La sospecha de un trastorno de personalidad: ¿qué hacer en esos momentos?

¿Qué sabes de los trastornos de personalidad? ¿Cómo aparecen? ¿Cuáles son los pasos más importantes a dar cuando detectamos la presencia de alguno? En este artículo responderemos a estas y otras preguntas.
La sospecha de un trastorno de personalidad: ¿qué hacer en esos momentos?

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 19 julio, 2022

Cada uno de nosotros somos una mezcla única de herencia y experiencia vital que da lugar a lo que conocemos como nuestro patrón de personalidad. Tener unos rasgos de personalidad que nos definen es algo común a todos los humanos.

“El término personalidad procede etimológicamente de la palabra latina persona que se refería a las máscaras que los actores utilizaban en las representaciones teatrales”.

-Bermúdez, J.-

¿Qué es un trastorno de personalidad?

En ocasiones, nos encontramos con personas cuya forma de comportarse o desenvolverse en el medio no resulta adaptativa: es limitante y, en muchos casos, lesiva. Es decir, son personas cuya forma de relacionarse con los demás y enfrentar los retos del día a día complica precisamente ese día a día.

Es posible que estemos ante un trastorno de personalidad cuando este patrón de comportamiento no es puntual y tampoco es explicable, por lo que podemos conocer como una crisis vital. La sospecha debe aumentar cuando es de aparición temprana (presentando ya rasgos incluso en la adolescencia o principios de la edad adulta) y se mantiene en el tiempo.

No obstante, es fundamental señalar que la responsabilidad del diagnóstico recae, y solo debe recaer, sobre el profesional, y nunca sobre familiares y allegados a la persona en cuestión. Se trata de una patología muy compleja de la que no se debe hablar a la ligera.

“Más de 1 de cada 10 adultos padece un trastorno de la personalidad”.

-Torgersen-

Mujer con ansiedad
Los trastornos de personalidad son patrones de comportamientos estables a lo largo del tiempo.

Existen varios tipos de trastornos de personalidad, pero en términos generales nos vamos a encontrar las siguientes características comunes a todos ellos:

  • La manera en que se perciben a sí mismos, a otras personas y a los acontecimientos suele diferir de como lo hacen los demás.
  • Sus respuestas emocionales y la forma en que se relacionan con otras personas difieren de lo esperable socialmente.
  • Pueden presentar un control o una falta de control de sus impulsos, es decir, llaman la atención tanto por exceso como por defecto.

Es importante incidir en que estamos hablando de un patrón de comportamiento estable en el tiempo. No se trata de una mala racha, de una crisis personal ni de una enfermedad, ni tampoco se debe al consumo de drogas. Las dificultades que presentan para relacionarse aparecen en una gran variedad de situaciones personales y sociales, no se limitan a dificultades concretas con algunas personas.

Como consecuencia de todo lo anterior, quien padece un trastorno de la personalidad sufre un malestar importante o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes del funcionamiento. De hecho, suelen presentar otros síntomas como ansiedad, depresión, abuso de sustancias, trastornos de la alimentación, problemas en la esfera sexual y conflictos de pareja, entre otros.

Convivir con un trastorno de personalidad

La convivencia con un trastorno de personalidad puede resultar muy compleja. Más aún si no se recibe atención psiquiátrica y psicológica. Los familiares y allegados al paciente suelen sentirse muy sobrepasados por lo que sucede en el hogar al carecer de herramientas y habilidades sobre cómo actuar ante las diferentes situaciones que se presentan, muchas de ellas de una gran complejidad como pueden ser chantajes emocionales o amenazas de suicidio.

Además, es habitual que el entorno familiar arrastre sus propios conflictos emocionales y dificultades a la hora de relacionarse, lo que probablemente haya empeorado como consecuencia de la tensión intrafamiliar.

Por lo general, tardan tiempo en pedir ayuda y la dinámica familiar no es buena, lo que también es desfavorable para la persona con trastorno de la personalidad. Esto lleva a serias confrontaciones con continuas tensiones y conflictos.

Puede que haya un cierto temor a contradecirles, ya que piensan que reaccionarán con enfados e incluso explosiones de ira, o que sean habituales las críticas reiteradas por parte de la familia, pensando que así les incitan al cambio y a la reflexión, pero esto, lejos de ocurrir, solo refuerza las conductas patológicas del paciente.

¿Cómo puedo ayudar?

Los trastornos de la personalidad son abordables en la práctica profesional y los resultados de las intervenciones validadas son más que prometedores. Para acceder a ellos, el primer paso será buscar ayuda profesional tanto para el paciente como para la familia.

La situación familiar no es fácil, de hecho es bastante compleja y llevará tiempo ver los resultados de la terapia, por lo que es de gran ayuda que un psiquiatra o un psicólogo clínico les ayude a comprender el trastorno y su forma de comportarse.

Es crucial llegar a entender que una persona con un trastorno de la personalidad no sabe actuar de otra forma, su forma de ser es fruto de la adaptación a dinámicas y circunstancias vitales que atravesaron durante la infancia, generalmente.

Para ayudarle:

  • Las reacciones de los familiares tienen una gran influencia en las personas con trastorno de la personalidad. Esta influencia puede ir en un sentido negativo o positivo, y no siempre depende de la voluntad de quienes la ejercen. Además de motivación, es necesario conocimiento.
  • Aceptar la situación y entender el diagnóstico. Para aceptar hay que entender, por eso es crucial contar con ayuda profesional. La comprensión exacta de cómo funcionan estos trastornos es la base para relacionarse con ellos. Empatizar no significa dar nuestra aprobación y mostrar conformidad con todo lo que hace, pero nos ayudará a mantener la calma y gestionar mejor los conflictos.
  • Trabajar la comunicación en el seno familiar: comunicándote de forma clara y asertiva, sin indirectas, sin ironías ni dobles sentidos.
  • Cuando se preste a escuchar, explícale las consecuencias que su conducta tiene para los demás, desde la calma y el respeto.
  • El trastorno no disculpa muchos de los comportamientos de la persona afectada, pero sí puede explicar una buena parte de ellos. Si las personas con una óptima salud mental pueden llegar a causar a veces un gran daño sin querer, la probabilidad de que lo haga una persona que no goza de una buena salud mental es mucho mayor. Por nuestra parte, tenemos que hacer un esfuerzo mayor por no tomarnos algunas de sus críticas, o incluso ataques, de una manera personal.
Hombre haciendo terapia
La terapia psicológica puede ser de gran ayuda para las personas con trastornos de personalidad.

¿Qué pasa si se niega a acudir a consulta o a seguir la intervención planificada por el especialista?

Es posible que ocurra. En muchos trastornos no existe una conciencia de enfermedad o esta no está muy desarrollada. Especialmente en estos casos el entorno juega un papel fundamental, ya que para que la intervención se produzca tienen que actuar como facilitadores reales, y para ello lo mejor es que lo hagan siguiendo las pautas del profesional o profesionales encargados del caso.

En estos casos, aunque el engaño pueda parecernos el camino fácil, a la larga va a ser mucho mejor que intentemos un tipo de persuasión más honesta. Piensa que si la persona afectada pierde la confianza en nosotros, va a ser mucho más complicado que podamos ayudarla.

Conseguir que asimile todo lo que puede aportarle la terapia es, sin duda, el mejor punto de partida. En los casos en los que identificamos una gran resistencia, es preferible tener paciencia y tomar su negativa a ir a consulta o a comprometerse con el plan de intervención como algo temporal -en los casos muy graves, la opción de esperar no es viable-.


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