¿Proactivo o reactivo? La respuesta puede ser la clave de tus problemas

¿Eres una persona reactiva o proactiva? Descúbrelo a continuación.
¿Proactivo o reactivo? La respuesta puede ser la clave de tus problemas
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 06 agosto, 2023

Los conceptos de proactivo y reactivo han sido desarrollados en el contexto de la psicología del trabajo, aunque inicialmente fueron acuñados por Viktor Frankl, un neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió a los campos de concentración nazis. Con el tiempo, el mundo laboral se apropió de estos principios y actualmente son muy populares en ese ámbito.

Se define como proactivo a aquel sujeto que es capaz de tomar la iniciativa frente a las dificultades. Esto quiere decir que su actitud básica es la de proponer soluciones y tomar la responsabilidad frente a las situaciones, sin necesidad de que lo inviten o lo presionen para que lo haga. Se enfoca a la acción, en función de superar problemas, a los que en realidad ve como desafíos.

“Toda dificultad eludida se convertirá más tarde en un fantasma que perturbará nuestro reposo”.

-Frédéric Chopin-

A su vez, la persona reactiva es aquella que, como el nombre indica, se limita a reaccionar o responder solo cuando se ve conminado o presionado a ello. Su tipo de reacción es fundamentalmente pasiva. No actúa, si no hay necesidad de actuar. No propone, si algo no lo obliga a ello. No intenta ir más allá, sino que solamente responde en caso de que haya un estímulo que lo incite a hacerlo.

Reactivos frente a proactivos

Para darle raíces a estos conceptos, veamos cómo se expresan en la realidad cotidiana. Enseguida te mostraremos los principales rasgos del perfil de una persona reactiva y de una persona con perfil proactivo. De este modo, clarificaremos la idea.

mujer encendiendo cerillas con carácter reactivo

Cómo se comporta una persona reactiva

La persona reactiva hace usualmente lo siguiente:

  • No suele prever las consecuencias de sus actos.
  • Reacciona de forma impulsiva frente a los problemas, casi siempre con agresividad o sintiéndose intimidado.
  • Rechaza el análisis de sus actos. Piensa que no vale la pena porque cada quien es como es.
  • Se enfoca en los factores externos para descubrir las causas de sus problemas. Suele culpar a esos factores de su malestar.
  • Piensa mucho en cambiar de entorno como fórmula para resolver sus dificultades.

Cómo se comporta una persona proactiva

La persona de perfil proactivo, por su parte, tiene en general estos patrones de conducta:

  • Suele ser precavido. Se adelanta a los hechos y toma acciones para que las dificultades no lo encuentren desprevenido.
  • Piensa antes de actuar.
  • Trabaja con base en metas y es perseverante hasta alcanzarlas.
  • Le da importancia al conocimiento de sí mismo. No teme reconocer sus errores, ni busca justificaciones para ellos.
  • Frente a un problema, reacciona con reflexión. Toma la iniciativa para resolverlo y frecuentemente lo convierte en una oportunidad.


Creencias que te impiden ser proactivo

Hay todo un conjunto de creencias que repetimos a diario y que minan nuestras posibilidades para evolucionar hacia una actitud proactiva. Miedos e inseguridades que nos atenazan y sobre todo nos paralizan.

Así, la persona reactiva se guarda su energía porque teme que en cualquier momento puedan atacarle; al contrario que la persona de perfil proactivo, que entiende que la mejor manera de vivir es estar siempre con impulso, en movimiento.

¿Cuáles son estas creencias sin base que nos hacen reactivos?

Puede haber muchas, pero las creencias habituales que nos pueden hacer más reactivos son las  siguientes:

Niña con apraguas simbolizando carácter proactivo
  • No me alcanza el tiempo. Se trata de una justificación, siempre se puede planificar el tiempo de manera que alcance para realizar las actividades que nos interesan. El tiempo está ahí, no le pertenece a nada ni a nadie, somos nosotros quienes decidimos a qué lo dedicamos.
  • Nadie valora lo que hago. También es una excusa, generalmente para no poner mayor empeño en las tareas que realizamos. La persona otorga más valor a la reacción de los demás que a su amor propio; expresado este en hacer todo de la mejor manera posible.
  • Prefiero guardarme lo que pienso. Esta supuesta preferencia encubre una falta de compromiso con las propias ideas y sentimientos. En el fondo, lo que hay es miedo a desagradar a otros, a ser rechazado o poner a prueba las propias convicciones.
  • No tengo suficiente dinero. Muchas personas atan sus sueños al factor económico. Quizás esos sueños se están diseñando de manera que se vuelvan imposibles. Se sueña solo con lo que es imposible de realizar y así la persona permanece en su zona de confort, repitiendo que no hay manera de lograr lo que desea.
  • Dejo todo para lo último, pero me alcanza el tiempo. El hábito de posponer los compromisos y dejar todo para lo último esconde apatía o falta de interés. Pero no se aborda esa desmotivación, sino que se justifica diciendo que al final se logra cumplir.
  • Prefiero no llamar mucho la atención. No hay que confundir una cierta introversión o modestia, con la actitud facilista de no expresarse para no comprometerse con nada. En este último caso, las personas dejan que sean otros los que solucionen las cosas y simplemente “se dejan llevar”.

El lenguaje proactivo vs el leguaje reactivo

A partir de estas creencias, las personas reactivas empiezan a utilizar un lenguaje cotidiano muy característico. En este caso, es común que se expresen de la siguiente forma:

  • Ante un reto, la persona reactiva dirá que lo intentará; mientras que alguien proactivo dirá sin rodeos que lo hará.
  • Al interactuar con una persona que intenta desanimarle, descontrolarle o hacerle enojar, una persona proactiva manifestará que no dejará que estropeen su día; mientras que el reactivo expresará su frustración ante todos.
  • Cuando se presenta un obstáculo dificil de superar, alguien reactivo dirá que no puede hacer nada al respecto; en cambio, una persona proactiva ofrecerá diferentes alternativas para superarlo.
  • Ante tareas pendientes, el reactivo dirá “mañana lo haré“; mientras que el proactivo intentará tenerlo todo al día, y de ser posible, adelantar tareas.
  • Al sentirse abrumado o cansado, el proactivo se preguntará ¿qué puede hacer para estar más animado y motivado?; en cambio, el reactivo dirá “estoy harto/cansado”
  • Cuando no se tienen las habilidades y conocimiento para llevar a cabo una tarea el reactivo suele decir “nunca se me ha dado esto”; mientras que el proactivo se preguntará qué puede aprender para que la tarea le resulte más sencilla.

Trabaja para ser proactivo: 7 consejos

chica con globo carácter proactivo

Siendo justos con las personas reactivas, ellas cuentan con una ventaja y es que, de tanto reaccionar en situaciones de estrés, suelen ser más eficaces cuando se presenta un imprevisto.

En este caso, su nivel de ansiedad suele ser menor porque se saben hábiles en el “ojo del huracán”, donde nada está organizado y aparentemente es un caos. Esto las hace más atractivas para ocupar determinados puestos que demandan este tipo de actuaciones.

Sin embargo, es evidente que el perfil proactivo goza de muchas más ventajas, las cuales no se limitan únicamente al ámbito laboral. Por tanto, si te identificas con una personalidad reactiva, a continuación te enseñamos algunas estrategias para desarrollar la productividad.

1. Predice las posibles consecuencias

Analiza tus acciones y la de tus compañeros, e intenta visualizar qué consecuencias puede traer cada una. Esto te ayudará a estar preparado para cualquier eventualidad y hacerles frente con una mejor disposición.

Al principio puede parecerte complicado, pero con el tiempo y la práctica irás desarrollando tu capacidad intuitiva, adelantándote así a los hechos futuros.

2. Identifica posibles soluciones y nuevos retos

Asimismo, ante cualquier eventualidad o problemática, es pertinente analizar las soluciones que pueden mejorar u optimizar la situación actual. Para ello, es esencial que dejes de lado el pesimismo y confíes en que puedes solventar cualquier imprevisto.

Por su parte, te invitamos a plantearte nuevos retos, los cuales permitan potenciar tu crecimiento personal y laboral. Por ejemplo, si en el lugar donde trabajas existen clientes que prefieren hablar en inglés y aún no dominas este idioma, proponte aprenderlo. Así, podrás tener un mayor alcance y mejores oportunidades para desarrollarte profesionalmente.

3. Planifica

Los proyectos importantes requieren planificación, ya que nos permite tener una mejor noción de lo que queremos lograr y hacia donde queremos ir. Además, esta es una excelente forma de adelantarnos a los hechos y prepararnos para cualquier escenario.

Por tanto, en cada meta o proyecto que te propongas, agenda y reserva el tiempo necesario; anota los pasos y recursos necesarios para lograr dicho fin; propón plazos de entrega; reúnete con tu equipo de trabajo; etc.

4. Conoce tus fortalezas y debilidades

Las personas proactivas reconocen que no son perfectas en todo. De hecho, saben cuáles son sus debilidades y fortalezas, de manera que trabajan constantemente para mejorar las primeras y aprovechar las segundas.

Por tanto, haz una lista que refleje ambos aspectos y úsalos a tu favor. Si te cuesta reconocerlas, puedes pedirle ayuda a una persona de confianza.

5. Sé empático y honesto

Ponerse en los zapatos de los demás y ser honestos con ellos, ayuda a evitar malentendidos, fortalecer la confianza con los demás y a relacionarnos positivamente.

En el ámbito laboral, las buenas relaciones son pilares para la productividad, pues nos permiten contar con el apoyo del equipo, y tener una mente más abierta para las críticas constructivas.

6. Aprende a canalizar tus emociones

Muchas veces, el estrés y los conflictos laborales nos dejan una carga emocional difícil de gestionar. Sin embargo, si queremos ser más productivos, es pertinente que aprendamos a canalizar nuestras emociones de forma positiva.

Pues, no es secreto que las emociones mal encausadas, especialmente las negativas, afectan negativamente nuestros niveles de energía y rendimiento.

7. Plantéate objetivos realistas

Si quieres aumentar la productividad, es importante que no te dejes abrumar con metas inalcanzables; ya que no hará más que aumentar la frustración y sensación de fracaso.

Por tanto, lo ideal es que al inicio te propongas el cumplimiento de pequeñas metas. De esta forma, irás incrementando la motivación y la confianza en ti mismo para ir por objetivos más grandes.

Cómo potenciar la proactividad en el entorno laboral

Por su parte, si eres líder de un equipo de trabajo y deseas potenciar la actitud proactiva en cada uno de los miembros, te aconsejamos:

  • Sé empático. Esto implica saber reconocer las necesidades y características de cada miembro del equipo, con el fin de optimizar las cualidades de cada uno.
  • Sé receptivo. Está muy atento a las propuestas y puntos de vista tanto de tus clientes como de los miembros del equipo. Sus sugerencias los harán sentir tomados en cuenta y te ayudarán a mejorar la calidad de tus productos o servicios.
  • Haz que cada miembro del equipo se sienta motivado. Para ello identifica los objetivos profesionales individuales de cada uno y alinéalos con los objetivos de la empresa.
  • Promueve la comunicación asertiva. Esto implica mostrar apertura ante cualquier percance que puedan tener los trabajadores.
  • Incentiva a todos los miembros en la toma de decisiones dentro de su área. Para ello, invítalos a proponer soluciones y a ponerlas en marcha.

Para concluir, recalcamos que la actitud productiva siempre será la más beneficiosa a la hora de afrontar acontecimientos inesperados o problemáticos. Eso sí, no te sientas mal si de vez en cuando actúas de forma reactiva, pues se trata de una respuesta que no podemos someter del todo. Lo ideal será destinar la reactividad en situaciones poco importantes.

Imágenes cortesía de Marta Matts, Jacob Sutton, Oleg Oprisco


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