El abuso de fármacos para mejorar el rendimiento intelectual
El consumo de fármacos se ha ido normalizando a lo largo de las últimas décadas. Medicamentos de todo tipo son utilizados para poder llevar a cabo las tareas de nuestro día a día sin problemas. Por ejemplo, tomarnos un analgésico para evitar el dolor de cabeza se ve como algo normal. Una de las consecuencias de esto es que el abuso de fármacos se está volviendo cada vez más frecuente. Es decir, hemos pasado de tomar un medicamento cuando es necesario a consumirlo de manera constante.
En la actualidad, una de las situaciones en las que más se está utilizando el uso de medicamentos es para aumentar el rendimiento intelectual. Pero el abuso de fármacos con este objetivo no es reciente, sino que existe desde los años 50 o 60. Ahora bien, lo que sí es bastante novedoso es que en los últimos 10 años se ha extendido notablemente esta práctica en los institutos y universidades.
Precisamente sobre esta situación nos habla el documental Take your pills de Netflix. En él se explica cómo se utilizan estos fármacos para el control de los síntomas del TDAH, la mejora del rendimiento intelectual y los peligros para la salud que todo ello implica.
En este artículo abordaremos qué implica el abuso de fármacos para mejorar el rendimiento. También hablaremos de las posibles consecuencias negativas para la salud (tanto física como mental) de esta práctica. Del mismo modo, reflexionaremos sobre qué papel tiene el sistema educativo actual en estas situaciones; por ejemplo, en el diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
El sobrediagnóstico del TDAH
En el documental Take your pills podemos observar cómo surgen una serie de factores en el sistema educativo que facilitan que muchos alumnos tomen medicamentos cuando no los necesitan. En primer lugar, encontramos que el factor más potente para el abuso de fármacos en el contexto educativo es el diagnóstico masivo de TDAH. Este trastorno es ampliamente conocido a día de hoy, lo que favorece que existan falsos positivos. Al tratarse de una enfermedad muy “popular”, muchas personas y profesionales de la salud acaban diagnosticándola cuando realmente la persona no la tiene.
Los síntomas del TDAH se ven facilitados en parte por el modelo educativo actual. Los niños y adolescentes están sobreestimulados a nivel visual, auditivo y táctil desde que nacen. No es raro ver a jóvenes de cada vez menos edad pasando el tiempo con móviles, tablets, y videojuegos.
Al llegar al sistema educativo formal, estos niños se encuentran en un medio que se les hace excesivamente aburrido. Dicho de otro modo, se acostumbra al cerebro de los niños a funcionar en entornos altamente cambiantes. Más tarde, se les pide que permanezcan quietos y atendiendo durante horas a una situación muy poco estimulante. Por ejemplo, ver a un profesor explicando en la pizarra.
En esta situación, muchos niños y niñas tienen problemas para controlarse a ellos mismos y acaban siendo diagnosticados de TDAH. En realidad, están mostrando una respuesta normal a un modelo educativo que no ha sabido adaptarse con éxito a las demandas de los nativos digitales. Tenemos un entorno más dinámico y virtual, mientras que el sistema educativo es casi el mismo que hace 100 años atrás. Todo ello, conlleva una serie de problemas, entre los cuales se encuentra el diagnóstico masivo de TDAH y el consiguiente abuso de fármacos para controlarlo.
La cultura del esfuerzo y la competitividad en el el entorno educativo
La cultura del esfuerzo y la competitividad es otro de los factores que motiva al abuso de fármacos para mejorar el rendimiento intelectual. Si unimos a esto el estilo de sociedad individualista en el que vivimos, tenemos como resultado un contexto competitivo. Esto hará que quienes tengan más dificultades para destacar acaben recurriendo a ayuda externa.
Dicho de otro modo, las personas que no puedan esforzarse para destacar (bien por características propias, o bien por condicionantes externos) se verán abocadas a ver la medicación psicoestimulante como una manera de solucionar sus dificultades. A todos los estudiantes se los valora de la misma manera. Por ello, quienes tengan dificultades o necesidades especiales se verán perjudicados por esta supuesta “igualdad” de criterios de rendimiento y evaluación.
En este sentido, el abuso de fármacos está más presente en aquellas personas que necesitan más tiempo para aprenderse un temario y por ello, experimentan dificultades cuando tienen que rendir más. También lo estaría en quienes, por cargas familiares o responsabilidades económicas, no pueden dedicarse a los estudios al 100%.
En estas situaciones, la necesidad de estar al mismo nivel que los demás llevaría a algunos alumnos al abuso de fármacos psicoestimulantes.
Efectos positivos de los fármacos psicoestimulantes
Los fármacos para la mejora del rendimiento intelectual impiden que las neuronas recapten dos sustancias para comunicarse entre ellas: dopamina y noradrenalina. La dopamina se encarga de funciones como la motivación y la concentración, mientras que la noradrenalina incrementa el estado de alerta y la energía intelectual.
Los fármacos psicoestimulantes más conocidos son el metilfenidato, atomoxetina, Aderall (nombre comercial muy conocido en Estados Unidos) y Concerta (nombre comercial muy recetado en España).
Así mismo, dichos fármacos psicoestimulantes elevan el nivel de dopamina y noradrenalina cerebral (especialmente en la corteza prefrontal). Así, se obtiene el efecto de estar motivado, alerta, concentrado y entretenido más fácilmente. Estos efectos son positivos, pero no son los únicos de los fármacos para mejorar el rendimiento intelectual.
Es necesario recordar que todos los psicofármacos tienen efectos no deseados. Por ello, el abuso de fármacos psicoestimulantes comporta un riesgo importante para la salud tanto mental como física.
Contras del abuso de los fármacos psicoestimulantes
Existen muchos efectos secundarios para casi todos estos fármacos. Así, podemos encontrar entre los más frecuentes tics, taquicardia, insomnio, agitación, ansiedad y anorexia. Además, existe un cierto riesgo de dependencia hacia ellos. Por otra parte, usarlos es solo una solución temporal al problema del estudiante. Este puede entender que no es lo suficientemente bueno o bien, aprender a no manejar correctamente los estudios, ya que con la medicación es capaz de aprobar.
Finalmente, es importante aclarar que en algunos casos la medicación es necesaria. Esto ocurriría si se tratase de un TDAH real. Ahora bien, la medicación por sí sola no arregla el problema. Es necesario aplicar estrategias psicoeducativas tanto en el colegio como en el hogar. En la mayoría de los casos, los medicamentos deberían ser una ayuda, no la única solución.