Test de Denver: qué es y cómo evalúa el desarrollo infantil
Pocas áreas suscitan tanto interés y preocupación entre los padres como el desarrollo psicomotor de sus hijos. La coordinación mano-ojo, la interacción social o el progresivo dominio locomotor, trazan esas áreas que siempre despiertan mayor atención. Así, aunque es cierto que cada niño tiene sus propios procesos madurativos, existen unos hitos específicos que es importante valorar, y para ello se cuenta con el test de Denver.
Este es el instrumento más clásico para evaluar posibles problemas en el desarrollo psicológico y motor. Consiste en 125 ítems que analizan dimensiones cómo el lenguaje o el modo en que los pequeños de entre 0 y 6 años se relacionan con su entorno. Es una prueba válida, fiable y con una elevada eficacia. A continuación, te damos todos los datos.
¿Qué es el test de Denver?
El test de Denver (DDST, por sus siglas en inglés) es una herramienta psicométrica que evalúa el desarrollo de un niño en función de su edad cronológica. Fue diseñado en 1967 por los psicólogos Williams Frankenburg, Josieh B. Doods y Alma Fordal. El nombre de este instrumento proviene de la ciudad donde se asentaba el centro de trabajo de estos profesionales: la Universidad de Colorado, en Denver.
Un trabajo divulgado en la Revista Científica de la Investigación y el Conocimiento lo describe como un test cuya fiabilidad alcanza el 90 % entre los evaluadores. Además, es fácil de aplicar y no es caro. Ha sido revisado varias veces y, en la actualidad, utilizamos ya la versión DDST-II, que mejoró mucho más su precisión.
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¿Cuáles son sus objetivos?
La principal ventaja del test es evaluar las funciones sociales, cognitivas y madurativas de los niños, para definir posibles estrategias de intervención. Un ejemplo de sus beneficios lo vemos en un trabajo realizado en el departamento de pediatría de Bihar, en la India. Gracias a este instrumento pudo detectarse que el 6,4 % de los bebés de entre 0 y 2 años presentaba un retraso en el desarrollo.
Por otro lado, cabe destacar que esta herramienta no valora el cociente intelectual ni el potencial cognitivo del niño. Lo que nos aporta es una radiografía de cómo madura su sistema nervioso en comparación con unos percentiles estipulados. Y es un recurso que debe aplicarse por profesionales especializados. Estos son sus objetivos básicos:
- Monitorear el progreso: permite llevar a cabo un seguimiento del desarrollo del niño a lo largo del tiempo, y evaluar si hay mejoras o retrocesos en sus habilidades.
- Orientar a padres y cuidadores: esta evaluación facilita a padres y cuidadores información clara sobre el desarrollo del niño, así como las áreas donde se requiere de mayor estimulación o atención.
- Evaluar la efectividad de programas de intervención: este instrumento es válido y muy interesante para medir el impacto de programas educativos o terapias del desarrollo de los niños de entre 0 y 6 años.
- Facilitar la intervención temprana: tanto los padres como los profesionales necesitan de una adecuada evaluación que permita diseñar intervenciones específicas, para ayudar a los pequeños a mejorar posibles áreas de retraso.
- Identificar retrasos en el desarrollo: muchas veces son los pediatras los que detectan de forma temprana alguna deficiencia o problema. Con el fin de evaluar esa sospecha, se hace necesario aplicar algún recurso válido. En este caso, el test es ideal para identificar posibles retrasos o dificultades en el desarrollo.
Áreas de desarrollo evaluadas
El test de Denver está diseñado con 125 ítems en total. Ahora bien, el profesional que aplique la evaluación debe seleccionar de ese listado aquellas tareas que son las adecuadas según la edad del niño. Al fin y al cabo, no es lo mismo valorar el desarrollo de un bebé, que el de un pequeño de 5 años. Por otro lado, la prueba está organizada en cuatro áreas que describimos, a continuación.
1. Área motora gruesa
La detección temprana de problemas de locomoción y equilibrio, como tropezar con los pies, chocar con objetos o no coordinar en el desplazamiento, permite una intervención oportuna para su debida corrección.
Un ejemplo de ello es lo que nos describen en un trabajo divulgado en Early Human Development. El test de Denver es muy eficaz para identificar a pequeños que con 2, 3 o 4 años ya podrían presentar un riesgo de trastorno del desarrollo motor (TDC). El área motora gruesa (movimientos de piernas, brazos y torso) es un objetivo esencial en el análisis de la maduración en la población infantil. Algunas tareas que evalúa son las siguientes:
- Saltar
- Subir escaleras
- Jugar a la pelota
- Caminar hacia atrás
- Mantener el equilibrio
2. Área del lenguaje
El área del lenguaje busca obtener datos tanto de la comprensión como de la producción del lenguaje hablado infantil. Aquí los procesos diana que deben atenderse son las habilidades verbales del niño y también su capacidad para entender palabras y frases.
Asimismo, una puntuación baja en esta área estaría relacionada con posibles problemas de audición, trastornos del lenguaje, dificultades para el desarrollo social, etc. Por otro lado, muchas de estas problemáticas pueden mejorarse con una buena estimulación. Ello explica la relevancia de una detección temprana. Algunas actividades para esta área son estas:
- Definir palabras
- Nombrar objetos
- Comprender frases
- Comprender analogías
- Saber seguir instrucciones
- Explicar de qué están hechas las cosas
3. Área motora fina-adaptativa
Pocas áreas son más decisivas en el buen desarrollo infantil que adquirir, poco a poco, una correcta coordinación mano-ojo. En este caso, la evaluación se centra en analizar la capacidad del niño para manipular objetos de manera precisa. En ella, debe observarse cómo se adapta en cada situación con sus manos y su vista; también si es capaz de resolver problemas simples.
Un retraso en esta área sugiere problemas de coordinación fina, trastornos del desarrollo visual-motor o limitaciones para adaptarse a situaciones nuevas. Todo ello podría vincularse a problemas cognitivos o neurológicos que deberán valorar los especialistas. Veamos algunos ejemplos de las tareas evaluadas:
- Dibujar líneas
- Copiar círculos
- Copiar cuadrados
- Dibujar un hombre
- Montar una torre de cubos
- Sacar objetos de una botella
4. Área personal-social
El área personal-social del test analiza el desarrollo de las interacciones sociales y la autonomía del niño. Esta sección desgrana cómo ellos se relacionan con el entorno, cómo se vinculan con el resto de figuras sociales y qué grado de independencia demuestran. De hecho, las informaciones más decisivas que aporta son también posibles problemas de apego o trastornos del espectro autista (TEA).
Te describimos ahora algunos ejemplos generales de las tareas que se llevan a cabo en la prueba. No obstante, ten en cuenta, una vez más, que cada dimensión tiene múltiples opciones y el profesional selecciona aquellas que están en sintonía con la edad cronológica del pequeño que se valora.
- Imita sonrisa
- Bebe de una taza
- Se abrocha la ropa
- Autonomía en el aseo
- Ayuda en tareas de la casa
- Le da de comer a la muñeca
- Se aparta de la madre sin llorar
- Interacciona durante los juegos
¿Cómo se aplica el test de Denver?
Aunque de primeras este recurso te pueda parecer una prueba larga y compleja, lo cierto es que no lo es. Lo fundamental es que la aplique un especialista en el test y el desarrollo infantil. Este instrumento puede resolverse en veinte minutos o media hora, pero es esencial que el pediatra o terapeuta elija bien qué pruebas presentar.
Objetos que se necesitan
- Sonajero
- Una taza
- Una botella
- Una campana
- Papel y lápices
- Caja de canicas
- 8 cubos de 23 mm
- Una pelota de tenis
- Una madeja de lana roja
- Frasco de aluminio con tapa a rosca
Preparación del entorno y del niño
Antes de comenzar la evaluación de los pequeños, es esencial que el entorno sea adecuado para que se sientan cómodos, seguros y sin distracciones. Para ello, siempre es interesante atender los siguientes factores:
- Una sala tranquila: es ideal si la habitación está bien iluminada y tiene una decoración agradable, con tonalidades cálidas.
- Atmósfera segura: los profesionales deben crear un ambiente de confianza con el niño, interactuando de modo relajado y amable para reducir la ansiedad, el miedo o la timidez.
- Valorar el acompañamiento de un familiar: si el niño es muy pequeño, el cuidador o madre/padre puede estar presente durante el proceso, así el niño se sentiría seguro.
Determinación de la edad del niño
Ya lo señalamos a lo largo del artículo. El primer paso será siempre calcular con precisión la edad cronológica. Esto se hace restando la fecha de nacimiento del niño de la fecha en que se administra el test. Es importante añadir meses y días, para que, de ese modo, se pueda acudir a la cohorte de edad adecuada según el test.
Selección de los ítems adecuados
Dependiendo de la edad del bebé o el niño, el profesional seleccionará las tareas que se corresponden a su etapa concreta de desarrollo. Para tal fin, se llevan a cabo las siguientes acciones:
- Primer paso: una vez determinada con exactitud la edad del pequeño, el pediatra o terapeuta infantil debe acudir a una de las fichas que incluye el propio test. Es una tabla de referencia donde están reflejadas las tareas estipuladas que han de seleccionarse según los años y los meses del sujeto evaluado.
- Segundo paso: en la selección, deben incluirse también tres tareas (ítems) fáciles que estén un poco por debajo de la edad del niño. A su vez, se eligen tres tareas más complicadas que estén un poco por encima. El objetivo de esto último es ver si hay progresión o alteración en el desarrollo cuando en el futuro se le vuelva a aplicar este instrumento.
Presentación de las tareas
La administración de las tareas es muy sencilla y se lleva a cabo de manera bastante rápida. De este modo, y según la habilidad que se quiera evaluar, el profesional puede usar diferentes métodos para analizar los datos:
- Observación directa: el evaluador o evaluadora puede observar al bebé o al infante durante las pruebas, para ver si alguna de ellas las realiza ya de forma espontánea, como, por ejemplo, sonreír, interaccionar con él/ella, caminar, manipular objetos, etc.
- Instrucción verbal: a los niños más grandes, se pueden dar instrucciones para realizar ciertas tareas. Ejemplo de ello es decirles «dale de comer a la muñeca», «pon el bloque en la caja», «dibuja a un señor en esta hoja» o «camina hacia atrás para que yo vea cómo lo haces».
- Demostración de habilidades: en algunos casos, el psicólogo, pediatra o terapeuta, puede darle al niño ciertos objetos (como bloques o una pelota) de modo que demuestre que sabe utilizarlos. El objetivo es que evidencie una habilidad motora, como apilar bloques o lanzar la pelota.
¿Cómo se interpreta?
El test de Denver se interpreta utilizando los resultados obtenidos de cada ítem, comparándolo con los percentiles de referencia. Para ello, se dispone de unos gráficos específicos, en los que se visualiza el porcentaje de niños (25 %, 50 %, 75 % y 90 %) que deberían poder completar dicha tarea a ciertas edades. Dependiendo de dónde se sitúen los resultados del niño al que se aplica, se podría hablar de alguna de estas tres categorías:
- Precaución: el pequeño evaluado no logra pasar una serie de ítems que del 75 % al 90 % de los niños de su edad ya pueden realizar. La categoría de precaución indica una posible necesidad de vigilancia o seguimiento, pero no implica que padezca un problema significativo.
- Normal: el bebé o el niño supera los ítems correspondientes a su edad sin problemas. O bien muestra algunos resultados negativos muy puntuales, pero que siguen estando dentro de los límites esperados. Si no pasa algún ítem que el 25 % o el 50 % de los niños sí logran, pero sí supera los ítems correspondientes al 75 % o 90 %, el desarrollo se considera normal.
- Retraso: en este caso, lo que vemos es que no resuelve uno o más ítems que el 90 % de los niños más pequeños pueden realizar. Dicho resultado sugiere un retraso en el desarrollo y suele requerir de una evaluación adicional y, en algunos casos, de una intervención específica. No obstante, como señalamos, este tipo de estimulaciones aplicadas a tiempo pueden ser muy beneficiosas.
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Una guía para la valoración integral del niño
Entre las principales ventajas del test Denver destaca brindar una visión integral del progreso madurativo del niño. Gracias a este instrumento, los profesionales de la salud y la educación pueden guiar a los progenitores en la comprensión del crecimiento de sus pequeños. Asimismo, su enfoque informativo y preventivo lo hace muy interesante para detectar necesidades que atender.
Por otro lado, destacamos la relevancia de aplicar esta herramienta antes de que los chicos sean escolarizados. La mayoría de los problemas se ven ya en la educación primaria. Pero identificar alteraciones psicosociales y motoras antes de los 5 años, por ejemplo, ofrece siempre una ventana de intervención valiosa para potenciar y mejorar muchas áreas.
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