Explorando la genofobia: el miedo a las relaciones sexuales

Hay quien solo con pensar en la intimidad física y sexual experimenta una ansiedad paralizante. Se trata de un tipo de fobia muy concreta que te explicamos en la siguiente lectura.
Explorando la genofobia: el miedo a las relaciones sexuales
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 23 agosto, 2023

La sexualidad y el poder disfrutar de las relaciones íntimas enriquece tu vida. Te permite también construir vínculos satisfactorios y reforzar tu autoestima. Ahora bien, hay quien sufre genofobia, un tipo de condición que cursa con miedos intensos ante todo lo que tenga que ver con el sexo. Se trata de una realidad clínica asociada a un trastorno de ansiedad.

Aparece tanto en hombres como en mujeres y altera por completo el plano sexoafectivo. Son experiencias en las que, aunque haya besos y los abrazos, cuando llega el momento de ir más allá, surge el bloqueo turbador y la angustia aterradora. El universo mental se llena de imágenes desagradables que se traducen en pánico. A continuación, detallamos todos los datos.

Genofobia: definición, características y causas

La genofobia es el temor irracional al sexo y todo lo que tenga que ver con la intimidad física. Cabe señalar que no se trata de ninguna condición clínica descrita en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). Es un tipo de fobia específica y, por tanto, un problema de ansiedad caracterizada por miedos desproporcionados.

Te interesará saber que el miedo al sexo es una experiencia frecuente en la población. El Journal of Sex & Marital Therapy realizó una investigación en personas de entre 14 y 60 años y demostró que lo sufrían el 23,9 % de las mujeres adultas y el 10,3 % de los hombres. Ahora bien, una conducta fóbica es algo más que un miedo. Analicemos primero sus particularidades.



Características del miedo a las relaciones sexuales

Las fobias específicas suelen manifestarse de diversas formas en cada individuo. De este modo, las relativas al sexo integran un gran número de situaciones que se acompañan de emociones paralizantes e ideaciones irracionales. Las nombramos enseguida:

  • Síntomas somáticos: es común que sufran mareos, malestar estomacal, cefaleas, temblores, tensión muscular, palpitaciones, sudoración, problemas para respirar, etc.
  • Síntomas emocionales: la cercanía de una persona que demuestra interés sexual se traduce siempre en un miedo intenso y angustia. También aparece el asco y el terror ante la posibilidad de entrar en contacto con otro cuerpo.
  • Respuestas cognitivas: la persona con genofobia experimenta ideas extremas y muy irracionales sobre lo que puede significar ese contacto sexual. Piensa que sufrirá dolor, que se pondrá en evidencia y experimentará una gran vergüenza, etc. Además, sienten incomodidad con la desnudez.
  • Síntomas conductuales: el comportamiento evitativo es la característica más frecuente en esta condición psicológica, sobre todo, cuando se ven expuestos a situaciones de intimidad física y contacto sexual. Asimismo, es posible que estas experiencias desemboquen en gran nerviosismo, agitación y ataques de pánico.
La genofobia puede tener efectos muy desgastantes. Tanto es así que algunas personas optan por la asexualidad y convencerse a sí mismas de que no experimentan atracción o interés sexual —cuando no es así—. Sin embargo, elegir esta forma de vida por miedo, intensifica el sufrimiento y la soledad.

¿Cuáles son las causas asociadas?

Tal y como resaltan un artículo en la revista Folia Medica, el miedo a las relaciones sexuales se traduce en conductas aversivas que cursan con gran angustia interpersonal. El desgaste psicosocial es inmenso y puede causar ruptura de los vínculos de pareja. Llegados a este punto te preguntarás qué hay detrás de la genofobia. Profundicemos en ello.

  • Inseguridad corporal: la insatisfacción con el propio cuerpo, el miedo a ser rechazados y la dismorfia corporal son auténticos caballos de Troya a la hora de tener relaciones sexoafectivas satisfactorias y plenas.
  • Temor a la enfermedad: es muy común que quien padece una fobia específica sufra otras. En este caso, es posible un temor irracional a contraer enfermedades venéreas, a estar en contacto con virus o bacterias, etc.
  • Condicionantes ambientales: la cultura, la religión y la educación moldean y pueden integrarte ideas distorsionadas sobre el sexo y la sexualidad. Tanto es así que hay quien desarrolla una fobia a algo tan natural como es el sexo.
  • Ansiedad por desempeño sexual: la genofobia se explica también por ese miedo irracional a no estar a la altura durante la relación sexual. El temor a no dar el suficiente placer al otro o parecer inexperto, define un desencadenante más.
  • Traumas sexuales: abusos en la infancia, violaciones, etc. Tales vivencias se traducen, a menudo, en miedo al sexo. El Journal of Child Sexual Abuse nos dice en un artículo que, aunque las mujeres con mayor frecuencia son víctimas de estos hechos, hay hombres que sufrieron en la niñez dichas experiencias, pero no hablan de ello.
  • Condiciones médicas: hay muchas personas con disfunciones sexuales no tratadas. Los problemas de erección y el vaginismo son ejemplo de ello. Un trabajo divulgado en el Journal of the British Association for Sexual and Relationship Therapy precisa que detrás de esta última condición hay factores psicológicos. Abordarlos es el mejor modo de desactivar las fobias.

¿Cómo se trata la fobia al sexo?

A la hora de tratar el miedo a las relaciones sexuales se partirá siempre de un adecuado diagnóstico psicológico. Es decisivo identificar la causa para elegir el abordaje más efectivo. De este modo, en caso de existir un trauma sexual subyacente, es imprescindible tener en cuenta esa realidad clínica. Analicemos, no obstante, los enfoques terapéuticos más adecuados.

1. La terapia breve-estratégica

La terapia breve-estratégica de Giorgio Nardone es una de las más útiles para tratar las fobias, los trastornos de ansiedad y las obsesiones. En este caso, el terapeuta se centra en lograr que el paciente identifique los patrones de pensamiento y de comportamiento disfuncional que mantienen el problema.

El objetivo es darle herramientas a la persona para que cambie esa realidad mediante soluciones específicas. La principal ventaja que ofrece este modelo, es que se busca lograr resultados tangibles en un período más breve que otras formas de terapia.

2. La terapia cognitivo-conductual con exposición

En la actualidad, a la hora de tratar las fobias específicas se utiliza cada vez más la terapia cognitivo-conductual junto a la realidad virtual. Esto permite que la persona con genofobia se exponga a sus miedos a través de este recurso innovador. Una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine destaca sus interesantes beneficios.

Cabe señalar que el modelo cognitivo-conductual es uno de los más eficaces. Te ayuda a dar forma a patrones de pensamiento y conducta más saludables, aportándote herramientas de gestión emocional, relajación y entrenamiento de habilidades.

3. Terapia EMDR para los traumas

El EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) es una técnica que se usa con frecuencia y gran eficacia para tratar los traumas. En este caso, si la fobia al sexo parte de una o varias vivencias traumáticas, el presente enfoque resulta muy útil para abordar dicha experiencia e integrarla poco a poco con el fin de que la persona recupere el control de su vida.

4. Enfoque farmacológico

Si el médico o el psiquiatra lo valora, se recomendará un tratamiento con ansiolíticos y/o antidepresivos durante un tiempo determinado. Esto aliviará la sintomatología asociada a la fobia específica y facilitará también el propio proceso psicoterapéutico.



La fobia a la intimidad sexual limita tu vida

Es posible que te identifiques con todo lo descrito. Si es así, debemos decirte que hay muchas personas que viven la presente fobia al sexo. Y esta realidad psicológica condiciona por completo a quien la sufre. Porque vivir con miedo, sea cual sea, limita tu bienestar, autoimagen y la capacidad para construir vínculos satisfactorios.

Te animamos, por tanto, a que solicites ayuda especializada. No sientas inquietud o vergüenza por hablar de este problema, hay recursos terapéuticos eficaces que pueden ayudarte. Mereces disfrutar de esos instantes de intimidad con tu pareja, sin angustia, sin evitar una y otra vez la oportunidad de sentirte bien; de ser tú mismo.


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