Los temores de personas inteligentes
Más allá de las diferencias en la cultura, la religión, las creencias, la actividad o el país de origen, estas personas coinciden en varios puntos, que vale la pena saber. La mayoría de los puntos de contacto entre todos está relacionado a la naturaleza del hombre, los hábitos de vida y las proyecciones pensando en el futuro. Sobre ello es de lo que hay que “preocuparse”.
1 – La tecnología
“Las tecnologías digitales acaban con nuestra paciencia y cambian la percepción que tenemos del tiempo”, palabras del escritor Nicholas Carr.
Por su parte, Evgeny Morozov, editora de Foreing Policy: “me preocupa que el poder de resolver problemas aumenta conforme a las tecnologías, pero la habilidad para poder distinguir entre cosas importantes, triviales o inexistentes, se deteriora”.
La arqueóloga Christine Finn, ha dicho que se está perdiendo contacto con el mundo físico; el neurólogo Marcel Kinsbourne que pasamos demasiado tiempo en las redes sociales y el filósofo Daniel Dennet, que no podemos vivir sin la Internet.
Todas estas declaraciones nos sirven para comprender un poco más el impacto que tiene la tecnología en cada uno de nosotros. Hemos desarrollado un “sentido de urgencia”, necesitamos que todo sea rápido, hecho para ayer, inmediato, la impaciencia se apodera de nosotros. Queremos todo aquí y ahora, sin valorar el coste que eso lleva.
2 – La humanidad y la naturaleza
Según el paleontólogo Scott Sampson, “deberíamos preocuparnos por el increíble abismo (psicológico) que nos separa como humanidad de la naturaleza“. Además, una profesora de psicología llamada Jessica Tracy, dijo que los seres humanos son absolutamente arrogantes en este tema.
El alejamiento progresivo de las personas desde la naturaleza y el campo a la ciudad y lo antinatural se puede ver en todo momento. Esto nos lleva a pensar que “somos superiores” al resto de los seres vivos del planeta, que somos los dueños de la tierra.
En realidad, esto no es así, sino que formamos parte al igual que una hormiga, un tigre, una ballena o un árbol. La única diferencia entre ellos y nosotros es que nuestras acciones y decisiones tienen una repercusión mucho mayor a nivel global. Entonces, en lugar de tener una postura “arrogante”, podríamos empezar a preguntarnos cómo hacer para vivir en armonía con la naturaleza que nos rodea (más cerca o más lejos).
3 – Depender de los modelos
En las palabras del antropólogo Scott Atran se está desarrollando “la homogenización de la experiencia humana”. Para Nassem Nicholas Taleb, existe “la teoría del cisne negro, porque seguimos dependiendo de los modelos que ya se ha demostrado son fraudulentos”. Y según afirma el psicólogo Daniel Goleman, “el cerebro no puede concebir nuestros más grandes problemas”.
En primer lugar, desde hace algunos años, estamos viviendo una carrera sin freno para ser igual a los demás, tener lo mismo que el resto, vivir experiencias semejantes. No nos damos cuenta que cada individuo “es un mundo aparte”, que necesita de sus cualidades innatas o adquiridas, pero sobre todas las cosas, únicas e irrepetibles. Es preciso recordar que son las diferencias las que nos aportan un verdadero valor.
En cuánto a la “teoría del cisne negro”, es válido saber que se trata de cuando un evento representa una sorpresa y tiene un gran impacto, la persona que lo recibe racionaliza en perspectiva y piensa que lo podría haber previsto. Por ejemplo, la crisis financiera en un país, cuando todos “ya podrían haberlo sabido por algunas señales anteriores”.
Si continuamos analizando los eventos que ocurren desde un ángulo erróneo o un modelo ineficaz, con expectativas irreales o actitudes demasiado rígidas, siempre terminaremos siendo víctimas de él. Y lo que es peor, nos culparemos por lo que ha ocurrido por no haberlo anticipado.
4 – No saber afrontar los problemas
Otra de las preocupaciones de los inteligentes es el fin de la inoculación contra las dificultades, según el psicólogo Adam Alter. En las palabras del gerontólogo Aubrey de Grey, “la sociedad tiene una precaria capacidad de razonar sobre la incertidumbre”.
La sociedad intenta bajo cualquier término evitar los problemas y el sufrimiento, quiere que todo sea bonito, bueno, económico, fácil, etc. Creciendo en estas situaciones, no estamos preparados para los reales inconvenientes que aparecen en la vida (que aparecen inevitablemente aunque no queramos). Ante las adversidades nos volvemos resilientes, desarrollando capacidades que ni sabíamos que poseíamos “guardadas”.
Entonces, cambiar de perspectiva implicará saber cómo enfrentar los problemas y aquellos obstáculos que van apareciendo en el camino. Sin dudas serán los que nos brinden oportunidades para crecer y mejorar.
Y además, estamos viviendo en una era donde lo que más reina es la incertidumbre, aunque no nos percatemos de ello. El “no saber” forma parte de nuestra vida cotidiana, es preciso aceptarlo cuanto antes, para poder dejar ir las ansias de control, que no generan más que estrés, nervios, ansiedad y enfermedades.
5 – “Sobre” preocuparse
Finalmente, el neurocientífico Joseph LeDoux, afirma que “nos preocupamos demasiado”. Esto parecería ser una endemia que afecta a todo el planeta. En nuestra cultura, la preocupación es sinónimo de ocupación y eso es un error fatal. Lo peor de todo es que pre-ocuparse de las cosas es algo realmente desgastante. Eso no quiere decir hacer frente a lo que ocurre o actuar, pero tampoco caer en el otro extremo.