Kelvin Doe, el niño que hizo ingeniería en un basurero

La historia de Kelvin Doe es la historia de un niño que era consciente de que nadie le iba a ayudar. Por eso tomó la decisión de ayudarse a sí mismo y lo hizo bien.
Kelvin Doe, el niño que hizo ingeniería en un basurero
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 26 febrero, 2022

Kelvin Doe es la prueba viviente de que las carencias pueden ser una limitación, o un desafío, depende como lo veas. Hay quienes tienen mucho y con eso logran poco. Hay otros, como Kelvin, que con poco lo hacen todo y paso a paso van encontrando el camino para salir del laberinto que encontraron al nacer.

La historia de Kelvin Doe comienza Freetown, la capital de uno de los países más pobres del mundo: Sierra Leona. Corría el año 1996 cuando nació en una barriada pobre, mientras su nación intentaba recuperarse de una guerra civil que solo había terminado unos años antes. En el país se hablaba aún de masacres, de crímenes de guerra, de heridas sin sanar.

Kelvin era un niño negro, africano y pobre, tres características que no parecían augurarle un buen futuro en un mundo donde dominan los blancos, el hemisferio norte y los ricos. Un chico alegre, con una madre trabajadora y entregada y sin un padre que velara por ellos. Quizás por costumbre, o quizás por algún rezago de esperanza, iba a la escuela de la localidad para aprender.

Todos podemos hacer un cambio. Cuando empecé no tenía recursos. Me tuve que impulsar a mí mismo”.

-Kelvin Doe-

Sierra Leona

Los basureros de Sierra Leona

El mundo de hoy está lleno de dispositivos electrónicos que se vuelven obsoletos en poco tiempo. Eso hace que se produzcan toneladas de basura tecnológica , pero nunca nos preguntamos a dónde va a parar todo eso.

Pues bien, esos desperdicios terminan en países como Sierra Leona, además de Ghana, China o India. En todos esos países hay sitios, generalmente cerca de las barriadas pobres, en donde se acumulan ese tipo de desechos.

Muchas familias pobres viven de escarbar en esos basureros. Lo usual es que rescaten los elementos que contienen algún tipo de metal que sea vendible en el mercado. Kelvin Doe hacía eso, pero era un chico listo y además de extraer y vender componentes metálicos para ayudar a su madre, también comenzó a sentir curiosidad  por ellos.

Kelvin siempre se quedaba con las piezas del basurero que más le llamaban la atención y las examinaba con cuidado. Preguntaba, averiguaba y cada vez se sentía más fascinado. Quería experimentar con ellas, pero había un problema: en su comunidad solo tenían luz eléctrica durante unas pocas horas a la semana.

Una pequeña gran hazaña

Kelvin Doe pensó que tendría que existir alguna manera de resolver el problema.  Para solucionar el tema fue a la vieja biblioteca de su escuela y allí encontró unos libros  de ingeniería desactualizados y destartalados.

Sin embargo, estos eran suficiente para lograr lo que pretendía: hacer una batería para contar con más horas de energía y hacer sus experimentos. Lo logró y después hizo su propio generador eléctrico.

El generador se convirtió en un punto de encuentro para toda la comunidad. Allí tenían luz, podían recargar los teléfonos móviles reciclados que muchos habían reconstruido y pasaban ratos agradables. Cuando Kelvin Doe comenzó esta aventura tenía 10 años apenas. Cuatro años después pensó que quizás era hora de ir más allá.

Una de sus grandes pasiones era la música, así que decidió hacer una emisora, a través de la cual pasaba sus canciones favoritas, retransmitía los partidos de fútbol para todos e inclusive le daba voz a los vecinos para que expusieran sus problemas. Desde entonces todos empezaron a llamarlo DJ Focus.

Kelvin Doe

Un giro afortunado

En Sierra Leona hicieron un concurso de innovación para los estudiantes de secundaria; Kelvin participó con sus inventos y luego estuvo presente en el Salón de la Innovación. Fue allí donde David Sengeh, estudiante de doctorado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), lo conoció. Quedó asombrado. Con piezas de basura este chico había logrado hacer tecnología. Y lo más sorprendente es que era un autodidacta.

Sengeh le invitó para que contara su historia en varios centros educativos de los Estados Unidos. Kelvin nunca había salido de su ciudad, pero aceptó el reto. Durante dos semanas estuvo hablando de sus inventos en diferentes universidades y centros tecnológicos. Algunos meses después, recibió una propuesta de los canadienses para hacer una red de paneles solares con wifi, con el propósito de llevar electricidad a regiones apartadas de Sierra Leona.

Una cosa llevó a la otra y a los 21 años Kelvin Doe se mudó a Canadá para hacer formalmente, lo que ya venía haciendo desde siempre: estudiar ingeniería. Actualmente adelanta sus estudios y sigue adelante con el proyecto de los canadienses. Cuando se le pregunta por la fuerza que lo ha impulsado, dice: “Mi mamá es la razón de mi inspiración. Quiero volver y ayudar no solo a ella, sino a toda mi comunidad”.


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