¿Puede un niño ser malo por naturaleza?

¿Puede un niño ser malo por naturaleza?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 02 febrero, 2019

No es raro pasear por un parque o escuchar una conversación en la que una persona le diga a otra que determinado niño es malo. Pero, ¿realmente puede un niño ser malo? Y, de haber, ¿es malo por naturaleza? Hoy trataremos de dar respuesta a estas preguntas basándonos diferentes enfoques. Para ello, podemos partir de la base que ya estableció Rousseau, quien dijo que “el hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”.

¿Un niño es malo porque nace así? ¿Tal vez el problema está en su naturaleza? ¿O quizá sea su socialización y educación? No cabe duda de que esta es una cuestión realmente compleja a la que han tratado de dar respuesta algunos de los filósofos más importantes de la historia humana.

¿Puede un niño ser malo por naturaleza o es la experiencia la que lo transforma? Lo cierto es que la experiencia y la educación, lo que vive el niño en su familia, tienen un impacto y una influencia muy grande en dicha “maldad”

El hombre es malo por naturaleza

Por un lado tenemos la corriente que encabeza Thomas Hobbes. Este filósofo estableció la base de su pensamiento en torno a una célebre frase que se le atribuye a él, aunque parece ser que la pronunció Plauto en su obra Asinaria: “el hombre es un lobo para el hombre”.

Según la teoría de Thomas Hobbes, posteriormente refrendada por otro gran filósofo, Immanuel Kant, el estado natural del hombre dista mucho de ser pacífico. Toda actuación del ser humano está enfocada a sobrevivir en sociedad, su único interés real. Por tanto, la búsqueda de la paz no deja de ser una mera razón práctica.

Si observamos la historia humana, podemos comprobar que el ser humano puede llegar a ser realmente destructivo. Atacamos de forma premeditada, no por instinto, por lo que no es mera supervivencia, sino egoísmo y agresividad. Además, podemos llegar a ser, en ocasiones, posesivos e intolerantes.

Hombre pegando a otro

El hombre es bueno por naturaleza

Sin embargo y puesto que comenzamos este artículo parafraseando a Jean-Jacques Rousseau, existe otra poderosa corriente de pensamiento liderada por el pensador francés. En este caso, el filósofo galo interpreta al ser humano como bueno por naturaleza, pero corrompido por la sociedad.

Rousseau estableció principios de mala praxis educativa. Pues al ser humano se le forma desde muy pequeño para acumular riquezas y posesiones. Debido a este pensamiento nos convertimos en seres competitivos, pero sin un objetivo claro salvo el de la obtención de un rendimiento máximo, lo que degenera en egoísmo.

También en esta dirección se ubicaba el pensamiento de Karl Marx, quien defendió que la maldad o bondad del ser humano se determina por factores externos y sociales, por lo que la culpa de la actitud de la persona la definiría el entorno, y no su naturaleza.

“La esencia humana es, en su realidad, el conjunto de relaciones sociales”

-Karl Marx-

¿Puede un niño ser malo desde su nacimiento?

Dejamos ya de lado la fase filosófica para entrar en el mundo infantil de lleno. ¿Puede un niño ser malo por naturaleza? Como hemos visto, todo dependerá de la corriente filosófica en la que creas. ¿Es un libro abierto, o su futura cognición vendrá determinada por sus genes?

En realidad, puede haber una mezcla de ambas opciones, aunque lo más determinante será la educación que el pequeño reciba lo largo de su infancia. La unión de su propia naturaleza, su desarrollo natural y las lecciones que interiorice definirán su verdadera condición.

Niña enfadada

No hay que olvidar que el pequeño, en sus primeras fases, no ha desarrollado en demasía sus habilidades lingüísticas, pero sí siente un gran deseo de independencia y está demasiado enfocado en sí mismo. Es decir, tendrá un cierto grado de agresividad. ¿Esto le hace malo por naturaleza? La respuesta es no. Simplemente está siguiendo su propio desarrollo.

Pensemos por un momento a qué nos solemos referir en el lenguaje popular cuando decimos que un niño es malo. Cuando lo hacemos podemos referirnos a que es travieso, a que sus formas no son las mejores o a que utiliza estrategias un tanto retorcidas para conseguir sus objetivos

Esto suele ser un signo de inteligencia, pero también un indicador de que con este niño tenemos que trabajar para que sepa donde se encuentran los límites de lo que puede o no puede hacer para conseguir un objetivo. Tiene que conocer que utilizar procedimientos que nos son éticos, como la manipulación, tiene un precio.

Pequeños científicos

Jean Piaget, aseguraba que los niños entre los 18 y los 24 años son pequeños científicos. Se trata de una etapa en la que comienzan a desarrollar el pensamiento. Este surgimiento del pensamiento les lleva a experimentar el mundo de forma directa. En este etapa a los niños no les basta con observar, sino que necesitan aprender a través de acciones directas sobre las cosas y los objetos.

Es en esta fase, donde muchos padres aseguran que los niños son malos, porque cogen un objeto y lo arrojan al suelo. Lo que para los padres puede ser un acto negativo, para el infante es una forma de observar lo que ocurre a su al rededor. “¿Qué pasa si tiro el jarrón al suelo?, se rompe”. El niño ha aprendido que si lanza según que objetos al suelo, se rompen. Es una forma de aprendizaje que muchos adultos calificarían como mala conducta.

Sin embargo, lo que se esconde detrás es ese afán por conocer, por experimentar, de ahí que Piajet les bautizara como “pequeños científicos”. La ciencia transcurre del mismo modo. Observando, experimentando y llegando a conclusiones.

¿Cómo actuar?

Ante las actitudes más o menos agresivas del pequeño, hacia ciertas vías de actuación. Más allá de que sean naturales por su edad, no es necesario que la violencia sea permitid, pues su etapa infantil es determinante para su desarrollo presente y futuro:

  • Es importante actuar inmediatamente cuando el pequeño se comporte de forma agresiva. Tiene que interiorizar el concepto de “mal” y “bien” con respecto a su propia actitud.
  • Las consecuencias de una actitud agresiva por parte del pequeño deben ser lógicas y proporcionadas. Trata de explicarle las veces que haga falta lo incorrecto de su actuación.
Madre explicando a su hija su comportamiento
  • Actuar siempre con calma y paciencia es necesario para lograr que el niño interiorice conceptos que en su tierna infancia le pueden resultar complejos e incluso contradictorios.
  • La constancia es otra máxima para el educador. El infante tiene poca capacidad de atención, por lo que hemos de ser repetitivos en las actitudes hacia el pequeño cada vez que actúe de manera agresiva.
  • Recompensa el buen comportamiento cuando el pequeño actúe de forma idónea en una situación que invite a la agresividad. Una vez haya interiorizado el concepto, ya formará parte de su propia forma de ser.

“La mejor forma de hacer buenos a los niños es hacerlos felices”

-Oscar Wilde-

¿Puede un niño ser malo por naturaleza? ¿Somos producto de nuestra genética o de nuestra educación? Son preguntas complejas. Sea como fuere, sí que somos responsables de nuestras actitudes y de la propia educación que les damos a las generaciones que vienen. Tal vez la mejor opción sea obrar en consecuencia.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.