¿El cerebro descansa?
¿El cerebro descansa? A menudo, hay quien nos aconseja que lo “apaguemos”, que reduzcamos su actividad. Sin embargo, debemos entender que aun en un estado de calma como cuando practicamos meditación o incluso cuando descansamos por la noche, este órgano sensacional nunca deja de trabajar. Aunque, eso sí, sus ondas eléctricas y el modo en que ejerce sus conexiones neuronales suele variar.
Todo organismo vivo está en continuo funcionamiento. Cada célula lleva a cabo constantes cambios metabólicos y, por tanto, el término “descanso” es claramente inviable en todo órgano que, obviamente, esté aferrado a la vida. Si la actividad de una célula se detiene, muere. Ahora bien, aun sabiendo esto, nos preguntamos si nuestro cerebro se da, en algún instante, un respiro.
La pregunta obedece a diferentes motivaciones. Una de ellas es porque, a menudo, pensamos que tenemos un control absoluto sobre este órgano. Como entidad donde se articulan nuestros razonamientos, deseos, proyectos y decisiones, llegamos a creer que tenemos cierto dominio sobre él, cuando en realidad no es así.
Cuando dormimos él no duerme, de hecho, está increíblemente activo. Aún más, por llamativo que nos parezca, en esas épocas en que experimentamos mayor estrés y ansiedad, él presenta mayor desconexión porque no puede estar pendiente de tantos estímulos. De ahí que tengamos fallos de memoria, de ahí que experimentemos continuos despistes. Es una máquina perfecta que merece ser conocida en profundidad…
“Si nuestro cerebro fuera lo bastante simple como para que lo entendiéramos, no seríamos lo bastante inteligentes para comprenderlo”.
-David Eagleman-
¿El cerebro descansa en algún momento?
El cerebro tiene una función vital, al igual que todas las células vivas, tejidos, órganos y sistemas de nuestro cuerpo. Ahora bien, además de las simples tareas relacionadas con el metabolismo, la producción de proteínas, el consumo de oxígeno y otras tareas indispensables para la vida, el cerebro tiene otros objetivos.
Es quien alberga esos centros de poder donde articular la cognición, la consciencia y todos los procesos inconscientes sobre los que no tenemos control alguno. El cerebro está constantemente ocupado, tanto en las fases de vigilia como de sueño. Aun estando en la fase REM, su actividad eléctrica es muy intensa, recordándonos, por tanto, que él nunca descansa.
La energía oscura del cerebro y la actividad inconsciente
Neurólogos como el doctor Marcus E. Raichie, de la Universidad de Washington en Saint Louis, Missouri, llamó “energía oscura” a esos procesos y decisiones que a menudo llevamos a cabo sin ser plenamente conscientes de ellos. Un ejemplo: estamos durmiendo la siesta y, de pronto, una mosca se posa sobre nuestra nariz.
De pronto, y en menos de un segundo, somos capaces de apartar de un manotazo al insecto. No ha hecho falta que lo pensáramos; la respuesta es automática. Asimismo, el célebre David Eagleman nos explica en su libro Incógnito que, para saber si el cerebro descansa, debemos entender un sencillo aspecto. Si lo hiciera dejaríamos de ser todo lo que somos. Es más, estamos obligados a asumir que hay, efectivamente, un lado oscuro en este órgano, una dimensión velada de la cual no tenemos control alguno.
Como bien decía Sigmund Freud, el cerebro y la mente humana se rigen en buena parte por tareas y actos inconscientes; esos sobre los que no tenemos control.
El cerebro en la fase del sueño y la compartimentación de las sinapsis
Sabemos ya que el cerebro por la noche no duerme. No importa que nosotros estemos sumidos en lo más profundo de ese universo onírico: él sigue increíblemente activo. Sin embargo, y aquí llega un interesante matiz, trabaja de otro modo y “permite” que algunas células sí descansen. Giulio Tononi, experto en el estudio de la consciencia y trastornos del sueño de la Universidad de Wisconsin-Madison, realizó un interesante estudio con el que demostrar algo muy interesante.
- Decir que el cerebro descansa por la noche es un error “a medias”. No lo hace, sino que presenta una actividad eléctrica muy intensa, sin embargo, manda órdenes para que una serie de células y regiones cerebrales sí lo hagan. Es decir, el cerebro permite que pequeñas áreas cerebrales sí “descansen”.
- Es lo que se conoce como “compartición”. En este trabajo se nos explica que se apagan determinadas sinapsis que no son útiles durante la noche. De ese modo, al día siguiente se reactivan de manera más intensa y saludable.
- Asimismo, dicha compartición permite activar a esas otras áreas que facilitarán la integración de la información. La misma que conformará, por ejemplo, parte de nuestra memoria a largo plazo.
El cerebro no descansa, pero puedes ayudarle a que funcione mejor
Además de la clásica pregunta sobre si el cerebro descansa, también es común que tengamos curiosidad sobre si hay algún modo de que sea más eficiente. De este modo, algo que debemos tener claro es que la hiperestimulación es uno de sus peores enemigos. Someternos a estados de estrés, preocupaciones constantes o estar siempre ante las pantallas de nuestros dispositivos electrónicos supone un serio impacto para la salud cerebral.
Por tanto, lo ideal es promover actividades que lo suman en estados de armonía. Hay procesos que equilibran sus funciones, que lo estimulan de manera positiva y potencian sus funciones. Son los siguientes:
- La meditación.
- Caminar.
- Soñar despiertos.
- Una siesta de 20 minutos.
- Llevar a cabo actividades placenteras: leer, dibujar, pasear por la naturaleza, tener conversaciones interesantes…
Para concluir, recordemos una vez más que el cerebro nunca descansa. Sin embargo, que él no lo haga no significa que tampoco nosotros debamos hacerlo. Seguir unas mismas rutinas, cuidar de nuestras emociones y atender de nuestra higiene del sueño es clave para su bienestar (y el nuestro).
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Eagleman, David (2015). El cerebro. Madrid: Anagrama