Muchos padres subestiman la importancia que tiene el acoso de un hermano hacia otro. Lo justifican diciendo que “son cosas de hermanos” y que no tienen mayor trascendencia. Pero no fue eso lo que demostró una investigación llevada a cabo por la Universidad de Cambridge. En ella se afirma que el acoso familiar es un trauma infantil que predispone a la psicosis.
Se define como acoso familiar a esa conducta sistemática y continuada, que se orienta a incomodar, intimidar o derribar psicológicamente a uno de los miembros. En particular, este tipo de conductas tiene lugar entre hermanos, siendo muy usual que algún hermano mayor desarrolle este tipo de conducta con uno de los menores.
“La violencia no es poder, sino la ausencia de poder”.
-Ralph Waldo Emerson-
Lo que busca el acosador es desestabilizar psicológicamente al otro. Un estudio realizado con 3.600 individuos, reveló que este tipo de conductas dan origen a un trauma infantil que predispone a la psicosis en la vida adulta. En palabras coloquiales, quien es acosado en el seno de su familia por un hermano, tiene mayor tendencia a “volverse loco”. Esto es, a perder contacto con la realidad aceptada socialmente.
El acoso familiar, un trauma temprano
Los niños, obviamente son inmaduros y no son plenamente conscientes de las consecuencias de sus actos. Sin embargo, a veces a corta edad ya hay rasgos psicopáticos, especialmente en familias disfuncionales o con graves problemas. Puede ocurrir entonces que uno de los hermanos ejerza violencia psicológica sobre otro. Lo usual es que un mayor lo haga sobre un menor, pero tampoco son infrecuentes los casos opuestos.
Es así como uno de los hermanos somete a otro a burlas, vejaciones y humillaciones constantes. Casi siempre esto se hace notorio en los juegos o en lo que parecen ser juegos. El acoso se disfraza de broma, de reto o de competencia. El objetivo, casi siempre inconsciente, es expulsar de la familia al acosado o, en todo caso, invisibilizarlo o neutralizarlo.
Lo usual es que el acosador vea a la víctima como una amenaza a su poder dentro de la estructura familiar. Casi nunca esa percepción corresponde a la realidad. Simplemente es una perspectiva que nace de la inseguridad, de los celos, o como proyección del daño recibido por alguno de los padres u otros adultos. Así comienza el ciclo del trauma infantil que predispone a la psicosis.
La víctima del acoso familiar
Es relativamente frecuente que la víctima del acoso familiar sea alguien afable, inteligente o bien parecido. Cualquier virtud que lo destaque representa una amenaza para alguno de sus hermanos y es así como se inicia ese ciclo dramático de acoso. A veces también ocurre lo contrario: la víctima tiene alguna debilidad o deficiencia y se resiente cualquier consideración especial que reciba.
En familias con graves problemas de conducta, los padres ejercen su crueldad y violencia contra uno de los hijos. Este, a su vez, proyecta las mismas conductas sobre uno de sus hermanos. Es una manera, patológica, de equilibrar la balanza por el daño recibido.
En general, las víctimas tienen dos alternativas: huir de su hogar o huir de su realidad a través de una fractura en su mente. En el primer caso, se ven privados del núcleo central de protección y quedan atrapados en un vacío. En el segundo, se produce el trauma infantil que predispone a la psicosis. En la vida adulta desarrollan esquizofrenia, trastorno bipolar o depresiones severas que pueden incluir delirios y alucinaciones.
El trauma infantil que predispone a la psicosis
Según la Universidad de Cambridge, los niños que sufrieron acoso por parte de sus hermanos tienen entre el doble y el triple de probabilidad de desarrollar una psicosis en su vida adulta. Quienes además sufren simultáneamente acoso en su escuela, son hasta cuatro veces más propensos a desarrollar un trastorno mental severo. En suma, el acoso es un trauma infantil que predispone a la psicosis.
El acoso entre hermanos adopta muchos disfraces. Va desde esas bromas recurrentes para asustar al otro con algo a lo que le tenga miedo, hasta la ridiculización constante, o la crítica permanente a lo que piensa, hace o dice. También a veces incluye golpes, especialmente entre los chicos, que encubren lo que ocurre haciéndolo ver como “lucha libre” o juegos de karate.
Sea cual sea el caso, lo cierto es que los padres son los primeros responsables al permitir que se configure ese trauma infantil que predispone a la psicosis. Ellos son los encargados de fijar las reglas de juego en la familia. Entonces, o bien proponen pautas disfuncionales, o bien no tienen el control. En ambos casos implica una falta de responsabilidad grave.
Graduada en periodismo de la Fundación de Educación Superior INPAHU de Bogotá. Estudios de Licenciatura en Ciencias Sociales, en la Universidad Distrital “Francisco José de Caldas” de Bogotá. Autora de los libros “Un duro – Aproximaciones a la vida” y “Un río de mil brazos”. Co-autora de los libros “Humor cautivo”, “Inventario de asombros”, “Impresos comunitarios” y “Seis historias para ser contadas”, entre otros.
Ganadora de la beca en periodismo cultural, Ministerio de Cultura de Colombia (1999). Ganadora de los premios de periodismo Semana-Petrobras (2011) y Entrégate a Colombia-Servientrega (2012). Ganadora de las Pasantías Nacionales en Literatura del Ministerio de Cultura (2009 y 2018). Ganadora en el concurso de crónica “Ciudad de Bogotá” (2014). Mención de honor en el Concurso Nacional de Crónica y Testimonio, Universidad Central (2017) y en el Premio Nacional de libros de crónica (2010). Ganadora de la convocatoria “Leer es mi cuento” (2011), entre otros.
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