aunque estas emociones encontradas sean comunes, pueden erosionar el vínculo y causar gran infelicidad.

Este escenario representa una señal de que debes iniciar terapia familiar, para encontrar el origen de la ambivalencia y solucionarla.

4. Existen faltas de respeto y hostilidad

En ocasiones, las dinámicas familiares son negativas. Hay peleas constantes, todos alzan la voz y las palabras hirientes son el pan de cada día. Esto no implica que se trate de una familia disfuncional o que no se quieren, solo que no se tratan con el debido respeto y la merecida asertividad.

Tal situación ocurre con frecuencia porque no se conoce otra forma de diálogo o interacción, no se practica o no resulta natural. Si durante generaciones se transmitió un tipo de trato, es difícil cambiarlo. De hecho, un estudio en In Crescendo detalla que la violencia en las parejas provoca familias disfuncionales, las cuales transmiten esos comportamientos hasta por tres generaciones.

Pero merece la pena tomar la iniciativa de cambiar y, a este respecto, la ayuda profesional es de incalculable valor.

5. La comunicación no es buena

Otra de las señales de que debes iniciar terapia familiar es si percibes que no hay una comunicación fluida y cercana. Aunque no haya gritos ni reproches, la indiferencia, el poco contacto y la escasa intimidad emocional mellan en todos.

Aprender a comunicarse es crucial para sentirse conectado, desarrollar un sentido de pertenencia y resolver los conflictos o dificultades que surjan. En especial, si se tienen hijos adolescentes, es importante trabajar este plano, a fin de que encuentren en sus padres una figura de referencia a la que puedan acudir con sus preocupaciones.

6. Infelicidad o insatisfacción

En definitiva, es necesario buscar ayuda cuando alguno de los miembros de la familia se encuentra infeliz o insatisfecho con relación a la situación actual. Con frecuencia, tendemos a pensar que es esa persona que se siente mal la que ha de resolver sus problemas, pero muchas veces esta resolución pasa por cambiar el cómo se hacen las cosas en el día a día familiar.



¿Qué esperar al iniciar terapia familiar?

Tal como recoge un artículo publicado en Indian Journal of Psychiatry, la terapia familiar tiene como objetivo mejorar los sistemas de interacción entre los miembros de la familia, para reducir la angustia y el conflicto. El método se centra en ayudar a encontrar patrones de comportamiento que sean la causa de que la disfuncionalidad se mantenga y modificarlos para desarrollar una familia saludable.

Para ello, el terapeuta explora la dinámica de interacción en el núcleo, identifica y moviliza los recursos con los que cuentan, reestructura los estilos que no funcionan y fortalece habilidades, como la resolución de problemas.

En definitiva, gracias a la construcción de una buena alianza, a la psicoeducación y a la implementación de diferentes técnicas, el especialista colabora con la familia en precisar las dificultades y a fomentar formas más positivas de comunicarse y relacionarse entre sí (Reiter, 2017).

La efectividad de este tipo de intervenciones ha sido demostrada en múltiples ocasiones (Carr, 2016). También, como destaca una revisión divulgada en Journal of Family Therapy, la terapia familiar es de gran ayuda para tratar todo tipo de problemas individuales en el niño: desde el sueño o la alimentación, hasta los problemas emocionales o de conducta.

Adicional, este tipo de terapia estructurada para familias evidencia eficacia a la hora de mejorar los problemas internalizantes y externalizantes en adolescentes, fomentar la cohesión familiar y ayudar a los padres a sentirse más satisfechos y confiados en su rol.

Para ir a terapia, no hay que aguardar la rotura del vínculo familiar

Por todo lo anterior, es recomendable plantearse iniciar terapia familiar siempre que existan conflictos e insatisfacciones en el seno de la familia o cuando se presente una situación que sobrepase las capacidades de afrontamiento del grupo. Pero no es necesario que alguno de los miembros presente una patología grave, ni ha de esperarse a que los vínculos estén deteriorados en profundidad.

De hecho, buscar apoyo profesional resulta una excelente medida preventiva para evitar complicaciones posteriores y aprender a trabajar en conjunto en miras a conformar un equipo sólido y de apoyo mutuo.


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Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.