Respuesta sexual femenina y masculina: ¿en qué se diferencian?

El sexo es ese gran desconocido al que, a veces, tememos. Un temor que con frecuencia se traduce en ansiedad anticipatoria. En muchos casos, una medida para prevenirla o disminuir su intensidad es la información. Así, en este artículo explicamos las fases por las que tanto hombres como mujeres pasan en un encuentro sexual, y con ello desarticulamos ciertos mitos que el pudor y la vergüenza han podido reforzar.
Respuesta sexual femenina y masculina: ¿en qué se diferencian?
Loreto Martín Moya

Escrito y verificado por la psicóloga Loreto Martín Moya.

Última actualización: 25 noviembre, 2019

El modelo de respuesta sexual humana se desarrolla a partir de los estudios de William Masters y Virginia Johnson (1996). Ellos fueron los precursores del estudio de la respuesta sexual femenina y masculina, y tras 12 años de investigaciones, lograron determinar que:

  • La respuesta sexual es un proceso que consta de un principio y un fin claro.
  • La respuesta sexual sigue el mismo esquema tanto en hombres como mujeres, pasando por las mismas fases.

Asimismo, estudiaron cómo, aunque ambas respuestas sexuales pasan por cuatro fases, se encuentran diferencias en la reacción fisiológica de los genitales.

En este artículo presentamos esas cuatro fases de las que Masters y Johnson hablaron a la hora de definir un encuentro sexual, así como la respuesta sexual masculina y femenina en cada una de esas etapas.

Pareja besándose en la cama

Las fases de la respuesta sexual

Las cuatro etapas de las que hablaron Masters y Johnson son:

  • Excitación.
  • Meseta.
  • Orgasmo.
  • Resolución.

Otras autoras, como H. Kaplan (1979), eminencia en el ámbito de las disfunciones sexuales, hablaban de la existencia de una fase previa a la de excitación, llamada fase de deseo.

Finalmente, nos encontramos con investigadores que suprimen la fase de meseta planteada por Masters y Johnsons y pasan directamente de la fase de excitación a la de orgasmo.

A continuación describiremos cada fase y explicaremos las diferencias existentes entre la respuesta sexual femenina y masculina.

Fase de excitación: el cuerpo manda señales

En los hombres, la fase de excitación comienza cuando el cerebro manda una “orden” a través de la médula espinal a los genitales. En esta fase, el pene del hombre se llena de sangre y se endurece, los testículos suben y el escroto se vuelve más grueso.

De igual manera, en el caso de las mujeres, los signos de excitación pueden aparecer entre 10 y 30 segundos después del procesamiento de los estímulos sexuales. Este tiempo, al igual que ocurre con los hombres, puede cambiar en función del estado de ánimo, de la fatiga

Cuando la mujer entra en la fase de excitación, comienza a experimentar lubricación vaginal. No es lo único que le ocurre a la vagina, ya que también aumenta de tamaño y de longitud.

Otra característica de la excitación femenina es que los pechos se hinchan y los pezones se endurecen y pueden llegar a cambiar de color —más oscuros—.

Fase de meseta: preparándonos para el encuentro

La segunda fase se refiere a la fase de meseta, defendida por Masters y Johnson. Si se continúa con la estimulación, se pasa de una fase a otra.

En el caso de los hombres, el pene se hincha aún más, los testículos se vuelven más grandes y el glande cambia su color a un tono más azulado. En la fase de meseta, se cierra también el esfínter interno de la vejiga del hombre, puesto que así se evita que con la eyaculación llegue a su vez la micción.

Los hombres cuentan con glándulas bulboretrales —más conocidas como glándulas de Cowper— que se encargan de segregar un fluido a la uretra. Este líquido es el líquido pre-eyaculatorio o preseminal. Se encarga, entre otras cosas, de limpiar la uretra de restos de orina y de la lubricación uretral. Este líquido preseminal ya contiene espermatozoides —de eyaculaciones anteriores—.

En la mujer, se puede observar la fase de meseta en la acentuación de los rasgos previamente descritos en la fase de excitación.

  • El clítoris se esconde bajo el prepucio que lo protege, el útero se desplaza hacia arriba y continúa la lubricación vaginal. Los labios menores de la vagina se engrosan, y la mujer puede comenzar a sentir ciertos espasmos en zonas como los genitales, el vientre, las piernas…

En ambos casos, aumenta la tensión muscular, la tasa cardíaca y la presión arterial.

Fase de orgasmo: la guinda del placer

Si la actividad sexual prosigue, en la respuesta sexual femenina y masculina se pasa de la fase de meseta a la fase de orgasmo.

En los hombres, los espermatozoides inician su recorrido desde los testículos, por las vesículas seminales, donde se unen con el líquido seminal producido por estas mismas vesículas. Los espermatozoides continúan hacia la próstata, donde se vuelven a unir, esta vez con el líquido prostático. El paquete eyaculatorio está listo para salir por la uretra.

En este momento, suele producirse una sensación de pérdida de control de los músculos. Estos se contraen para que se produzca la eyaculación y el semen se expulse a través del pene. Continuando con la estimulación, el semen acabará disparándose hacia el exterior con contracciones —entre 5 y 8 aproximadamente— a un ritmo de 0,8 segundos por contracción.

En la fase orgásmica de la mujer también encontramos cómo protagonistas a las contracciones. Se producen contracciones en el útero y en la vagina, aunque para que fisiológicamente se produzca un orgasmo son necesarias las contracciones del músculo pubocoxígeo —entre el coxis y el pubis—.

Las contracciones se inician también a un ritmo de 0,8 segundos y luego van decreciendo. El cerebro “manda órdenes” al músculo pubocoxígeo, en este caso la orden del orgasmo.

Manos agarrando sábanas

Fase de resolución: la vuelta a la normalidad

Una vez alcanzado el clímax, la respuesta sexual femenina y masculina todavía no ha acabado. En la fase de resolución, el pene del hombre vuelve a la normalidad, pierde su erección. Los testículos y el escroto también recuperan su tamaño original. En esta fase tiene lugar el período de refracción, que se refiere a la imposibilidad de tener un orgasmo en determinado tiempo, por haber tenido uno hace muy poco. La duración del período de refracción varía en función de diferentes variables, como la edad de la persona o su estado de salud.

En el caso de las mujeres, la fase de resolución se caracteriza por la vuelta a la posición de reposo del útero, así como la vuelta a la normalidad del tamaño de la vagina. No obstante, y aunque ambas respuestas sexuales son diferentes, es aquí donde podemos observar la distinción más notable: las mujeres no tienen período refractario, y pueden volver a tener un orgasmo —es aquí donde se especifica la capacidad multiorgásmica de la mujer—.

El desconocimiento y la desinformación suelen encontrarse en la base de muchas disfunciones sexuales. La sexualidad es y ha sido un tema tabú sobre el que, generalmente, no se nos enseña nada.

Por ello, entender que nuestra respuesta sexual y la de nuestra pareja se puede dividir en fases y conocer qué es lo que ocurre en cada una puede darnos pistas sobre aquello que sentimos o siente el otro. Conocer qué es el líquido preseminal o saber de la necesidad de contracción del músculo pubocoxígeo puede dar claridad a algo que muchas veces anticipamos con ansiedad o miedo al fracaso: el sexo.


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  • W. H. Masters, V. E. Johnson: Human sexual response. Boston 1966.

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