¿De qué se trataba el experimento ruso del sueño?

Este experimento buscaba averiguar si era posible que los humanos no necesitaran dormir. Aunque la historia podría ser real, apunta más hacia una leyenda difundida en Internet.
¿De qué se trataba el experimento ruso del sueño?
Sharon Laura Capeluto

Escrito y verificado por la psicóloga Sharon Laura Capeluto.

Última actualización: 13 diciembre, 2023

Cuando abordamos investigaciones que transgredieron la ética científica y el respeto por los derechos humanos, es inevitable referirse al experimento ruso del sueño. Este impactante relato tiene como protagonistas a cinco prisioneros que, en el turbio escenario de la posguerra, fueron sometidos a un gas psicoactivo.

Esta sustancia tenía como objetivo nada menos que eliminar la necesidad de dormir, todo en aras de aumentar la productividad en la Unión Soviética y fortalecer esta imagen frente a sus adversarios.

Sin embargo, es crucial destacar que esta historia fue difundida a través de una web Creepypasta, un foro diseñado para asustar o perturbar al lector. Por lo tanto, su autenticidad se encuentra en tela de juicio. Descubramos el contexto que dio origen a esta narración y conozcamos las inquietantes revelaciones que emergieron de las supuestas mentes expuestas a la privación del sueño.

¿Cuándo inició el experimento ruso del sueño?

Esta historia se desarrolla en la penumbra de la década de 1940, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. En este período, cargado de secretos y tensiones, surgieron relatos inquietantes que hasta el día de hoy capturan la atención de muchos.

Bajo este escenario, la amenaza de una Tercera Guerra Mundial se intensifica, sobre todo, ante la demostración del poder nuclear por parte de Estados Unidos. En su búsqueda por superar a su principal adversario y debilitar a las potencias capitalistas, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) contempló investigaciones que desafiaron los límites éticos.

La narrativa sugiere que la URSS estaba ansiosa por encontrar una ventaja estratégica sobre sus enemigos. Y prescindir del sueño podría haber sido percibido como un medio para mejorar la eficiencia, la resistencia y el rendimiento de las personas en situaciones de conflicto.

Aunque contaban con una sustancia prometedora, todavía faltaba demostrar su eficacia en seres humanos. Ahora bien, probar este químico directamente en personas de sus propios territorios suponía un riesgo alto y quizás la derrota en la guerra. Por esta razón, buscaron «conejillos de indias».

De esta manera, y debido a su extrema crueldad, el experimento ruso del sueño se convirtió en una leyenda que no deja indiferente a nadie.



¿Cómo fue el experimento ruso del sueño?

El cometido de esta indagación era tan simple como perturbador: exponer a seres humanos a un gas para descubrir si era posible eliminar la necesidad de dormir. Este macabro planteamiento formaba parte de la base de una prueba rodeada de misterio y especulación.

Se dice que cinco individuos, prisioneros del gulag, fueron sometidos a esta prueba atroz. Su única encomienda consistía en sobrevivir en la base mientras se les exponía a un gas excitante diseñado para resistir sin dormir. Se les aseguró que, tras aguantar durante treinta días, les concederían la libertad.

Así, los investigadores rusos mantuvieron despiertas a cinco personas durante semanas, al administrarles el estimulante gaseoso experimental. Encerraron a estos sujetos en un pequeño cubículo hermético, controlado a través de micrófonos y ventanas. La habitación estaba equipada con agua, suficiente comida y algunos libros.

Resultados de la privación rusa del sueño

Durante las primeras horas todo parecía transcurrir de manera bastante neutra y pacífica. Se oían conversaciones triviales entre ellos y el malestar aún no se hacía presente o, al menos, no se expresaba de forma significativa.

Sin embargo, lo que pasó con el correr de los días resultó de lo más estremecedor. La atmósfera, que era serena en un inicio, se volvió claustrofóbica y las interacciones entre los sujetos se tornaron cada vez más oscuras e inquietantes.

Fue en el quinto día cuando el malestar inevitable empezó, poco a poco, a hacerse evidente. Las quejas sobre las condiciones aumentaron en intensidad y los sujetos comenzaron a desconfiar entre ellos, revelando una paranoia severa.

El noveno día, los individuos exhibieron comportamientos llamativos. Uno de ellos corrió y gritó de forma incesante durante tres horas; mientras, sus compañeros no manifestaron reacción alguna. Y es que el no dormir bien descontrola las emociones.

Durante los siguientes días, la habitación se mantuvo en un silencio alarmante. Los investigadores quedaron desconcertados al considerar improbable no detectar sonidos, incluso cuando el consumo de oxígeno indicaba que las cinco personas todavía estaban vivas. Esta situación los obligó a ingresar a la sala y dejar entrar aire fresco. Solo uno de los participantes había muerto.

La mayor parte de la comida estaba intacta. Según, los prisioneros se autolesionaron, arrancándose parte de la piel y músculos para consumirlos. Y lo que pedían sorprendió aún más a los investigadores: no querían ser liberados; suplicaban que encendieran nuevamente el gas, el cual, al parecer, causó adicción.

A partir de esto, se desencadenó una lucha en la que los sujetos se resistían con ferocidad a salir de la habitación. Impactante, ¿verdad? A pesar de las objeciones planteadas por algunos científicos, el comandante del experimento tomó la decisión de reintroducir el gas.

Y uno a uno los prisioneros sucumbieron en episodios de muerte cerebral, provocada por el sueño. La escena marcó el trágico desenlace de una investigación que llevó a sus participantes al límite de la cordura y la supervivencia.



Otras pruebas perturbadoras que violaron las normas éticas

A lo largo de la historia, la sed insaciable de conocimiento, junto a la desensibilización ética, ha impulsado a algunos investigadores a perpetrar actos atroces contra sus semejantes; ejemplo de ello es el experimento monstruo. Otras de las indagaciones más populares y controversiales que dejaron huella, debido a sus prácticas inhumanas, son los siguientes:

  • Experimento de Milgram: el psicólogo Stanley Milgram administraba descargas eléctricas a otras personas para evaluar la obediencia y el poder de la autoridad.
  • Experimento de la prisión de Stanford: este estudio simulaba un entorno carcelario con participantes asignados de forma aleatoria como prisioneros o guardias.
  • Proyecto MK Ultra: llevado a cabo por la CIA durante la Guerra Fría, esta pesquisa buscaba controlar la mente humana mediante el uso de drogas y manipulación psicológica.

A diferencia del experimento ruso del sueño, no hay dudas sobre la autenticidad de las investigaciones mencionadas antes. Tanto su ejecución como sus impactos cuentan con respaldo sólido, a través de evidencias y testimonios verificables.

Experimento ruso del sueño: una narrativa Creepypasta

Esta escalofriante historia cobró vida en una de las páginas web dedicadas a compartir relatos Creepypasta . Hablamos de un género de narrativa de terror que se divulga en varias plataformas en línea, incluyendo foros, blogs y redes sociales. ¿Cuál es su especialización? Difundir cuentos terroríficos y ficticios cuyas bases son leyendas y mitos urbanos.

En el 2010, la comunidad lanzó un proyecto que desafió a sus miembros a competir por la leyenda urbana más espeluznante. Fue entonces cuando un usuario, bajo el nombre de OrangeSodda, escribió la historia del experimento ruso del sueño, convertido en uno de los relatos más divulgados.

Si bien la identidad real del autor se desconoce, es muy probable que detrás de esa cuenta se encontrara un adolescente apasionado por este género.

Entonces, ¿la investigación fue real o ficticia?

¿Esta enigmática y cruel historia es un testimonio impactante de la realidad o una ingeniosa creación de la imaginación? La respuesta apunta, de manera afortunada, hacia la segunda opción. Pero la conclusión no solo se debe a los relatos Creepypasta, sino a ciertos detalles incongruentes con la realidad.

Por ejemplo, no hay respaldo científico para los eventos relatados. ¿Sobrevivir después de automutilarse? ¿Un gas con la capacidad de mantener despierto a una persona por semanas? ¿Comportamientos zombis? Nada de esto tiene sostén científico. Además, es bastante improbable que una penitenciaría soviética liberara prisioneros por ser parte de un experimento. Visto con esta lupa, gana el absurdo.

Lo que sí es real y cuenta con el soporte científico es el experimento de Randy Gardner y Brice McAllister, en 1964. Ambos quisieron investigar cómo la falta de sueño incide en las funciones cognitivas. Así las cosas, supervisado por McAllister y un profesor de Stanford, Randy estuvo 11 días y 25 minutos sin dormir, y sin probar ningún estimulante, lo que le llevó a ingresar al Libro Guinness de los récords.

Es lo más cercano que pudiera compararse con el presunto proyecto ruso. Ellos descubrieron que durante tantas horas despierto, algunas partes del cerebro de Randy descansaban y se reponían, mientras que otras estaban activas. Uno de los efectos asociados a su indagación, evidenció el posterior insomnio temporal.

Una leyenda que persiste y crece

Aunque sobre la historia de los prisioneros rusos que no durmieron durante un mes pesen más las señales de un relato ficticio, es común encontrar en Internet ciertas añadiduras al cuento, haciendo que este persista y se expanda.

Y es que estas historias ganan popularidad a medida que se comparten en línea (copy paste); algunas de ellas alcanzaron los medios de comunicación más convencionales, generando debates sobre su credibilidad y desafiando la distinción entre la realidad y la fantasía.


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