Tres fascinantes casos de la neurociencia

Hay casos de neurociencia que nos hablan de fenómenos que resultan extraños, constituyendo una prueba de los infinitos laberintos del cerebro. En más de una ocasión, tales casos han permitido hacer hallazgos importantes y hoy os presentamos algunos de ellos.
Tres fascinantes casos de la neurociencia
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 05 septiembre, 2019

Lo más interesante de muchos casos de la neurociencia es que, con relativa frecuencia, abren las puertas hacia algún conocimiento sobre el cerebro que hasta ahora se había escapado. A veces una enfermedad o un síntoma particular traen consigo interesantes claves para aumentar la comprensión de la mente humana.

Varios de estos casos de la neurociencia son llamativos por lo particular de los síntomas. Muchas veces se trata de fenómenos que resultan extraños y a la vez fascinantes. Sin embargo, lo realmente valioso está en el hecho de que nos muestran al cerebro funcionando de una forma que no conocíamos.

Se considera al neurólogo Oliver Sacks como uno los divulgadores científicos más importantes. Su forma de narrar los casos y lo extraordinario de los mismos puede darnos la sensación, en ocasiones, de que estemos ante literatura de ciencia ficción. Sin embargo, no lo es. Corresponde a hechos reales que han contribuido, a veces con signos trágicos, a conocer más el cerebro. Estos son tres de esos casos únicos.

Cualquier enfermedad introduce una duplicidad en la vida: un “ello”, con sus propias necesidades, exigencias y limitaciones”.

-Oliver Sacks-

Cerebro iluminado

1. Reminiscencia, uno de los interesantes casos de la neurociencia

Este es uno de los casos más llamativos. Su protagonista fue una mujer de más de 80 años que vivió una experiencia muy particular en 1979. Hay que decir que se trataba de una persona con buena salud y facultades plenamente funcionales, aunque presentaba problemas de audición.

Una noche soñó con su infancia en Irlanda. En el sueño estaba la música de su ayer, las canciones tradicionales y los bailes típicos. Al despertar, la música siguió presente en su cabeza. Pensó que estaba encendida la radio o que alguien estaba poniendo una grabación, pero no era así. Pese a ello, escuchaba perfectamente las notas musicales, a un volumen lo suficientemente alto como para desplazar su atención hacia otros estímulos.

Antes de que se le pudiera practicar un encefalograma, la música fue desapareciendo, tras meses de estar “instalada” en su cerebro. Todo indica que se trataba de un problema en el lóbulo temporal, asociado a un sentimiento de nostalgia. Este caso sugiere que hay lugares de nuestro cerebro en los que están alojadas todas las experiencias del pasado, como si se tratara de un archivo indestructible.

2. El caso Madeleine

Madeleine era una mujer de 60 años con ceguera congénita. Esto quiere decir que jamás en su vida había visto. También tenía parálisis cerebral y por eso había sido atendida en su casa. También tenía movimientos involuntarios en sus manos. Con todo ese cuadro, lo predecible es que hubiese sufrido un severo retardo cognitivo, pero no era así. Madeleine era una mujer muy inteligente.

Quienes la rodeaban le habían leído muchos libros, por eso era muy culta y de una conversación animada. Confesó que jamás había podido aprender el Braille, ya que, según sus propias palabras, sus manos eran “Inútiles trozos de masa abandonados por Dios, ni siquiera se sienten parte de mí.

Sin embargo, las manos de esta mujer eran básicamente normales. Tenían sensibilidad, pero, por alguna razón, no se movían correctamente. Oliver Sacks supuso que quizás el excesivo cuidado por parte de su familia la había privado del desarrollo de sus extremidades. Así que inició un proceso de rehabilitación. Al final, Madeleine se convirtió, nada más y nada menos, que en escultora.

Manos de una persona haciendo escultura

3. El hombre que se cayó de la cama

Este es uno de los casos de neurociencia que habla acerca de un extraño trastorno llamado somatoagnosia. Tiene que ver con la incapacidad de reconocer las partes del propio cuerpo. Se refiere a un joven que estando en el hospital sufrió una experiencia curiosa. Vio sobre su cama una pierna que “no le pertenecía” y entonces la arrojó fuera. Al hacerlo, él mismo cayó de la cama.

El joven quedó aterrado con la experiencia. Por alguna razón, pensaba que su pierna izquierda estaba amputada de su cuerpo y que, por lo tanto, la pierna que veía no le pertenecía a él. La percibía apartada de su cuerpo y sentía temor. Fue entrevistado, y como no podía responder dónde estaba su verdadera pierna, se golpeó insistentemente y trató de arrancarse el miembro que consideraba ajeno.

Este es un caso de pérdida de identidad con una parte del cuerpo que desgraciadamente no pudo resolverse de manera satisfactoria. Hay varios casos de este tipo que han sido referenciados, pero hasta el momento se desconocen las causas de este problema y también se ignora la forma en que podemos ayudar a estas personas.


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  • Sacks, O. (2016). El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Anagrama.

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