Théodore Géricault, el artista de un naufragio
Frágil, meditabundo y sensible, Gericault fue un pintor que ejerció una poderosa influencia en el movimiento romántico en Francia. Comenzó su carrera con grandes declaraciones militares para el emperador Napoleón.
Sin embargo, fueron sus trabajos posteriores, con su brutalidad emocional y su empatía, los que cautivaron el corazón de las audiencias durante generaciones. Su obra maestra La balsa de la medusa fue icónica desde el momento mismo en que vio la luz.
Desafortunadamente, la muerte de Gericault a una edad temprana nos impide saber hasta qué nivel de profundidad podía llegar a cavar en el espíritu humano. Aún así, el trabajo que dejó para la humanidad tuvo mucha importancia para el Romanticismo.
Primeros años
Théodore Géricault, o Jean-Louis-André-Théodore Géricault nació en el seno de una familia de la clase media, el 26 de septiembre de 1791, en Rouen, Francia. Sus padres alentaron desde una edad muy temprana las inclinaciones artísticas de Géricault.
En 1808, comenzó su aprendizaje con Carle Vernet, un pintor neoclásico que compartió la fascinación del joven por los caballos. Géricault estaba interesado en un estilo de pintura que fuera menos riguroso y artificial que las obras neoclásicas. En este momento, el método de enseñanza se centraba en la imitación de obras de maestros.
Gericault comenzó a trabajar en el estudio de Pierre-Narcisse Guerin, donde conoce a otro brillante joven francés, Eugène Delacroix. Los dos forjaron una amistad duradera de mutua admiración y fundarían el movimiento artístico conocido como romanticismo.
Los inicios de su carrera
Géricault se involucró en la política con su obra La balsa de la Medusa. Considerada su obra maestra romántica, La balsa de la Medusa vio la luz en 1818.
Esta pintura representa un evento trágico en la historia francesa: el naufragio de la embarcación francesa Medusa durante el año 1816. El naufragio tuvo enormes implicaciones políticas en Francia.
El incompetente capitán había ganado su posición por conexiones con el gobierno de restauración de los Borbón. Al momento del naufragio, luchó por salvar su vida y la de otros oficiales de rango, pero dejó a su suerte a los más débiles.
El naufragio se dio como consecuencia de la negligencia y egoísmo de los oficiales a bordo. Así, el cuadro de Géricault suponía toda una declaración de hostilidad. El macabro realismo de la obra, su tratamiento del incidente como una tragedia épico-heroica y el virtuosismo de su dibujo y tonalidades llevaron la obra mucho más allá del mero reportaje del incidente.
El retrato de los muertos y moribundos está desarrollado dentro de una composición dramática y cuidadosamente construida. De esta manera, La balsa de la Medusa abordó un tema de la época con una pasión notable y sin precedentes.
Gracias a esta pieza, el artista polarizó a los críticos y se estableció como una cara joven en el panorama pictórico. Con la fuerza de esta pintura y otras litografías, Géricault realizó una gira por Inglaterra de 1820 a 1822, ganando fama y fortuna.
Años posteriores, pintar la locura
A su regreso a Francia, el artista ejecutó una serie bien recibida de diez pinturas que representan diversos tipos de locura. Viajó al asilo de Salpêtrière en París y pintó retratos de los internos con una precisión conmovedora.
La serie de diez retratos, titulada como Monomanía, fue encargada por el psiquiatra Étienne-Jean Georget. Se ha sugerido que Georget, médico jefe de la Salpêtrière, un asilo de París, trató al mismísimo Géricault aquejado de una insoportable melancolía.
La intención del médico era clasificar a los pacientes mentales. Para ello, se encargó de que cada retrato en la serie estuviera unificado en cuanto al cromatismo, la composición y la escala. Esta serie ha sido considerada un puente entre el arte romántico y la ciencia empírica del siglo XIX.
Theodore Gericault padeció de tuberculosis, pero no sería esta enfermedad la encargada de llevarlo a la tumba, sino que murió luego de un largo sufrimiento debido a un accidente de equitación.
Al momento de su muerte, tenía 32 años y se encontraba en el apogeo de su carrera. Su obra influiría en otros pintores románticos y artistas durante los siglos venideros.
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