Oriana Fallaci, biografía de una testigo

Oriana Fallaci fue una mujer valiente y talentosa, que con su maravillosa forma de escribir ha cautivado a generaciones enteras. Se trata de una de las periodistas más influyentes de todo el siglo XX, marcando un antes y un después en la prensa.
Oriana Fallaci, biografía de una testigo
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 07 diciembre, 2019

Oriana Fallaci es una de las escritoras y periodistas más aclamadas y leídas de todo el mundo. Sus 12 libros han sido traducidos a más de 20 idiomas y se estima que vendió, al menos, 20 millones de copias de sus obras en todo el planeta.

Se destacó principalmente como entrevistadora, pues nadie como ella era capaz de sacar a relucir los aspectos más ocultos de los famosos y de las figuras que ocupaban los órganos de poder.

Oriana Fallaci es uno de los iconos del cuarto poder. Ella demostró que un periodismo ejercido con principios  claros es capaz de alterar los acontecimientos.

Por su grabadora, pasaron varios de los personajes más influyentes del siglo XX. Se dice que todos la detestaban y que esto era para ella una señal de que estaba haciendo las cosas bien.

“Si nos detuviéramos a considerar lo que es de buen sentido y lo que no lo es, lo que es posible y lo que no lo es, la tierra dejaría de girar, y la vida perdería su finalidad”.

-Oriana Fallaci-

Además de su labor periodística, también fue una escritora maravillosa. Su estilo directo, sensitivo y divertido ha cautivado a varias generaciones. En su obra, abordó todo tipo de temas: desde la opresión de la mujer en el mundo musulmán, pasando por la historia de Muhammad Alí y Vietnám, hasta el viaje a la Luna.

Precisamente, respecto al viaje a la Luna, una de las anécdotas más famosas de Oriana Fallaci tuvo lugar durante el periplo del Apolo XII. Se dice que el comandante de la travesía, Charles Conrad, la buscó para que lo aconsejara sobre la frase a decir cuando pisara el satélite. Como Conrad era un hombre bajo, Fallaci le aconsejó decir: “Para Neil sería un pequeño paso , pero para mí ha sido muy grande”.

Grabadora con un café y una libreta

Oriana Fallaci, una partisana

Oriana Fallaci nació en Florencia (Italia) el 29 de junio de 1929. Se suele decir que su madre tenía un carácter muy fuerte. Su padre, Edoardo, era un humilde carpintero, amante de la obra de Marcel Proust y radicalmente izquierdista. Oriana era la primera hija y él esperaba que fuese un hombre . Como esto no ocurrió, de todos modos la educó como si fuese un muchacho.

El padre la enseñó a disparar, a cazar y a resistir situaciones de dolor sin quejarse. Cuando el fascismo se apoderó de Italia, Edoardo y su hija, de apenas 13 años, se unieron a la resistencia. El padre de Oriana Fallaci fue apresado y torturado por los nazis durante la ocupación en Florencia. Ella, mientras tanto, servía como correo humano a la resistencia .

Cuando terminó la guerra, el ejército italiano le otorgó una medalla honorífica por su valor. Oriana Fallaci tenía tan solo 14 años. Fue una excelente estudiante y gracias a una beca logró estudiar Medicina. Sin embargo, su destino la terminaría llevando por otro sendero y, pronto, se dejó seducir por el periodismo, antes de cumplir 20 años ya estaba en el oficio.

Testigo de la historia

Fallaci trabajó para varios periódicos pequeños. A finales de los años 50, comenzó a escribir en la revista L’Europeo. Esta la envió a Estados Unidos para que hiciera notas de farándula. De esa experiencia, surgió su primer libro, Los siete pecados capitales de Hollywood. También a partir de ese viaje, Oriana sintió que su lugar estaba en Estados Unidos y se trasladó a vivir en Nueva York a comienzos de la década de los 60.

Más tarde, se embarcó en una serie de viajes a Oriente de la que surgieron sus obras El sexo inútil y Penélope en la guerra. Posteriormente, vinieron una serie de artículos y un libro sobre los proyectos espaciales de la NASA.

En 1967, fue designada como corresponsal de guerra y se le pidió que cubriera el conflicto de Vietnam. Esto dio lugar a diversas crónicas y a uno de sus más famosos libros: Nada y así sea.

Desde ese momento, su fama se extendió por todo el mundo. Realizó la cobertura de varias protestas sociales. De hecho, en la matanza que tuvo lugar en la Plaza de las tres culturas, en México, recibió varios tiros, algunos creyeron que estaba muerta y la enviaron a la morgue, hasta que un funcionario detectó que seguía con vida y la remitió a un hospital.

Muchos libros

Una mujer, una leyenda

Más adelante, comenzó la era de sus grandes entrevistas. Se puede afirmar que logró sentar a la mesa a los hombres más poderosos del mundo en aquel entonces. Uno de sus diálogos memorables fue el que tuvo con el Ayatolá Jomeini, en el que lo cuestionó por el trato a la mujer y se quitó en presencia suya el vestido con el que había sido obligada a ir. La mayoría de esos trabajos quedaron consignados en el libro Entrevista con la historia.

En 1973, precisamente haciendo una de sus entrevistas, conoció a Alexandros Panágulis, un héroe griego que se había enfrentado a la dictadura, los dos se enamoraron perdidamente. La relación terminó tres años más tarde, cuando Panágulis murió. Esto marcó profundamente la vida de Oriana Fallaci, quien al respecto escribió la obra Un hombre. Siguió cosechando éxitos, pero años más tarde se refugió celosamente en su apartamento de Nueva York.

Allí la sorprendió un cáncer de pulmón y también el 11 de septiembre. Respecto a este hecho, escribió unos artículos tan radicales contra el islam, que tres gobiernos decidieron enjuiciarla por xenofobia. En 2006, y en secreto, pidió que la llevaran a su natal Florencia porque deseaba morir en la ciudad que la vio nacer. Diez días después, el 15 de septiembre, Oriana Fallaci falleció dejando atrás un legado periodístico sin igual.


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  • Hernández González, M. B. Zangrilli, Franco. 2013. Oriana Fallaci e così sia, uno scrittore postmoderno. Pisa: Felice Editore.

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