La cultura de la dieta: consecuencias psicológicas para la salud mental

Hay cuerpos saludables en distintos tipos de peso, pero la cultura de la dieta ha conseguido que asociemos salud, belleza y bienestar con perder kilos. Hablamos de una gran fuente de presión mental y física para muchas personas.
La cultura de la dieta: consecuencias psicológicas para la salud mental
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 15 noviembre, 2022

Hay ciertos temas que nos acompañan desde que nacemos. Uno de ellos es sin duda la cultura de la dieta. A lo largo de toda nuestra vida, la dieta, los kilos que tenemos o lo delgados que nos vemos serán temas tan recurrentes cómo saber qué dinero tenemos, a qué nos dedicamos o qué familia queremos formar.

La cultura de la dieta está tan instalada en el mundo occidental que atacarla o desmontarla podría no solo hacer caer algunos de los negocios más poderosos del mundo, sino auténticas formas de vida e ideales de belleza.

Más allá de lo perjudicial que puede ser la cultura de la dieta para el organismo, la salud mental lleva muchos años poniendo el foco en ella, ya que es el principal paso para dar cabida a una serie de conductas tóxicas de alimentación.

El acoso a nuestro cuerpo por solo existir

Dedicamos mucho tiempo a pensar cómo es nuestro cuerpo y cómo se vería mejor. Desde pequeños hemos estado pensando en cambiarlo para que se parezca más a los que se ven en los medios de comunicación. Hay que cambiarlo para que sea “más bonito”. De esta forma, rápidamente integramos el concepto de dieta para vernos y sentirnos mejor.

A medida que analizamos más y más mensajes que inspiran el rechazo a una parte de nuestro cuerpo, y mientras escuchamos consejos para adelgazar que se supone que nos darán una vida mejor, cabría preguntarse: ¿Por qué pensamos que determinados cambios en nuestro cuerpo nos harán más felices? Además, ¿por qué vemos una relación tan clara entre peso y salud y sacamos de la ecuación a otras variables, al menos, igual de importantes?

Mujer con desvalorización personal

A la cultura de la dieta no le preocupa tu salud, solo le importa tu peso

La cultura de la dieta o el desastroso ideal de una sociedad grosofóbica nos tiene controlados desde la infancia. En este tema, tanto la presión por la delgadez como la mayor letalidad por trastornos alimentarios es tema casi exclusivo de mujeres, o lo ha sido hasta hace bien poco.

La idea de adelgazar está en todas partes. La obligación de ponerse a dieta si coges algunos kilos de más, no por salud, sino por estética, ocurre en la totalidad de las ocasiones. Tener el control de tu vida tiene mucho que ver con el control que tienes de tu peso.

Lo que se nos ha ocultado en todos los discursos que abogan por la delgadez como epítome de la belleza y la salud, esos que hemos aceptado e incluso interiorizado durante mucho tiempo, es que no somos nosotros los que tenemos el control. Solo tenemos la ilusión de eso que llamamos “mantener a ralla el peso”. Nuestro cuerpo habla un lenguaje mucho más rico que las matemáticas calóricas.

Este mensaje de, a menor peso, mayor felicidad, está tan bien mantenido que, obviamente, creemos en él. Porque está en todas partes. En el cine, en la televisión, en los pubs, en nuestras discusiones, en las palabras de nuestros seres queridos. Ya sea subliminal o explícito, este mensaje es normalizado, casi innegable: ¡Sé hermosa, solo tienes que estar delgada!.

Revelando las promesas incumplidas de la cultura de la dieta

La cultura de la dieta alimenta la vergüenza corporal, la discriminación corporal y fomenta los trastornos alimentarios. Infunde la falsa creencia de que comer ciertos alimentos y vivir en un cuerpo más delgado aumenta el valor de cada uno de nosotros.

Las investigaciones existentes estiman que aproximadamente un tercio de la población de los Estados Unidos conoce a alguien que ha experimentado vergüenza corporal. Además, alrededor del 85 % de las personas consideran que la vergüenza por la grasa es un problema grave. Estas estadísticas destacan la importancia de que los profesionales del asesoramiento se comprometan a desmantelar la cultura dietética.

La lente distorsionada coloca a las mujeres blancas cisgénero como el objetivo principal de presiones y mentiras de la cultura de la dieta, pero muchas otras poblaciones y personas se ven afectadas.

Veamos algunas de las principales premisas de la cultura de la dieta más extendidas.

Si pierdes peso, serás más saludable, feliz y exitosa

La mayoría de las promesas que proyectan las dietas giran en torno a la declaración anterior. Si no cuestionamos la promesa central de la dieta, podemos aceptar tales mentiras para nosotros y para nuestro círculo social o futuros pacientes.

En la mayoría de los casos, las dietas fallan en su único trabajo: facilitar la pérdida de peso. La investigación sugiere que el 80% de las dietas fracasan a largo plazo.

Esencialmente, hacer dieta daña el metabolismo porque la biología no está programada para entrar en un modo de inanición. Hacer dieta aumenta la probabilidad de atracones y comidas compulsivas, que es la forma en que el cuerpo dice: “¡Oye, tú! ¡Me muero de hambre aquí! ¡Aliméntame ya!”. Aunque la cultura de la dieta nos dice lo contrario, es importante que escuchemos a nuestros cuerpos.

Las dietas esculpen cuerpos más armónicos

Esforzarnos por adaptarnos a la representación de la sociedad de la forma y el tamaño ideales del cuerpo aumenta la probabilidad de desarrollar vergüenza corporal, que se relaciona con los trastornos alimentarios o el trastorno dismórfico corporal.

Los trastornos alimentarios afectan a personas de todos los tamaños corporales, no solo a los que llamaríamos “cuerpo con sobrepeso” y correlacionan negativamente con las medidas de felicidad y salud.

Los trastornos alimentarios correlacionan con una multitud de resultados adversos para la salud, que incluyen (pero no se limitan a) problemas gastrointestinales, irregularidades menstruales, anomalías cardíacas, osteoporosis, complicaciones orales/dentales y comorbilidad con trastornos psicológicos.

Manzana con un metro

Desmantelando la cultura de la dieta

Dadas las implicaciones dañinas de la cultura dietética, ¿cómo podemos trabajar para desmantelarla? En el lado positivo, la cultura de la dieta no tiene sus raíces en nuestra biología. Como todos los aspectos de la cultura, se aprende, lo que significa que se puede desaprender.

Este desaprendizaje ocurre de manera diferente para las distintas personas, ya que cada uno de nosotros luchamos con nuestras identidades que nos otorgan privilegios y desventajas en un mundo infectado por la cultura de la dieta.

Tenemos que reclamar que la salud no es igual a un peso u otro. Que todos los cuerpos son válidos y que se debe acudir al nutricionista no para adelgazar, sino para que nuestro cuerpo pueda, a través de cómo lo nutrimos, realizar sus funciones vitales mejor. Hacernos sentir más libres.

Si las personas, y especialmente las mujeres, no fuéramos víctimas continuas de nuestro cuerpo, peso, piel o tamaño ganaríamos tiempo valioso para poder dedicar a otros intereses.

La cultura de la dieta nos convierte en cuerpos que solo tienen valor en su exposición a los demás. En esta trampa cae la mayor parte de la población pero, la que no; está más feliz, sana y despreocupada además de menos estafada.


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