La brecha del agrado o por qué piensas que no eres simpático

¿Alguna vez has repasado mentalmente una conversación con alguien y te has arrepentido de haber dicho ciertas cosas? ¿Te inquieta haber dado una mala impresión y no haber sido más ocurrente y chispeante? Esta sensación tiene un origen. ¡Te lo explicamos!
La brecha del agrado o por qué piensas que no eres simpático
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 marzo, 2023

A la mayoría nos agrada conocer gente nueva. Sin embargo, durante estas experiencias suele surgir en nuestra mente una sombra, un pinchazo existencial muy recurrente. ¿Qué impresión habremos dado a esa persona durante el primer contacto? ¿Le habremos gustado? Tras esas dudas surge un fenómeno que puede ser agotador en ocasiones.

De pronto nos vemos repasando mentalmente la conversación mantenida. La analizamos palabra por palabra como agentes de la KGB en busca de brechas, de esos fallos que pueden haber dado una impresión defectuosa de nosotros mismos. Hay quien le dedica a esta tarea mental unos pocos minutos; otros caen en un bucle infinito que puede durar horas.

La mayoría desearíamos ser más simpáticos, gozar de ese carisma magnético capaz de cautivar a cualquiera desde el minuto uno. Las personas necesitamos gustar a los demás porque en el juego del ajedrez social las conexiones humanas son importantes. Dar una imagen de confianza y cercanía es un principio básico en nuestro tejido socioemocional.

Este principio básico de sociabilidad conlleva, a menudo, sufrir más de una distorsión cognitiva no exenta de cierta angustia…

Las personas, por término medio, solemos subestimar la impresión que generamos en los demás.

Compañeros de trabajo hablando sobre la brecha del agrado
La necesidad de agradar a los demás tienen una finalidad social: ser incluidos en los grupos.

La brecha del agrado, una experiencia colectiva

William James fue uno de los primeros psicólogos en estudiar nuestra necesidad de conexión social. Pionero como fue en el estudio científico de los fenómenos psicológicos, puso su atención en las miradas. Nos habló sobre cómo los bebés, además de necesitar alimento y protección, anhelan también contar con el contacto de esas miradas llenas de afecto de sus progenitores.

Es a través de los ojos como solemos valorar también si caemos bien a alguien o si les generamos cierta desconfianza. Cuando conocemos a alguien nuevo, analizamos de mil formas si les agradamos o nos desaprueban. Sin embargo, y aquí llega el dato más interesante, por término medio, las personas solemos infravalorar la impronta que dejamos en los demás.

Dicho de otro modo, nos acompaña un sesgo cognitivo que nos dice frases como «has metido la pata al decir esto, tendrías que haber dicho aquello otro, ese comentario ha sido una tontería, seguro que piensa que eres un aburrido…». La gran mayoría hemos caído alguna vez en este tipo de trampas mentales. El problema llega cuando esta percepción se vuelve casi obsesiva y se deriva en la ansiedad social.

La importancia del juicio que hacen los demás sobre nosotros

Lo que opinen los demás sobre nosotros nos importa. Más aún si somos jóvenes. La teoría de la brecha del agrado nos dice que la ansiedad por gustar y la tendencia a subestimarnos, puede arruinar nuestras relaciones. Bien es cierto que no siempre llegamos a estos extremos, pero las dudas, la costumbre por revaluar nuestras conversaciones, configuran una nube gris mental algo incómoda.

Nos encantaría poder preguntarle a esa persona que acabamos de conocer qué impresión le hemos gustado. Sin embargo, en materia de relaciones sociales, caminamos a tientas, en pruebas de ensayo-error y navegando como podemos en ese océano que, a menudo, nos genera cierta ansiedad. Y esto es así porque estamos programados para conectar, para crear lazos y formar parte de grupos sociales.

Gustar es sinónimo de integración en el grupo, algo que sin duda perseguimos cuando somos adolescentes y no tanto en edades adultas. En edades más maduras nos basta con conservar unas pocas alianzas de calidad.

Tus conjeturas no siempre son ciertas: gustas más de lo que crees

En un estudio llevado de manera conjunta por las universidades de Yale, Cornell, Harvard y Essex, analizaron el fenómeno de la brecha del agrado. Algo que quedó en evidencia es el hecho de que la mayoría tenemos un diálogo interno muy crítico. Es él quien nos alimenta con unas suposiciones negativas sobre el impacto que generamos en las personas que acabamos de conocer.

Esa incertidumbre está marcada por no saber aún qué valores y qué tipo de personalidad tienen esas figuras con quienes hemos hablado. Esas a quien deseamos caerle bien a toda costa. Sin embargo, la investigación demostró que, por término medio, solemos gustar más de lo que pensamos y esas ideas sesgadas están del todo infundadas.

Ahora bien, ¿por qué tenemos un juez interno tan maquiavélico? ¿Por qué nos tortura haciendo que analicemos todo lo expresado y torturándonos por lo dicho o no dicho? Lo cierto es que dudar de nuestro impacto positivo en los demás favorece que procuremos mejorar nuestras habilidades sociales.

Eso sí, lo ideal es no caer en el extremo de ponernos en tela de juicio de manera constante y obsesiva…

Nuestra preocupación por gustar a los demás surge entre los 7 y 9 años, momento en que la integración con nuestros iguales se convierte en una prioridad.

Jóvenes hablando sobre la brecha del agrado
Los adolescentes son los que más sufren la brecha del agrado.

Cómo dejar de dudar de ti mismo cuando conoces a alguien nuevo

La brecha del agrado se convierte en un esquema mental muy importante durante la adolescencia. A medida que pasan los años y llegamos a la madurez, nos preocupa menos la impresión que generamos en quien acabamos de conocer. Nos sentimos más seguros de nosotros mismos y la autoconfianza vertebra buena parte de nuestra interacción cotidiana.

Sin embargo, ¿qué podemos hacer si esa vocecilla insegura persiste en nuestro universo mental? ¿Qué estrategias aplicar cuando seguimos dando vueltas a nuestras conversaciones, y tememos dar siempre una mala impresión a las personas nuevas que llegan a nuestra vida? Lo analizamos.

Las dudas son un fenómeno común, la otra persona piensa lo mismo

«¿Le habré parecido antipático? ¿Pensará que hablo demasiado o demasiado poco? ¿Creerá que soy una persona aburrida y poco interesante?». A veces, podemos pasar horas dándole vueltas a estas ideas. Ahora bien, debemos entender algo muy básico. Todo el mundo tiene dudas de sí mismo cuando acaba de conocer a alguien.

La gran mayoría de nosotros necesitamos gustar a los demás. Así que es muy probable que, mientras nosotros estemos dándole vueltas a esa primera conversación, la otra persona esté haciendo exactamente lo mismo.

Gústate y gustarás a las personas adecuadas

La brecha del agrado puede ser una auténtica tortura si le damos demasiado poder. Puede hacer que derivemos en el abismo de la ansiedad social, en suponer que siempre haremos el ridículo y que los demás nos juzgan a cada instante. Pocas realidades son más liberadoras que ser nosotros mismos y dejar que las personas adecuadas lleguen a nuestras vidas.

La autoconfianza, percibirnos como seres preciosos con virtudes y valías de lo más interesantes, nos permitirá caminar por la vida con mayor aplomo. No es necesario -ni saludable- gustar a todo el mundo. Basta con conectar con esas figuras que están en armonía con nuestros valores y personalidad. Nada más.

Es cierto que el tejido de las relaciones sociales puede ser tortuoso en ocasiones. Sin embargo, ese es un viaje de aprendizaje constante en el cual, nunca debe faltarnos esa brújula bien calibrada como es el amor propio y la autoestima. Solo así trazaremos las mejores conexiones.


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    • Boothby, E.J., Cooney, G., , Sandstrom, G.M., & Clarke, M.S. (2018) The Liking Gap in Conversations: Do people like us more than we think? Psychological Science, 29(11), 1742-1756
    • Mastroianni, A.M., Cooney, G., Boothby, E.J. & Reece, A.G. (2021) The liking gap in groups and teams. Organisational Behaviour and Human Decision Processes, 162, 109-122.

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