
Los amigos pasivo-agresivos son malos compañeros en el viaje. Sin embargo, a veces cuesta bastante dejarlos en el andén, decirles adiós, explicarles que con ellos nada es fácil, que la amistad duele y que nos sentimos claramente dañados por su…
Hay quien no sabe respetar los límites personales. A veces, no importa que vayamos ataviados con nuestras armaduras psíquicas y emocionales dejando claras dónde están nuestras fronteras. Hay personas que las sortean y nos boicotean expresamente.
Respetar y proteger los límites personales es un principio de salud, equilibrio y bienestar. Sin embargo, como bien sabemos, no todo el mundo lo hace. ¿Por qué hay quien no considera que tenemos derecho a la privacidad? ¿Por qué hay personas que se entrometen, invaden y boicotean nuestras barreras emocionales, mentales e incluso físicas?
Todos los temas referentes al espacio personal son, a menudo, tan complejos como delicados. Lo son, en primer lugar, porque a muchos nos puede costar en algún momento situar con firmeza un límite, una frontera personal donde resguardar valores, identidades y derechos. En segundo lugar, debemos aceptar a su vez otra realidad algo más llamativa e incluso desesperante.
Hay perfiles incapaces de identificar y respetar esas señales sociales. Aún más, en caso de que las vean, no dudan en sortearlas. Es el caso, por ejemplo, de algunas parejas, familiares, amigos… El componente emocional y esa cercanía que tenemos con ciertas personas pueden hacer que se crean con el derecho de vulnerar nuestras barreras personales.
Por otro lado, un experto en el tema, como el doctor Ernest Hartmann, nos explicó en su libro Límites mentales que hay ciertos trastornos psicológicos y estilos de personalidad donde uno es incapaz de identificar (y respetar) esos códigos sociales tan básicos para la convivencia saludable. Profundicemos por tanto un poco más en este tema.
«Todos deberían ser respetados como individuos, pero ninguno idealizado».
-Albert Einstein-
El respeto es una de las mejores cualidades que podemos ejercitar. Da impulso, sentido y coherencia a las relaciones humanas. Nos permite a su vez crear entornos más dinámicos, productivos y ante todo, felices. Respetar es tolerar, es dejar ser e imprime a su vez, un sentido de dignidad que permite que el otro se realice como persona, que tenga su espacio y su lugar en el mundo.
Todo ello nos parece tan inspirador como comprensible; sin embargo, no lo vemos a diario tanto como nos gustaría. Hay personas que no saben respetar los límites personales, violándolos de diferentes maneras:
Veamos a continuación qué posibles razones pueden llevarles a actuar de este modo.
En un estudio publicado en el Journal of Occupational Health Psychology, los psicólogos Bulger, Carrie A., Matthews, Russell A., Hoffman, Mark E realizaron diversas investigaciones en entornos de trabajo para descubrir lo siguiente: es habitual que en los contextos de trabajo no se suelan respetar los límites personales tanto como nos gustaría.
Lo señalábamos hace un momento. Quienes menos suelen respetar los límites personales son (por término medio) quienes más deberían tenernos en cuenta. Así, es común que ciertos familiares, amigos e incluso parejas, asuman que tienen derecho a pedirnos o hacer ciertas cosas solo porque son importantes para nosotros.
Acumulamos una gran frustración y culpa. Con el tiempo, el tejido del autoconcepto queda tan dañado que los pocos límites personales que nos puedan quedar tienden a disolverse también.
Si alguien no sabe respetar los límites personales la primera pregunta que deberíamos hacernos es la siguiente ¿he dejado bastante claro a los demás dónde están mis fronteras? ¿He sido lo bastante firme para que los demás entiendan qué pueden y qué no pueden hacer?
Queda claro que siempre hay perfiles con más tendencia a faltar respeto, a verse con ese derecho a la hora de vulnerarnos. Sin embargo, existe una serie de aspectos sobre los límites personales a tener en cuenta:
Una vida sin límites es como una casa sin muros. Los necesitamos con urgencia, necesitamos de ellos para tener cobijo, seguridad y un espacio donde contener lo que somos y necesitamos. Por tanto, si hay alguien que no respeta esos límites, hay que dejarle claro con firmeza donde están nuestros lindes.
Para concluir, el tema de los límites personales es esa cuenta que en ocasiones tenemos pendiente con nosotros mismos. Si no los clarificamos primero desde dentro, no quedarán claros para los demás. Así, y no menos importante, sería bueno recordar que deben protegerse a diario como los bienes preciados que son.
Lo queramos o no, siempre habrá alguien esperando a encontrarnos con la guardia baja para sortear esa frontera. No lo permitamos.