Yelena Osipova, la superviviente de Leningrado que se manifestaba por la paz
La imagen de Yelena Osipova arrestada en Rusia por protestar contra los ataques de su país a Ucrania ha dado la vuelta al mundo. Esta mujer de 78 años es una figura conocida por las autoridades policiales. No es la primera vez que sale a la calle para defender sus ideas, sus valores y esos principios que le legó su propia familia, superviviente del asedio de los nazis a Leningrado (actual San Petersburgo).
Si bien es cierto que cada vez son más los rusos que se atreven a manifestarse por la invasión a gran escala iniciada el 24 de febrero, hacerlo tiene un coste. Ya son más de 4300 los detenidos. La ola de represión frena no solo a los ciudadanos, sino también a la prensa independiente. Por eso, una vez más, se necesitan figuras que actúen como símbolo ante la censura y, sobre todo, ante la sinrazón de la violencia.
Yelena se negó a ser arrestada por los antidisturbios y buscó el objetivo de las cámaras para mostrar sus carteles. Sabía lo que hacía porque conoce el poder de los medios. En ellos se leía lo siguiente: “¡hijo, no vayas a esta guerra! Soldado, depón tus armas y serás un héroe de verdad”.
Yelena Osipova, la artista que retrata el dolor de la sinrazón
En abril del 2020, Yelena Osipova ya fue arrestada. Salió a la calle en soledad para protestar con una pancarta contra la represión ejercida en Rusia, la cual dura ya más de 100 años si tenemos en cuenta el periodo soviético. Fue multada por ello. El pasado 2 de marzo esta artista que ronda casi los 80 años, decidió volver a la calle, pero esta vez lo hizo con dos pancartas y con mayor énfasis.
Sabía lo que podía sucederle, al igual que el resto de manifestantes que estaban con ella en esa plaza de San Petersburgo. Estos días, el Ministerio del Interior, la Fiscalía y los alcaldes de buena parte de las ciudades más importantes de Rusia lanzan una clara advertencia a sus ciudadanos. Quienes salgan a la calle a manifestarse y organicen protestas podrán ir a la cárcel.
Yelena Osipova fue detenida por 8 antidisturbios quienes, sin usar la fuerza, se limitaron a subirla a un furgón y dejarla en su casa. Seguramente, se le abra un proceso sancionador. Sin embargo, la mecha ya estaba encendida. Su imagen frágil, pero revestida de coraje se convirtió en viral. Al igual que los mensajes de sus carteles:
“Ucrania rechazó en el acto las armas nucleares, mientras que en Rusia no se han dado de baja los vehículos con ojivas nucleares desde la guerra de Vietnam”.
-Y. Osipova-
Protestar contra la guerra y la represión, una necesidad y un homenaje
Yelena Osipova es hija de supervivientes del asedio a Leningrado entre 1941 y 1944 por parte del ejército alemán. Recordemos que aquel episodio es uno de los más oscuros de nuestra historia. Ante las dificultades de la toma de la ciudad, las tropas de Hitler optaron por cercarla. Se produjo un genocidio. Más de 600 000 civiles fallecieron de frío y, sobre todo, de hambre.
La falta de alimento a lo largo de esos dos años provocó que se recurriera incluso a la antropofagia. Yelena nació milagrosamente al final de ese asedio. Fue la hija de una pareja que perdió absolutamente a todos sus familiares en aquellos días de tinieblas, irracionalidad y penuria. El peso del trauma vivido por sus padres ha pesado durante toda su vida sobre ella.
Decidió convertirse en artista y hacer de su arte un canal de expresión y catarsis, también de crítica social. Se formó en la Escuela de Arte Tauride y ha trabajado toda su vida como educadora. Durante la guerra de Irak salió a las calles con carteles reivindicando mensajes como “¡no creas en la justicia de guerra!”. El suyo es un activismo de la paz a través del arte.
Yelena Osipova, el ejemplo de la voz que necesita nuestro mundo
Antes de que su imagen diera la vuelta al mundo en redes sociales el 2 de marzo, Yelena Osipova ya se había manifestado el pasado 27 de febrero; justo tres días después de la invasión rusa en Ucrania. Ese día, como ya ha hecho tantas veces, salió en soledad a la avenida Nevski de San Petersburgo para levantar su voz y dar su opinión a través de sus carteles.
En esa ocasión, mostró el busto de Vladímir Putin sobre una lápida en la que aparecían dos cuervos de gran tamaño; oscuros y amenazantes. Bajo ellos aparecía un verso que decía lo siguiente:“la momia de la guerra lleva a la destrucción y a la locura a Rusia”. Solo el periódico ruso Bumaga recogió su imagen solitaria y la convirtió en noticia.
Esta mujer menuda, conocedora de los infiernos que es capaz de crear el ser humano, no tiene miedo. No le importan las sanciones ni tampoco la posibilidad de ir a la cárcel. Ella simboliza la voz que necesita el mundo.