Personas viscerales, cuando el instinto domina la razón

Ser uno mismo, escuchar al corazón, no ignorar nuestra parte emocional son dogmas actuales. En ellos hay cierto romanticismo que encaja muy bien con las personas viscerales.
Personas viscerales, cuando el instinto domina la razón
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 29 julio, 2022

Las personas viscerales suelen resultarnos atractivas por la autenticidad de sus palabras y sus actos. Son sinceras, decididas, no falsean lo que sienten y suelen ser más resolutivas al tener que aplicar menos inhibición sobre su comportamiento. Además, se dejan llevar por sus emociones de manera apasionada, con menos filtros. Sin embargo, esto que en ocasiones puede parecer fascinante, tiene su reverso problemático.

Ser excesivamente visceral define un tipo de perfil en el que gobierna el instinto y el deseo. A nivel mental, la distancia temporal entre los inputs y la toma de decisiones se reduce. Es más, cuanto más intenso es el deseo, el impulso o esa motivación interna, menos tiene que decir la parte reflexiva; y, por tanto, más frecuente es el arrepentimiento.

Por otro lado, es interesante saber que la psicología lleva décadas interesada en este patrón de comportamiento. En el pasado esas reacciones viscerales favorecieron nuestra supervivencia, y tanto es así que la respuesta visceral sigue muy presente en nuestra programación cerebral, solo que, en ocasiones, dejarnos llevar por ella nos ocasiona más de un problema…

Lo analizamos.

Las personas viscerales suelen reaccionar muchas veces de manera desmedida. Esto puede poner en jaque sus relaciones sociales.

hombre con barba representando a las personas viscerales
Ser muy visceral tiene sus beneficios y sus riesgos. En cualquier caso, es importante que la persona sepa desarrollar un enfoque más reflexivo.

¿Cómo son las personas viscerales?

La visceralidad está relacionada o asociada en su semántica al dictamen de las tripas, las vísceras, de lo que sentimos, y que brota de lo más profundo del interior de la persona. Ahora bien, ¿a qué nos referimos con “lo más profundo”? Con este término estamos dando voz a nuestros instintos, a ese repertorio de estados tales como el dolor, el hambre, el deseo, el miedo

El doctor George Loewenstein, psicólogo de la Universidad de Carnegie Mellon, ha dedicado mucho tiempo a estudiar esos factores “viscerales” inherentes a nuestro hacer. Así, algo que nos señala en una investigación es que la mayoría de nosotros evidenciamos en numerosas ocasiones un claro comportamiento visceral. 

Un sentimiento visceral es aquel que nos insta a hacer algo que no siempre está regido por la razón. Es el mecanismo automático que nos insta a saciar el hambre, a gritar cuando una herida duele, a sentir miedo cuando nos vemos amenazados, etc. Todo ello son patrones conductuales naturales y comprensibles.

Sin embargo, el problema llega cuando entregamos el control de nuestros actos mentales y no mentales a emociones que llevan asociadas mucha energía. Sucede cuando, por ejemplo, nos dejamos llevar por las señales internas de un cerebro adicto al tabaco, al juego, a las compras online, al alcohol, a la comida poco saludable, e incluso a una relación afectiva dependiente y dañina…

Hay personas más viscerales que otras, es cierto. Y aunque este perfil puede tener ciertos rasgos positivos e interesantes, también tiene ese lado más problemático. Lo vemos a continuación.

Los hombres y las mujeres más viscerales tienen una mayor dificultar para prever cómo serán sus reacciones futuras ante determinadas situaciones.

Intuiciones y corazonadas, la voz instintiva

La Universidad de California ha estudiado la relación entre el fenómeno de la intuición con el comportamiento instintivo. De hecho, esta es un área teórica en la que ya profundizó el periodista y escritor Malcolm Gladwell, con su best seller Inteligencia Intuitiva (2005).

Muchas veces, cuando estamos obligados a tomar una decisión, en lugar de analizar cada variable, tomamos el camino más rápido. Las intuiciones y corazonadas son atajos de pensamiento que nos permiten reaccionar rápido ante las demandas cotidianas. Y lo hacemos echando mano no solo de la experiencia pasada.

Nuestras emociones viscerales, como el miedo, la pasión o la curiosidad, nos impulsan a la acción, a esas decisiones poco meditadas. Así, algo característico de las personas viscerales es precisamente dejarse llevar por sus intuiciones de manera constante.

Problemas con el control de la conducta

La persona con serias dificultades para controlar las emociones y los impulsos tiene serios problemas para regular su conducta. Esto la hace imprevisible. Ni siquiera ella misma puede prever su comportamiento futuro. A veces, basta con que haya un malentendido en el trabajo para que reaccione de forma desmedida, y que ello ocasione consecuencias.

Esto no solo resulta complejo para quienes formen parte del entorno del hombre o la mujer visceral. También la propia persona se siente mal consigo misma. Ser consciente de que uno no tiene pleno control sobre su conducta genera inquietud y malestar.

Las personas viscerales y la conducta apasionada

Ser visceral puede ser una ventaja para el artista que busca romper moldes. Supone vivir y expresarse desde las emociones más profundas, algo interesante en muchos campos profesionales. Tampoco podemos dejar de lado que, cuando la personalidad visceral siente pasión por algo (o alguien) evidencia una motivación intensa orientada por el deseo.

Sin embargo, al evitar a menudo el filtro de la razón y los mecanismos de reflexión, pueden excederse, tomar malas decisiones, cometer errores y ver como sus expectativas se rompen una vez tras otra. La emocionalidad en estos perfiles es muy elevada y esto, en ocasiones, puede derivar en estados depresivos o maniacos.

Mujer triste con las manos en la cara representando a las personas viscerales
Cuando se actúa por impulso y llevados solo por emociones intensas, somos más proclives a cometer errores.

El peligro de actuar en contra de uno mismo

Lo señalábamos al inicio. Las personas viscerales pueden llamarnos la atención por su autenticidad, por su pasión, por ese entusiasmo desmedido y efervescente que muestran cuando algo les interesa. Sin embargo, un aspecto que veremos en ellas con frecuencia es el arrepentimiento, la contradicción y la percepción de no tener bajo control las riendas de su vida.

Es muy común escucharles frases como «no sé por qué hice esto», «no entiendo por qué a veces me comporto de esta manera», «no puedo controlarme cuando pasa esto o aquello», etc. La conducta guiada por las emociones viscerales deriva, en ocasiones, en ir en contra de uno mismo. 

El bienestar reside en un comportamiento en el que emociones y razón actúan siempre en consensuada armonía. Solo así decidimos mejor. Únicamente de este modo nos relacionamos, logramos objetivos y nos percibimos a nosotros de manera más positiva.

Para concluir, llegados a este punto, solo cabe recordar un aspecto. Todos podemos evidenciar alguna respuesta visceral en determinados momentos. Atender más el instinto y el deseo inmediato, que la razón es un hecho común. Que suceda de vez en cuando, entra dentro de la normalidad, pero convertirlo en nuestro estilo de vida, no tanto.


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  • Loewenstein, G. (1996). Out of control: Visceral influences on behavior. Organizational Behavior and Human Decision Processes, 65, 272-292.
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