Suicidio pasivo: qué es y cómo abordarlo

El suicidio pasivo es el resultado de un deseo de morir que se trasforma en un abandono gradual. En este artículo hablaremos de los signos que nos pueden ayudar a identificarlo y de las medidas que podemos tomar en ese momento.
Suicidio pasivo: qué es y cómo abordarlo
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 29 octubre, 2022

El deseo de terminar con la propia vida (o los pensamientos al respecto) no siempre va acompañados de acciones encaminadas a lograrlo. En ocasiones, la persona simplemente “se deja morir” en un proceso más lento y sutil que es complicado de detectar por el entorno. Las intenciones no se comunican y lo que está ocurriendo se malinterpreta o se le resta importancia. Es así como el suicidio pasivo cercena miles de vidas, especialmente en personas mayores.

Hay que comprender que un intento de suicidio no surge de la nada. Es el resultado de un proceso mental previo conocido como ideación suicida. Estas ideas, generalmente, involucran un plan con formas específicas para terminar con la propia vida activamente. Sin embargo, en ocasiones, se camuflan como un “simple” pensamiento o deseo de morir, sin un planteamiento específico de hacerse daño.

Pese a que en este segundo caso no existe un riesgo inminente para la vida, es fundamental no pasarlo por alto, pues puede evolucionar hacia una actitud más activa o terminar con un desenlace fatal si se prolonga en el tiempo.

Mujer mirando hacia abajo triste
En el suicidio pasivo la persona entra en un estado de pasividad que la pone en riesgo.

¿Qué es el suicidio pasivo?

Como decíamos, la ideación suicida pasiva incluye todos esos deseos o pensamientos sobre la muerte que no involucran un plan activo concreto. Para comprenderlo mejor, pongamos algunos ejemplos de cómo puede verse esta ideación:

  • “Ojalá nunca hubiera nacido”.
  • “Me gustaría no existir”.
  • “Desearía morir mientras duermo, estoy cansado”.
  • “Ojalá se estrellase el coche en el que voy”.
  • “La vida es muy difícil, ya no deseo seguir viviendo”.
  • “Los demás estarían mejor si yo ya no existiera”.

Cuando estos pensamientos son frecuentes y se sienten de forma verdadera, existe un riesgo para la vida. Y es que, tal vez, la persona no vaya a atentar contra sí misma activamente, pero sí puede desentenderse de su bienestar o entrar en un estado de pasividad que le pone en riesgo. Por ejemplo:

  • La persona deja de ingerir alimentos o no se nutre de forma adecuada y suficiente. También puede aparecer deshidratación.
  • No se adhiere a los tratamientos prescritos, descuidando su salud y viéndose afectado por enfermedades tanto físicas como psicológicas que podrían estar controladas.
  • Se descuida la higiene personal.
  • La persona permanece aislada y sedentaria la mayor parte del tiempo. Se retrae y no participa en actividades necesarias para el cuidado de su bienestar físico y emocional.
  • Puede involucrarse en conductas y situaciones de riesgo.

En definitiva, la persona no se agrede ni se daña activamente, pero sí se descuida a tal grado que supone un riesgo para su salud y su vida. Y es que en el fondo subyace esta idea de que vivir no tiene sentido y no se desea continuar.

¿Por qué se produce el suicidio pasivo?

Es muy frecuente que quienes tienen una ideación suicida pasiva estén inmersos en un trastorno depresivo. Los pensamientos negativos acerca de uno mismo, la desesperanza, la apatía, la abulia… Todos estos síntomas acompañan y alimentan ese deseo de no continuar viviendo. También es posible que otras condiciones como el trastorno bipolar o los trastornos de ansiedad subyazcan a estas ideas.

Pero, además de esto, hay otros factores de riesgo que se han identificado y que se asocian con el riesgo de suicidio pasivo:

  • Experimentar fuertes sentimientos de soledad y haber vivido experiencias de rechazo.
  • El aislamiento social y no contar con un círculo de apoyo.
  • Tener antecedentes familiares de suicidio, intento de suicidio o ideación suicida.
  • Haber sufrido trauma o abuso.
  • Haber atravesado recientemente una situación adversa y desafiante (por ejemplo, la muerte del cónyuge) o estarla atravesando en el momento (por ejemplo, una enfermedad incapacitante).
  • Sentir desesperanza hacia el futuro. Una indefensión que lleva a la persona a creer que su realidad no puede mejorar.
  • Tener una depresión severa no diagnosticada o no contar con acceso a recursos de salud mental.
  • Las personas que se encuentran en la tercera edad tienen un mayor riesgo de suicidio pasivo.
Un hombre triste mira sentado en la sala por el balcón de su casa pensando en cómo la depresión nos impide creer en los comentarios positivos
Las personas que tienen ideación suicida pasiva suelen tener un trastorno depresivo.

Buscar ayuda es fundamental

El suicidio pasivo es una realidad que no se rastrea, por lo que no se cuenta con datos fiables y válidos respecto a su prevalencia. Sin embargo, se cree que es mucho más común de lo que llegamos a imaginar. Lo que sucede es que quienes se encuentran en esta situación rara vez buscan ayuda; y esto ocurre por diversos motivos.

En primer lugar, es frecuente que no tengan conciencia de enfermedad (es decir, que consideren que no les ocurre nada y que esos pensamientos son normales). También es posible que consideren que su situación no es tan grave ni tan relevante como para hablar al respecto (al fin y al cabo, no planean activamente terminar con su vida).

Sin embargo, intentemos esquivar la tentación de menospreciar la ideación suicida pasiva. Se ha encontrado que incluso los pensamientos fugaces al respecto pueden incrementarse, evolucionando a una ideación activa.

Si te sientes identificado con lo anteriormente descrito (o si conoces a alguien cercano en esta situación) es imprescindible tomar acción. Hay ciertas acciones que pueden ayudar y proteger; por ejemplo, hablar con alguien de confianza respecto a tus ideas y tus emociones, comenzar a estructurar tu rutina y emprender hábitos más saludables, así como nutrir tus relaciones sociales e involucrarte en actividades agradables y motivantes.

No obstante, buscar apoyo psicológico es el primer paso, y también el más trascendente, para cortar el abandono vital que ha comenzado la persona.


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