Síndrome de las piernas inquietas y corteza motora: ¿cómo se relacionan?

El síndrome de las piernas inquietas repercute en la calidad de vida de quienes los sufren por la alteración de la calidad del sueño. Pero, ¿en qué consiste? ¿Por qué aquellos que lo sufren sienten una enorme necesidad de mover las piernas?
Síndrome de las piernas inquietas y corteza motora: ¿cómo se relacionan?
Francisco Javier Molas López

Escrito y verificado por el psicólogo Francisco Javier Molas López.

Última actualización: 18 febrero, 2019

Son las 00:25 de la noche. Intento dormir pero me es imposible. Cada vez que mi cuerpo y mi mente rozan el sueño, un cosquilleo comienza a recorrer mis piernas. Necesito moverlas. Levanto una pierna y la sacudo en el aire. Levanto la otra y repito la misma maniobra. Parece que se ha pasado.

Intento dormir de nuevo, pero el cosquilleo aparece de nuevo. Me levanto, doy unas cuantas vueltas por la habitación, me masajeo las piernas e incluso me doy pequeños golpes. Parece que el cosquilleo ha disminuido. He conseguido suavizar los síntomas del síndrome de las piernas inquietas (SPI) lo suficiente como para dejar que el sueño se apodere plácidamente de mí.

El síndrome de las piernas inquietas no es fácil de describir. De hecho, existe la creencia de que las piernas se mueven solas. Sin embargo, lo que ocurre en realidad es una necesidad constante de mover las extremidades inferiores para cesar el desagradable cosquilleo que las recorre. Algunas personas definen este cosquilleo como hormigas subiendo y bajando a lo largo de las piernas. Pero, ¿en qué consiste este síndrome y cuáles son sus principales características? Y por último, ¿cómo se relaciona con la corteza motora? ¡Comencemos!

Hombre sentado en una cama

¿En qué consiste el síndrome de las piernas inquieras?

Según la Asociación Española del Sueño (ASENARCO), el síndrome de las piernas inquietas consiste en un trastorno sensitivo y motor que se define según cuatro criterios diagnósticos mayores:

  • Necesidad imperiosa de mover las piernas. Normalmente acompañada o causada por una sensación desagradable, dolor o malestar.
  • Los síntomas se manifiestan y se vuelven más intensos en situaciones de inactividad. Por ejemplo, al estar sentado, tumbado o justo antes de dormir.
  • Los síntomas desaparecen o mejoran con el movimiento o al estirar las piernas. Mientras dura la actividad se nota una mejora, aunque puede reaparecer justo al acabar los movimientos.
  • Existencia del ritmo circadiano. Los síntomas aparecen o empeoran por la tarde o al anochecer.

“Los movimientos periódicos de las piernas aparecen en un porcentaje muy alto de pacientes con SPI. También llamados mioclonias nocturnas, se caracterizan por movimientos de flexión de las extremidades inferiores a nivel de la rodilla y tobillo, con extensión del dedo gordo y relajación lenta”. 

-Francisco Aguilar, neurólogo-

La Asociación Española del Sueño también destaca varios criterios de apoyo diagnóstico:

  • Aparición del trastorno del sueño.
  • Historia familiar.
  • Exploración neurológica normal.
  • Movimientos involuntarios de las piernas durante el día.
  • Movimientos periódicos de las piernas durante el sueño.

SPI y la corteza motora

El neurólogo Francisco Aguilar (2007), destaca entre las posibles causas de este síndrome la deficiencia de hierro y la ingesta de medicamentos antidepresivos tricíclicos. Así como, los inhibidores de la recaptación selectiva de la serotonina, el litio y la cafeína. Sin embargo, nuevos hallazgos, relacionan el síndrome de las piernas inquieras con un funcionamiento anormal de la corteza motora.

“El SPI también se observa en pacientes con lesiones de la médula espinal y con neuropatías periféricas. En algunas ocasiones se ha observado en casos de osteoartrosis vertebral sin lesión neurológica conocida”.

-Boned y Gonzalo, 2002-

Desde la escuela de medicina de la Universidad estadounidense Johns Hopkins, las investigaciones realizadas han arrojado luz sobre la posible causa de este síndrome. Al parecer, podría tratarse de la hiperactividad de la corteza motora cerebral.

De esta forma, pueden abrirse nuevas vías de investigación que ayuden a tratar este síndrome de forma más efectiva. Rachel Salas, profesora de neurología de la Universidad Johns Hopkins, asegura que “la región del cerebro que controla las piernas muestra una mayor excitabilidad cortical en la corteza motora”.

Piernas de una chica en la cama

Tratamientos

Tratamiento farmacológico

En el ámbito de la farmacología, para tratar el síndrome de las piernas inquietas, destacas diferentes tipos de medicamentos.

  • Los agonistas dopaminérgicos como el ropinirol, la pergolida o pramipexol suelen ser los primeros tratamientos más aplicados.
  • Las benzodiadepinas suelen ser recetadas para calmar la sensación de cosquilleo y ayudar a conciliar el sueño.
  • Los antiepilépticos también se encuentran entre los medicamentos destacados para tratar este síndrome. Destacan la gabapentina y la carbamazepina.
  • Los opioides también suelen contemplarse por su poder analgésico.

Tratamiento no farmacológico

Realizar cambios en el estilo de vida puede ayudar a aliviar los síntomas de este síndrome, sobre todo, aquellos relacionados con los hábitos de sueño. Algunos de los más recomendables son:

  • Mantenimiento de un horario regular del sueño.
  • Reducir o suprimir el consumo de sustancias como el café, el alcohol y el tabaco.
  • Realizar ejercicio físico de forma frecuente.

Conclusión

A pesar de los avances de la ciencia, todavía existe mucho por investigar. Con respecto al síndrome de las piernas inquietas queda mucho por descubrir. Los pacientes afectados por este síndrome, no solo dejarían de sentir un desagradable cosquilleo recorriendo sus extremidades inferiores, sino que recuperarían su calidad de vida.

Eliminar o, al menos, disminuir los síntomas asociados a este síndrome equivale a conciliar el sueño de forma adecuada y poder descansar. Por lo que, durante el día, desaparecería el sueño asociado a un mal descanso, así como el cansancio, la fatiga y las alteraciones del estado de ánimo.


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