22 poemas sobre el mar de grandes autores

Es misterioso, bello y está envuelto en una bruma de tristeza y pasión a la vez. Si eres amante del mar, los siguientes versos que nos dejaron estos poetas te fascinarán. 
22 poemas sobre el mar de grandes autores
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 17 octubre, 2023

Decía el escritor Arthur C. Clarke que resulta absurdo que llamemos a este planeta «Tierra», cuando, en realidad, la mayor parte de él es océano. Ese mundo de las profundidades, satinado por las olas, las corrientes y dominado por las mareas, ejerce una atracción casi hipnótica en el ser humano. Por ello, los siguientes poemas sobre el mar no te dejarán indiferente.

Sus versos contienen esa sutil combinación entre la melancolía y la aventura, el misticismo y la pasión. Ese universo es protagonista de infinidad de novelas e historias inolvidables. Los poetas vieron en él, desde bien temprano, un poderoso escenario para las metáforas y las elegías. Si te apasiona la lírica marina, esta recopilación es todo un regalo para ti.

Bellos poemas sobre el mar que le encantarán a tu cerebro

A tu cerebro le gusta la poesía. No lo decimos nosotros, sino la ciencia. Un trabajo divulgado en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience describe que este género literario es capaz de producir emociones placenteras muy intensas. Es más, activan tus sistemas de recompensa y el bienestar que experimentas es distinto al que sientes, por ejemplo, al escuchar música.

Un modo de estimular aún más tu núcleo accumbens es mediante poemas sobre el mar de grandes autores. Seguro que también tú has sentido ese escalofrío de placer al admirar su inmensidad o al aspirar su brisa salitrada. El ronroneo incesante de sus olas ha inspirado a numerosos poetas famosos que ahora te mostramos.



1. El mar del atardecer (Emily Dickinson)

Emily Dickinson escribió varios poemas con temática marina, por ejemplo, As if the Sea should part o An Hour is a Sea. A pesar de no publicar ninguna obra en vida, su poesía breve y emocional, alcanzó el éxito tras su muerte. Solía usar el océano como metáfora de la eternidad.

Esta es la tierra que el atardecer baña,
esas son las orillas del Amarillo Mar;
donde se alzó, o hacia donde se precipita,
¡Estos son los misterios del Oeste!
Noche tras noche su tráfico escarlata
esparce ese amerizaje con balas de ópalo;
mercantes se balancean en el horizonte,
se hunden, y desaparecen con sus mágicas velas.

2. ¡Oh capitán! ¡Mi capitán! (Walt Whitman)

¡Oh capitán! ¡Mi capitán!
Nuestro terrible viaje ha terminado;
el barco ha superado todos los obstáculos, el premio que buscábamos está ganado;
el puerto está cerca, las campanas oigo, la gente toda exultante,
mientras los ojos siguen la firme quilla, el barco sombrío y atrevido:
Pero, ¡oh corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
¡Oh las sangrantes gotas rojas!
Mirad, mi capitán en la cubierta,
¡yace muerto y frío!

3. Mar (Federico García Lorca)

El mar es
el Lucifer del azul.
El cielo caído
por querer ser la luz.
¡Pobre mar condenado
a eterno movimiento,
habiendo antes estado
quieto en el firmamento!
Pero de tu amargura
te redimió el amor.
Pariste a Venus pura,
y quedose tu hondura
virgen y sin dolor.
Tus tristezas son bellas,
mar de espasmos gloriosos.
Mas hoy en vez de estrellas
tienes pulpos verdosos.
Aguanta tu sufrir,
formidable Satán.
Cristo anduvo por ti,
mas también lo hizo Pan.

4. Fiebre del mar (John Masefield)

Debo bajar a los mares otra vez, al mar solitario y al cielo,
y todo lo que pido es un barco alto y una estrella para guiarlo;
y el pateo del timón y el canto del viento y el temblor de la vela blanca,
y una niebla gris sobre la superficie del mar y un amanecer gris rompiendo.

5. El mar, la mar (Rafael Alberti)

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:
¡Ay mi blusa marinera;
siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera!

6. Cruzando la barra (Alfred, Lord Tennyson)

¡Crepúsculo y campana vespertina,
y después la oscuridad!
Y que no haya tristeza en la despedida
cuando embarque;
porque aunque fuera de nuestro límite de tiempo y lugar
la inundación pueda llevarme lejos,
espero ver a mi piloto cara a cara
cuando haya cruzado la barra.

7. El mar (Jorge Luis Borges)

Himno de mar es el primer poema que Jorge Luis Borges publicó cuando tenía veinte años. Fue en la revista Grecia de Sevilla, en el año 1919. Sus versos argumentan que el mar simboliza la regeneración del mundo, algo que se renueva y que, a su vez, transforma también a las personas que lo contemplan.

Antes que el sueño (o el terror) tejiera
mitologías y cosmogonías,
antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,
siempre. Con el asombro que las cosas
elementales dejan, las hermosas
tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.

Poemas sobre el mar y sus misterios, un canal de inspiración

Los poemas sobre el mar evocan la belleza, la majestuosidad y la tranquilidad de este escenario. Aunque algo que sin duda advertirás en sus versos, es un intento casi constante por explorar sus aspectos más oscuros y misteriosos. Leerlos te permitirán viajar a un mundo de vastedad y serenidad lleno de inspiración. Disfruta de más propuestas, a continuación.

8. Canción del mar (Rainer María Rilke)

Brisas marinas eternas,
viento marino de la noche:
no vienes por nadie;
si alguien despertara,
él debe estar preparado
para sobrevivirte.
Brisas marinas eternas,
que parece soplar solo
las rocas antiguas voladas,
eres el espacio mas puro
viniendo de lejos…
¡Oh, cómo dar frutos!
La higuera siente tu llegada.
en lo alto a la luz de la luna.

9. El océano (Nathaniel Hawthorne)

El Océano tiene sus cuevas silenciosas,
profundo, tranquilo y solo;
aunque haya furia sobre las olas,
debajo de ellos no hay ninguno.
Los terribles espíritus de las profundidades
celebran allí su comunión;
y hay aquellos por quienes lloramos,
los jóvenes, los brillantes, los justos.
Tranquilamente descansan los cansados ​​marineros
Debajo de su propio mar azul.
Las soledades del océano son benditas,
porque hay pureza.
La tierra tiene culpa, la tierra tiene cuidado,
inquietas están sus tumbas;
pero el sueño tranquilo siempre está ahí,
debajo de las olas azul oscuro.



10. Mar distante (Pedro Salinas)

Si no es el mar, sí es su imagen,
su estampa, vuelta, en el cielo.
Si no es el mar, sí es su voz
delgada,
a través del ancho mundo,
en altavoz, por los aires.
Si no es el mar, sí es su nombre
en un idioma sin labios,
sin pueblo,
sin más palabra que ésta:
mar.
Si no es el mar, sí es su idea
de fuego, insondable, limpia;
y yo,
ardiendo, ahogándome en ella.

11. A ti regreso, mar (José Saramago)

A ti regreso, mar, al sabor fuerte
de la sal que el viento trae hasta mi boca,
a tu claridad, a esta suerte
que me fue dada de olvidar la muerte
aun sabiendo que la vida es poca.
A ti regreso, mar, cuerpo tendido,
a tu poder de paz y tempestad,
a tu clamor de dios encadenado,
de tierra femenina rodeado,
cautivo de la propia libertad.
A ti regreso, mar, como quien sabe
de esa tu lección sacar provecho.
Y antes de que la vida se me acabe,
de toda el agua que en la tierra cabe,
en voluntad tornada, armaré el pecho.

12. El mar (Pablo Neruda)

Pablo Neruda fue un poeta chileno que dedicó buena parte de su obra a su amor por este elemento natural. Para él, el mar era el poema más grande del mundo, una pasión inagotable y una vida dentro de otra vida.

Necesito del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o solo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navíos.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son solo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.
Lo que antes me enseñó lo guardo. Es aire,
incesante viento, agua y arena.
Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

13. Navega lejos (Rabindranath Tagore)

Temprano en el día se susurró que deberíamos navegar en un barco,
sólo tú y yo, y nunca un alma en el mundo sabría de esta nuestra
peregrinación a ningún país y sin fin.
En ese océano sin orillas,
ante tu sonrisa que escucha silenciosamente mis canciones se hincharían en melodías,
libres como las olas, libres de toda esclavitud de las palabras.
¿Aún no ha llegado el momento?
¿Quedan obras todavía por hacer?
He aquí, la tarde ha llegado a la orilla
y en la penumbra las aves marinas llegan volando a sus nidos.
¿Quién sabe cuándo se quitarán las cadenas?
y el barco, como el último resplandor del atardecer,
¿desaparecerá en la noche?

14. La playa de Dover (Mathew Arnold)

La marea está llena, la luna está justa
sobre los estrechos; en la costa francesa la luz
brilla y se va; los acantilados de Inglaterra se alzan,
reluciente y vasto, en la tranquila bahía.
¡Ven a la ventana, dulce es el aire de la noche!
solo, de la larga línea de spray
donde el mar se encuentra con la tierra blanqueada por la luna.
¡Escuchar! Escuchas el rugido chirriante
de guijarros que las olas retiran y arrojan,
a su regreso, por la orilla alta,
comienza, cesa y luego comienza de nuevo,
con cadencia trémula lenta, y trae
la eterna nota de tristeza.
Sófocles hace mucho tiempo
lo oí en el Egeo y me trajo
en su mente el turbio flujo y reflujo
de la miseria humana; nosotros
encuentra también en el sonido un pensamiento,
escuchándolo por este lejano mar del norte.

Poesía marina, una metáfora a la inmensidad de la existencia

El mar, con sus olas, su inmensidad y poder, se asocia con la idea de lo eterno y lo efímero. Los poetas marinos utilizan este elemento como un símbolo de la vida y de la muerte, con el fin de reflexionar sobre la transitoriedad de la existencia. Los poemas sobre el mar nunca dejarán de escribirse mientras existan mentes y corazones capaces de emocionarse y reflexionar.

15. A la orilla del mar tenía (Salvador Espriu)

A la orilla del mar. Tenía
una casa, mi sueño,
a la orilla del mar
Altas proas. Por libres
caminos de agua, la esbelta
barca que yo guiaba.
Conocían los ojos
el reposo y el orden
de una pequeña patria.
Necesito contarte
qué miedo da la lluvia
en los cristales.
Hoy cae sobre mi casa
la noche oscura.
Las rocas negras
me atraen al naufragio.
Prisionero del cántico,
mi esfuerzo inútil,
¿quién me guía hacia el alba?
Junto a la mar tenía
una casa, mi sueño.

16. Frente al mar (Alfonsina Storni)

En este, la poetisa argentina simboliza de forma metafórica al corazón herido. Se siente hundida, como el barco que yace en las profundidades, pero apela a la fuerza del océano para que le ofrezca su ira y su cólera. El mar representa, una vez más, las emociones más complejas del ser humano.

Oh mar, enorme mar, corazón fiero
de ritmo desigual, corazón malo,
yo soy más blanda que ese pobre palo
que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
yo me pasé la vida perdonando,
porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
me falta el aire y donde falta quedo,
quisiera no entender, pero no puedo:
es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.

17. El mar es un olvido (Jorge Guillén)

El mar es un olvido,
una canción, un labio;
el mar es un amante,
fiel respuesta al deseo.
Es como un ruiseñor,
y sus aguas son plumas,
impulsos que levantan
a las frías estrellas.
Sus caricias son sueños,
entreabren la muerte,
son lunas accesibles,
son la vida más alta.
Sobre espaldas oscuras
las olas van gozando.

18. Marina (Paul Verlaine)

La luna en crespones
envuelve su faz
de muerta quimérica
y palpita el mar.
De pronto un relámpago
siniestro y brutal
hiende el cielo cárdeno
de un largo zig-zag.
Las olas convulsas
saltan sin cesar;
rugen, fosforecen
y vienen y van.
En la lejanía
silba el huracán
y rugen las furias
de la tempestad.

19. Mañana (Cesare Pavese)

La ventana entornada recuadra un rostro
sobre el campo del mar. Los lindos cabellos
acompañan el tierno ritmo del mar.
No hay recuerdos en este rostro.
Solo una sombra huidiza, como de nubes.
La sombra es húmeda y dulce como la arena
de una intacta caverna, bajo el crepúsculo.
No hay recuerdos. Solo un susurro
que es la voz del mar convertida en recuerdo.
En el crepúsculo, el agua mullida del alba,
que se impregna de luz, alumbra el rostro.
Cada día es un milagro intemporal,
bajo el sol: lo impregnan una luz salobre
y un sabor a vívido marisco.

20. Suceso (Gloria Fuertes)

Náufrago sin velamen
huérfano de puerto
nave sin timón.
Rodeado de agua y sediento
estoy rodeado de pescado y hambriento
rodeado de olas y sin saludos
rodeado de dólares y desnudo.

21. Las gaviotas discuten (Derek Walcott)

Las gaviotas discuten con el rocío de las olas, mientras los rabihorcados
hacen círculos durante horas, en un batir de alas, alrededor del arrecife
donde un pontón se oxida. Un año ha finalizado sus tormentas, y los hombres
llenos de miedo han escudado las vidas como faroles de sus ventoleras,
o caído juntos en hogueras. Pero ahora se abren espacios azules como
hendiduras en el humo, los pájaros se pliegan en grietas de rocas
cuya arena ha sido rastrillada de huellas. La mar,
que se precia de que ningún hombre la marque,
aún ofrece tales lugares para la pluma egoísta,
y la isla de coral del cerebro tiene lugares donde la república
del pólipo fue construida para nosotros -cuevas hipnotizadas
que se agitan con la luz de la ola, jaras que blanquean
con indiferencia creciente madera flotante o barcos que se fueron a pique.

22. El mar triste (Antonio Machado)

Palpita un mar de acero de olas grises
dentro los toscos murallones roídos
del puerto viejo. Sopla el viento norte
y riza el mar. El triste mar arrulla
una ilusión amarga con sus olas grises.
El viento norte riza el mar, y el mar azota
el murallón del puerto.
Cierra la tarde el horizonte
anubarrado. Sobre el mar de acero
hay un cielo de plomo.
El rojo bergantín es un fantasma
sangriento, sobre el mar, que el mar sacude…
Lúgubre zumba el viento norte y silba triste
en la agria lira de las jarcias recias.
El rojo bergantín es un fantasma
que el viento agita y mece el mar rizado,
el tosco mar rizado de olas grises.



El mar, una ventana a la introspección

La poesía del mar te proporciona una ventana a la contemplación, a la reflexión y la conexión con la naturaleza. A lo largo de la historia ha servido como fuente de inspiración a innumerables poetas y novelistas. No obstante, el universo de la lírica tiene la peculiar virtud de traspasar mayores estratos psicológicos para emocionarte.

Esperamos que disfrutaras de estas propuestas y que no dudes en profundizar mucho más en la obra de estos autores. Descubrirás que disponen de más poemas sobre esta temática. Porque quien se enamora del océano, nunca se cura de este embrujo y necesita volver a él de forma frecuente. Tal vez a ti te suceda lo mismo.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Wassiliwizky, E., Koelsch, S., Wagner, V., Jacobsen, T., & Menninghaus, W. (2017). The emotional power of poetry: neural circuitry, psychophysiology and compositional principles. Social Cognitive and Affective Neuroscience12(8), 1229-1240. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5597896/

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