¿Qué es la metacognición?

La capacidad de pensar sobre el propio pensamiento es, según expertos, la fórmula para alcanzar el éxito académico, profesional e incluso personal. Examinemos esta destreza cognitiva en detalle.
¿Qué es la metacognición?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 05 agosto, 2024

En términos sencillos, la metacognición es el conocimiento sobre el propio conocimiento. Nos permite identificar fortalezas, limitaciones y preferencias cognitivas, así como ajustar estrategias de aprendizaje según sea necesario.

Aunque todos nacemos con esta capacidad y la desarrollamos a lo largo de la vida, no todos logran utilizarla de manera efectiva en la vida cotidiana. Por ello, comprender y mejorar esta función mental puede ser muy beneficioso para optimizar el proceso de aprendizaje y, de esta manera, estar más cerca de nuestros objetivos.

Qué sabemos sobre la metacognición

El psicólogo y teórico cognitivo John H. Flavell introdujo el concepto y explicó que la metacognición incluye dos componentes principales: el conocimiento metacognitivo y la regulación cognitiva.

El primero se refiere a la conciencia y comprensión que una persona tiene sobre sus propios procesos de pensamiento y aprendizaje, mientras que el segundo implica la capacidad de monitorizar y ajustar cómo piensa y resuelve problemas.

La metacognición tiene una base biológica sólida. Pero además de la genética, hay teorías que sugieren que el aprendizaje cultural juega un papel clave en su desarrollo. Un estudio publicado en Trends in Cognitive Sciences detalla que las habilidades metacognitivas también se forman y mejoran a través de interacciones y experiencias sociales.

Por su parte, el epistemólogo suizo Jean Piaget propuso que en la etapa de operaciones formales (a partir de los 12 años) los individuos comienzan a manejar conceptos abstractos y reflexionar sobre sus propios proceso mentales. También, enfatizó en el papel crucial de la interacción con el entorno en el desarrollo cognitivo.

Ejemplos de metacognición

Para comprender mejor de qué va esta habilidad cognitiva, presentamos algunos ejemplos:

  • Reconocer cuando una estrategia no funciona y probar una diferente: identificar que estudiar con compañeros nos distrae demasiado, e intentar hacerlo en solitario para mejorar la concentración.
  • Detectar que una tarea nos podría resultar compleja y por qué: ser consciente que comprender un artículo sobre biotecnología avanzada será difícil porque no dominamos los términos técnicos sobre el tema, por ejemplo.
  • Saber qué estrategias usar para mejorar nuestro aprendizaje y si son adecuadas para la tarea que vamos a realizar: tener en claro que escribir los conceptos claves de un texto nos ayudará a entender mejor la información.
  • Ser consciente de las propias fortalezas y debilidades a nivel cognitivo: por ejemplo, saber que tenemos dificultades para recordar las fechas, pero reconocer que recordamos bien las imágenes y otros elementos visuales.
  • Reconocer y ajustar sesgos en la toma de decisiones: darnos cuenta de que a menudo preferimos a quienes comparten nuestras creencias. Por ejemplo, al elegir un empleado para un negocio, ser consciente de esta inclinación y asegurarnos de evaluar a todos de manera imparcial.

Su valor en el aprendizaje

Durante los años académicos, aprendemos teorías, hechos históricos, fórmulas matemáticas, conceptos de biología, y mucho más. Sin embargo, hasta hace poco, rara vez se enseñaba a aprender. Los colegios no tenían en cuenta que la conciencia y regulación cognitiva es una de las piedras angulares del conocimiento.

De hecho, se ha sugerido que la metacognición es el factor más importante para predecir el éxito de los estudiantes con el aprendizaje, incluso más que otras habilidades y la motivación.

Por eso, cada vez más escuelas integran estrategias metacognitivas en el aula para ayudar a los alumnos a identificar y usar mejor las herramientas de aprendizaje.

Además, el investigador Brown (1987), destacó la importancia de desarrollar la autoconciencia (saber lo que uno sabe) para no incurrir en la ignorancia secundaria (no saber que no se sabe). Argumentó que estar al tanto de las propias limitaciones y áreas de desconocimiento nos permite abordar mejor el aprendizaje.



Modalidades metacognitivas

Para optimizar los procesos mentales, es esencial servirse de las habilidades metacognitivas. Son necesarias para adquirir, emplear y controlar el conocimiento, así como para planificar y regular el uso eficaz de los recursos cognitivos.

No basta con tener buena memoria o ser hábil en operaciones matemáticas, también es crucial saber cómo organizar, jerarquizar y secuenciar este conocimiento. Las modalidades metacognitivas son los diferentes tipos de metacognición existentes, cada una vinculada a una capacidad cognitiva específica. Veamos cuáles son.

Metaatención

Es la conciencia de cómo y en qué dirigimos la atención. Implica monitorizar si estamos enfocados, reconocer cuándo y por qué nuestra atención se desvía, y adaptar tácticas para mejorar la capacidad atencional, como reducir distracciones o tomar descansos.

Metacomprensión

Incluye ser consciente de la capacidad para entender un concepto, evaluar si logramos un entendimiento real y emplear formas para mejorar la comprensión, como crear mapas mentales, explicar el tema en voz alta o resumir la información con nuestras propias palabras.

Metamemoria

La metamemoria incluye la conciencia de que tenemos memoria y cómo funciona. Además, nos permite identificar si los recuerdos son incorrectos o imprecisos, reconocer qué métodos mnemotécnicos  (como la repetición, la asociación de palabras o la rima) nos resultan más efectivos y ajustar las estrategias en función de las propias fortalezas.



Metapensamiento

El metapensamiento nos permite pensar sobre el proceso de pensar. Se trata de una habilidad humana poderosísima que se manifiesta de diferentes maneras:

  • Analizar cómo llegamos a ciertas conclusiones.
  • Ser consciente de nuestros propios prejuicios, creencias y supuestos.
  • Identificar que experimentamos distorsiones cognitivas y cuáles son.
  • Ajustar un enfoque de pensamiento para adaptarnos a un contexto o necesidad específica.

¿Cómo se relaciona la metacognición con la teoría de la mente?

Están estrechamente vinculadas, aunque se enfocan en aspectos diferentes del pensamiento. Tanto la metacognición como la teoría de la mente implican controlar y supervisar el pensamiento, ya sea el propio o el ajeno. Las dos requieren un nivel de abstracción y análisis sobre los procesos mentales.

La primera se centra en la reflexión de los propios procesos cognitivos, mientras que la segunda se centra en la comprensión de los estados mentales y emocionales de los demás. Esta última nos permite predecir reacciones en otras personas e intuir lo que piensan o sienten en un momento dado. Es una habilidad crucial para la supervivencia, la adaptación y el desarrollo de la empatía.

Un aspecto interesante a destacar es que ambas habilidades se desarrollan de forma paralela y se refuerzan entre sí. Por ejemplo, un niño de edad escolar usa la metacognición para comprobar si entiende un cuento que lee y, al mismo tiempo, se sirve de la teoría de la mente para entender cómo se sienten y qué piensan los personajes de la historia.

¿El secreto del éxito?

En esta nota descubrimos que en el corazón del éxito académico, laboral e incluso personal está la habilidad metacognitiva. Reflexionar sobre cómo pensamos y aprendemos nos permite descubrir nuevas formas de mejorar y crecer.

Pero… ¿qué sigue? Bueno, podemos aprovechar la información que tenemos sobre nuestro propio conocimiento y convertirla en habilidades prácticas. Así es como se domina el arte de aprender a aprender.


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