Cómo y para qué enseñar a meditar a los niños

Cómo y para qué enseñar a meditar a los niños
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 29 julio, 2019

La meditación y la atención plena han sido vistos durante mucho tiempo como actividades para adultos. Pero esta visión está empezando a cambiar. En la actualidad, existe un interés creciente por enseñar a meditar a los niños para ayudarles a relajarse, eliminar el estrés y aprender cómo conectar con su propia fuente interna de calma.

Pero, ¿quién puede enseñar a meditar a los niños? Enseñar a los niños a meditar y a practicar la atención plena es algo que incluso las personas iniciadas pueden compartir con ellos. Solo hay que poner interés, conocer técnicas sencillas, practicar previamente y, sobre todo, entender por qué la meditación y la práctica de la atención plena son tan interesantes.

Por qué enseñar a meditar a los niños

Prisas, tecnología, exceso de estimulación y rapidez son algunas características que parece imponernos la vorágine cotidiana, tanto en los adultos como en los niños. En este sentido, la razones para enseñar a meditar a los niños son las mismas por las que deberíamos meditar los adultos: para conectar con nuestro yo y absorber la energía de la tierra.

El estrés al que nos sometemos deriva en tensión y fatiga y nos impide concentrarnos y enfocarnos. Los adultos transmitimos esto a los niños. La meditación es una herramienta que nos ayuda a ser más conscientes de nosotros mismos, a captar energía positiva y a transmitirla también.

Padres intentando enseñar a meditar a los niños

Con la meditación aprendemos a permanecer conectados con la tierra, a vivir el momento presente y a disfrutar de un tiempo de tranquilidad. Esto permite aliviar la tensión, mantenerse conectado con la propia esencia y construir un sentido del amor propio y la autoestima.

 

Las personas que desde niños aprenden y practican meditación cuentan con herramientas para gestionar la ansiedad y mantenerse enfocados que podrán utilizar toda la vida, que les permitirán vivir de manera más plena y consciente. La meditación tiene otro valor adicional para los niños, porque les ayuda a mejorar la concentración y el aprendizaje.

La meditación es un entrenamiento de la mente que, al favorecer la concentración, mejora la interacción del niño en el proceso educativo. Algo que favorece el aprendizaje.

5 estrategias para enseñar a los niños a meditar

Cuando enseñamos meditación a los niños tenemos que elegir las técnicas apropiadas para la edad de nuestros pequeños alumnos. Los siguientes consejos y estrategias te servirán para encauzar esta enseñanza.

1. Da ejemplo

Si quieres enseñar a meditar a un niño es necesario que él te vea hacerlo a ti primero o, al menos, que sepa que lo haces. Saber meditar es vital para que conozcas hasta qué punto esto es beneficioso. Con ello, despertarás la curiosidad en el niño.

Los más mayores incluso podrán identificar el efecto que ha causado en ti el hecho de meditar. Una vez que haya un interés genuino y natural por la meditación en el niño podrás guiarlo hacia una mejor comprensión y fomentar su propia práctica.

2. La respiración es el anclaje

Madre e hija meditando al aire libre

 

Todas las personas que practican y enseñan la meditación saben que la respiración es el comienzo y el final de todos los tipos de meditación. Llevamos nuestra respiración con nosotros en cada momento. Por lo tanto, la respiración se convierte en el ancla, nos ayuda a centrarnos en el momento y en lugar presente.

Los niños pueden aprenderlo simplemente observando su respiración, fijándose en cómo su pecho o su abdomen sube y baja con la inhalación y la exhalación. Esto les ayuda a estar en el momento presente, centrados en su respiración y en ninguna otra parte. Haciéndolo con él, los dos estaréis anclados en ese momento juntos, lo que reforzará el vínculo entre ambos.

3. Aprende a adaptarte

La enseñanza de la meditación para los niños es un viaje personal para ellos y para ti. Los niños no siempre responden de la forma en que los adultos queremos. Con la meditación ocurre lo mismo. Podemos guiarlos en cómo sentarse, cerrar los ojos y en todos los pasos que deben dar, pero si ellos no quieren hacerlo no hay forzarlos.

Debes buscar estrategias para conectar con su interés, ofrecerles herramientas que les ayuden a calmarse y a relajarse. Muchos niños tienen dificultades para estar quietos o callados, lo cual no es malo, pero sí supone un reto.

 

4. Usa tu imaginación

Madre enseñando a meditar a su hija

Los adultos pasamos mucho tiempo pensando de forma racional y analítica, pero la meditación es un momento para ser creativos y dejar volar la imaginación, para crear un lugar hermoso y seguro que a los pequeños también les encantará.

En cualquier caso, puedes encontrar muchos libros con meditaciones específicas para niños que te ayudarán a crear el ambiente. Puedes usarlas tal y como estén en el libro y, a partir de ahí, crear las tuyas propias o dejar que el niño también colabore en la creación de la meditación.

5. Prepárate para un dosis extra de paciencia

La idea de enseñar a meditar a los niños puede parecer maravillosa. Pero no es fácil. De hecho, puede resultar muy frustrante si no lo enfocas desde una perspectiva flexible y paciente. Deja que el niño desarrolle su propia curiosidad, que se sienta libre cuando le propones las meditaciones y que observe y “maneje” la situación.

Con niños especialmente inquietos es interesante plantear la meditación como un gran instrumento para que ellos se hagan dueños de su propia energía y puedan canalizarla adecuadamente. Algo que es más fácil con los niños tumbados, en vez de sentados.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.