Los peligros de un líder débil
Vincular el concepto de liderazgo con el de debilidad parece incoherente, pero no lo es. Aunque los puestos de mando, dirección y control implican detentar poder, quien está al frente de estos puede ser un líder débil. Esto no solo genera una impronta de incompetencia, sino que también suele volverse peligroso.
Son muchos los que llegan a un lugar o puesto de dirección porque tienen alguna habilidad específica o algún privilegio particular. Esto les da la posibilidad de ejercer el poder en algún ámbito, aun a costa de sus fragilidades personales. El problema es que un líder débil provoca dificultades a quienes están bajo su mandato y, con frecuencia, acude a métodos torpes cuando siente en riesgo su poder.
Es poco común que un líder débil lo sea en todos los terrenos. Es posible que tenga grandes fortalezas en muchos aspectos, pero carece de una de las más importantes: la moral. Esto, a su vez, conduce a la falta o a la distorsión de su criterio para conducir a otros y por eso no es raro que termine causando grandes daños.
“Para liderar a la gente, camina tras ellos”.
-Lao Tzu-
La debilidad y la fortaleza
En temas de fortaleza y debilidad es común que se confunda el fondo con la forma. Suele creerse que quien grita más, golpea más o impone más es el fuerte. Sin embargo, esta es una idea contraevidente: quien es verdaderamente fuerte no necesita acudir a todo eso para ejercer el poder. El autoritarismo es uno de los factores que revela a un líder débil.
Así mismo, es frecuente que se confunda la firmeza con la intransigencia. Esta última es un rasgo que suele estar presente en alguien con criterio débil. Su obstinación refleja falta de confianza en las ideas y propuestas. Siente que otras posturas amenazan la validez de sus planteamientos y la terquedad es una estrategia de defensa y no una muestra de fortaleza.
Otro elemento que suele ser objeto de confusión es la simplicidad. Un líder débil suele esgrimir argumentos que simplifican la realidad. Sus ideas son fáciles de captar y asimilar, por lo que es posible que se confundan con argumentos sólidos. Sin embargo, los mismos no resisten un análisis más profundo y es ahí donde se refleja su fragilidad.
El líder débil: sus rasgos
Una persona en posición de liderazgo puede aparentar fortaleza, pero hay rasgos que desnudan su fragilidad. Entre los más importantes encontramos los siguientes:
- No está claro cómo llegó a la posición de liderazgo. Si bien puede ser alguien con evidentes habilidades o virtudes, no es claro el proceso que siguió hasta convertirse en un líder. Con mucha frecuencia, fue designado por otro.
- Toma decisiones erráticas. En general, solo decide sobre aspectos poco relevantes y lo hace con criterios y métodos conservadores. No hay innovación en su forma de gestionar y llega a contradecirse.
- Se ufana de su cargo o lo usa para obtener provecho personal. Aprovecha su posición de poder para obtener ventajas particulares.
- Solo se comunica con un entorno mínimo. El líder débil suele rodearse de incompetentes y aduladores. Evita a la gente capaz, pues la siente como una amenaza.
- Se torna autoritario en las crisis. Usa su poder no para sortear las crisis, sino para asfixiarlas, encubrirlas o reprimirlas. No gestiona, sino que busca bloquear los posibles daños.
- Miente y elude. Es frecuente que este tipo de líderes acuda a las mentiras o a la manipulación de la información para no asumir sus errores o hacerlos ver como si fueran aciertos. Si se ve cercado, elude las explicaciones.
Los peligros de un líder débil
Un líder débil no solo impide el crecimiento y el avance, sino que también se torna peligroso, en especial en los momentos de crisis. Su apego a la posición de poder o privilegio que ostenta lo lleva a exhibir su faceta más autoritaria e injusta.
Así mismo, este tipo de líderes suelen convertirse en un obstáculo para llegar a soluciones. No son interlocutores abiertos o válidos para negociar diferencias o llegar a acuerdos. Su debilidad los lleva a creer que cualquier concesión les resta poder y por eso evitan el diálogo constructivo.
Para un líder débil lo más importante son sus propios intereses. De hecho, en gran medida en eso radica su debilidad: no representan al grupo que dirigen, sino a sí mismos. Por lo mismo, sus decisiones pueden ir en contra de lo que quiere o necesita un grupo.
El líder débil es peligroso porque no tiene la visión, ni la capacidad, ni el interés en que todos lleguen a buen puerto. Por eso, en momentos aciagos o coyunturas difíciles suelen conducir a sus dirigidos hasta el borde del abismo o al abismo como tal.
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- . (2003)
- ¿Emplean hombres y mujeres deferentes estilos de liderazgo? Análisis de la influencia de los estilos de liderazgo en el acceso a los puestos de dirección
- Revista de Psicología Social
- 18:3, pages 283-307. Kotter, J. P. (1999). La verdadera labor de un líder. Editorial Norma.