El desarrollo de la benevolencia, según los orientales

El desarrollo de la benevolencia es el cultivo de una actitud de bondad hacia ti mismo, hacia los demás y hacia todo lo existente. El budismo, en particular, lo concibe como un ejercicio fundamental para alcanzar la paz interior.
El desarrollo de la benevolencia, según los orientales
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 02 marzo, 2020

El desarrollo de la benevolencia es fundamental en las filosofías orientales. Lo consideran uno de los ejes de la armonía interior, ya que nadie puede estar en paz consigo mismo si al mismo tiempo no mantiene una relación noble y bondadosa con los demás. De hecho, piensan que para ser buenos con nosotros mismos también tenemos que serlo con otros.

Los budistas piensan que las emociones no son algo que simplemente surge sin que podamos ejercer un control al respecto. El desarrollo de la benevolencia supone, por el contrario, que sí es posible canalizar de manera consciente esas emociones y que ellas no son dueñas de nosotros, sino nosotros de ellas.

En las filosofías orientales  se cree que los sentimientos son como semillas. Tales semillas están ahí, pero solo germinan y crecen si creamos las condiciones para que eso ocurra. Si, en cambio, no las alimentamos, al final no se cosecharán. Es lo mismo con el desarrollo de la benevolencia, se trata principalmente de una decisión fruto de nuestra voluntad.

Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible”.

-Mahatma Gandhi-

Mano con flores para representar el crecimiento postraumático

El primer paso para el desarrollo de la benevolencia

Los budistas piensan que hay técnicas de relajación que contribuyen al desarrollo de la benevolencia, a la cual denominan Metta. Volviendo a la metáfora de las emociones como semillas, lo que estas últimas necesitan para crecer es tierra y agua. En este caso, la tierra –la atención consciente  y el agua son los métodos para encauzar las emociones.

Así que lo primero es hacer una práctica de atención plena, con frecuencia. Basta con buscar un lugar apartado y sentarte en silencio. Luego, lo que se debe hacer es centrar la atención en el cuerpo , repasando mentalmente todos sus componentes, comenzando por los pies y ascendiendo hacia la cabeza.

Después de hacer ese repaso mental, la idea es centrarte en el corazón y percibir cómo late. Después, preguntarte por las emociones  que se alojan allí. Lo adecuado es dejar que fluyan, sin cuestionarlas. El objetivo es precisamente ese: mirar de frente las emociones que te habitan, no para rechazarlas, sino para reconocerlas. Esta sería la atención inicial que requieres para el desarrollo de la benevolencia.

Los métodos de canalización

Según estas filosofías, hay cuatro métodos básicos para aprender a canalizar las emociones. Son las palabras , los recuerdos, el cuerpo y la imaginación creativa. No es necesario usarlos todos, sino en principio solamente explorarlos.

De este modo, cada quien descubre cuál es el que se ajusta mejor a su forma de ser y de actuar. El método del cuerpo corresponde al ejercicio de la atención plena, enfocada hacia lo que se siente por los demás y hacia todo lo existente.

El método de las palabras y las frases consiste simplemente en organizar mensajes benevolentes hacia los demás. En su forma más básica incluye esta frase, que es una especie de mantra: “Que esté bien, que sea feliz, que esté libre de sufrimiento”. Lo más importante es concentrarnos en decir esas palabras realmente de corazón.

Este ejercicio se debe hacer de manera pausada, dejando un lapso entre una frase y otra. También es recomendable sincronizar estos mensajes con el ritmo de la respiración. La inhalación sirve para conectarte con el sentimiento y la exhalación para decir la frase de bienestar para otro. La idea es que crees tus propios mensajes.

Mujer disfrutando el arte de no pensar

Los recuerdos y la imaginación creativa

Los recuerdos se utilizan para armonizarte contigo mismo. Si logras revivir emociones buenas en tu corazón y mantenerlas presentes, de seguro la relación con los demás también será más armónica. En este caso simplemente se trata de evocar esos momentos que dejaron un recuerdo hermoso o gratificante. Tratar de repasar los recuerdos, con tantos detalles como sea posible.

La imaginación creativa consiste en hacer una imagen mental de un lugar maravilloso, ese donde quisieras estar. Deja que tu mente lo construya libremente y ponle a ese paisaje todo lo que sientes que haría sentir muy bien. Agua con peces de colores, mucha naturaleza con flores, un clima apacible, quizás un cielo limpio, o, en todo caso, lo que sientas que te armonice.

Los budistas piensan que lo mejor es el desarrollo de la benevolencia por estadios. Así, lo adecuado dentro de estas prácticas es que primero te concentres en ti mismo, luego en un amigo, después en alguien que te resulte neutral, enseguida en alguien que te cause un conflicto y, finalmente, en todo lo existente. Esta práctica tiene por objetivo la armonización, no la desaproveches.


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  • Dragonetti, C. (2013). Dhammapada: la esencia de la sabiduría budista. Fundación Bodhiyana.

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