Si estás mal, aquí estoy yo
Si estás mal, aquí estoy yo de forma totalmente interesada: interesada en ti. No desapareceré cuando ya no me necesites, no te escucharé por obligación ni te tenderé mi mano esperando recibir algo similar a cambio. Si estás mal, no te diré lo que quieres, sino la verdad.
Todos hemos tenido a ese familiar o amigo que ha necesitado un hombro en el cual llorar. Parece fácil hacer esto, ¿verdad? Incluso, muchas veces pensamos que es mucho más sencillo consolar que ser consolados. Pero, quizás, no actuamos de la forma correcta aunque pensemos que sí. Hay muchos errores de los que no somos plenamente conscientes, ni siquiera cuando comenzamos a sentir sus consecuencias.
Nunca tengas prisa en ayudar a una persona a que deje de pasarlo mal. Tal vez, lo único que desees es que pare ya de quejarse.
Escuchar solo lo que queremos, ofrecer un apoyo a medias, dar consejos que nosotros mismos no llevamos a cabo… ¿Te resulta familiar? Sí, en más de una ocasión creemos que ayudamos, cuando en realidad estamos haciendo todo lo contrario. Es el momento de abrir los ojos.
Si estás mal, escucharé todo lo que tengas que decir
Aunque queramos echarle una mano a otra persona, nosotros mismos tenemos problemas. Esto provoca que, a veces, no escuchemos de verdad. Quizás pienses que muchas de las cosas que dice son tonterías y, por eso, no te estás dando cuenta de cómo vive y siente lo que le está sucediendo. Has cometido un error. Haciendo esto, no podrás apoyarla.
Para una situación así, es recomendable que utilices toda tu empatía. Ponte en el lugar del otro. ¿Te gustaría que te escuchasen de verdad? ¿Qué desearías que te dijesen en sus circustancias desde sus circustancias? ¿Qué es lo que podría servirte en sus circustancias desde sus circustancias? La respuesta a estas preguntas te proporcionarán la información adecuada sobre cómo ayudar en esos momentos.
Cuando escuches, evita responder con las palabras o frases “comodín”: esas que salen cuando no sabemos muy bien que decir y el silencio nos estrangula. “No te preocupes”, “todo esto pasará”, “volverás a estar bien”. Son fórmulas que se expresan cuando no hay nada mejor que decir y ¿sabes qué? Si no sabes qué decir, no pasa nada. Puedes solo escuchar, puedes preguntar.
Lanzar consejos y palabras de ánimo sin sentido, aunque sea con la mejor de las intenciones, será poco efectivo
No siempre hay que brindar palabras de apoyo. Este se manifiesta estando al lado de esa persona, no dejándola desamparada, escuchándola y haciendo esfuerzos por comprender el problema, no por solucionarlo.
Por otro lado, en ocasiones no hacer nada significa hacer mucho. Un sencillo abrazo puede ser mucho más reconfortante que palabras guionizadas dichas sin sentido. Las acciones y saber escuchar valen mil veces más.
Estás mal, pero seré sincero
Cuando ayudas a alguien no le dices cómo tiene que actuar ni hacer las cosas. Si lo haces, has caído en un gran error. En la mayoría de las ocasiones, sirve de mucho contar tus propias experiencias para que la otra persona se sienta acompañada en las circunstancias que le han tocado vivir. No obstante, cuando lo hagas, sincérate.
Pongamos, por ejemplo, que te encuentras con esa amiga que lo está pasando muy mal en su relación de pareja. Ha tenido una infancia difícil y todas las relaciones han terminado siendo tóxicas. Tu amiga sufre de apego, de dependencia hacia alguien que “cree querer”. ¿Cómo le vas a ayudar?
Puede que hayas pasado por algo similar y le transmitas tu experiencia. Incluso, le proporcionarás consejos saludables sobre los beneficios de estar sola, de pasar un tiempo sin relaciones amorosas, de salir más con sus amigos para distraerse y ver que sin pareja se puede ser feliz… Pero, ¿predicas tú con el ejemplo?
Muchas personas dan consejos muy buenos, en verdad. Sin embargo, después, ellas mismas hacen lo contrario o son consejos que tienen un coste que en ese momento la persona a la que van dirigidos no puede asumir. Si te animas a hacer una sugerencia, cerciórate de que a la persona que la recibe no le va a generar más frustración aún.
Si estás mal dejaré de oír mis propias palabras para escuchar solo las tuyas
Tampoco es positivo decirle a la persona que tenemos enfrente lo que quiere o necesita oír. Lo está pasando mal, pero no estará mucho mejor si no eres sincero con ella y le dices tanto las cosas buenas como las malas. Solo así podrás ayudarla de verdad. A veces, una crítica constructiva es mucho más positiva.
Animar a otro no es tan sencillo, ¿verdad? Requiere de un gran compromiso, una importante atención por nuestra parte y un apoyo incondicional a largo plazo en el que las mentiras no tienen cabida. Todo esto, puede aliviar la pena o arrojar un poco de luz sobre la situación de ese amigo o familiar que ahora, más que nunca, te necesita.