¿Por qué es tan importante aprender a poner límites?
Poner límites no quiere decir defender a capa y espada nuestra opinión y nuestras creencias a toda costa, como si de una imposición se tratara. Tampoco quiere decir ser sincero en todo momento, sin tener en cuenta los sentimientos y pensamientos de los demás.
De manera concreta, poner límites significa hacer saber a las personas qué necesitamos y qué queremos, que pueden ser diferentes al resto. Consiste en expresar lo que queremos y lo que no, pero sin olvidarnos de las necesidades y los deseos de los demás, teniendo en cuenta qué piensan y sienten las personas. ¿Cómo lograrlo entonces? Eso es lo que vamos a ver en este espacio, así que no te pierdas nada.
¿Qué son los límites?
Poner límites es establecer líneas con los demás (y con nosotros mismos) que no deben ser cruzadas. Es elegir situaciones, acciones e ideas que no toleramos en los demás o en nosotros, expresarlos y hacerlos valer. Como podrás imaginar, es un proceso mucho más complicado de realizar que de recomendar.
Edward T. Hall y Robert Sommer, pioneros en el estudio del espacio personal, aseguran que esos límites donde se contiene una persona y en la que habita algo más que un territorio físico, es un lugar donde nos sentimos mental, física y emocionalmente protegidos, un refugio donde nadie nos pueda agredir con sus comentarios o comportamientos.
No obstante, en sus estudios revelaron que en nuestra cotidianidad es común que se sorteen esas fronteras, esas barreras que no siempre protegemos con la atención y los recursos que necesitan para no caer. Dicho esto, veamos qué nos limita y por qué es tan importante poner límites.
¿Qué me frena a la hora de poner límites?
¿Qué me limita a poner límites y a decir «no» en algunos momentos? Probablemente, el miedo al rechazo juegue un papel determinante. Por ejemplo, si me piden ayuda, pero no me apetece ni considero conveniente ayudar a un compañero, el miedo a que se pueda deteriorar la relación es un factor que posiblemente me empuje a ayudarle, aunque no sea lo que quiero.
Priorizar a los demás
A veces priorizamos las necesidades de los demás sobre las nuestras y nos sentimos culpables si decimos «no» ante una petición de otra persona. La culpa nos trae pensamientos del tipo: «si no lo hago soy una mala amiga», «soy una egoísta», «creo que soy una mala persona por no ayudarle».
Estos pensamientos suelen tener una connotación emocional más intensa de lo habitual, precisamente por este sesgo. Sin embargo, no se trata de ser egoístas y ponernos por encima de los demás, pero tampoco ponernos por debajo. Es más bien una cuestión de equilibrio.
Sobreimplicación y asunción de responsabilidades ajenas
Asimismo, no ponemos límites cuando tendemos a hacernos responsables de todo, por sobreimplicarnos en los problemas de los demás. Esto suele nacer de la idea de que ayudar a los demás es lo mismo que hacerse cargo de sus obligaciones o resolver sus problemas.
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¿Por qué es tan importante aprender a poner límites?
Dicho todo lo anterior, habrás comprobado que poner límites nos protege de multitud de situaciones desagradables. Vamos a desgranar mejor la importancia de esta idea.
Conocerse a uno mismo
Uno de los beneficios a la hora de poner límites tiene que ver con el autoconocimiento. Para poner límites se requiere un buen conocimiento de uno mismo y de las necesidades propias. Consiste en ser consciente en cada momento de lo que quieres y lo que necesitas. Cuestiónate: ¿Qué quieres? ¿Qué necesitas? ¿Qué te hace sentir cómodo?
A su vez, poner límites te va a permitir que te respetes más a ti mismo y, en la medida en que esto ocurra, los demás te respetarán en función de los límites que establezcas.
Fortalece la autoestima
Establecer límites va a culminar, probablemente, en un aumento considerable de tu autoestima. Simplemente por el hecho de hablar sobre ti y darte el lugar que necesitas. Al sentirte mejor contigo mismo perderás el miedo de mostrarte como eres.
Por fin soltarás la tensión continua de tener que estar alerta por si algo o alguien puede dañar tu vulnerabilidad. Te sentirás libre de poder expresar tus necesidades, independientemente de cómo se lo tomen los demás, sin sentir culpa por no hacer lo que los otros esperan que hagan.
Relaciones sanas y equilibradas
Poner límites y respetarlos es una forma de relacionarse con los demás de forma saludable y equilibrada. Gracias a esta práctica se elimina la desigualdad en cuanto a lo que cada uno aporta a la relación.
Podrás hacerle llegar a los demás como quieres que se comuniquen contigo, y esto te traerá mucha satisfacción personal. Así, la frustración y el estrés ante la ausencia de límites dejará de estar presente en tus relaciones.
Al conseguir respetar tus límites y el de los demás, tus relaciones se convertirán en relaciones sanas y estables en el tiempo. El respeto se palpará en tus relaciones y ninguno se sentirá invadido por el otro.
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¿Cómo poner límites de una manera efectiva?
Ahora que sabemos los beneficios de poner límites, llegamos a la pregunta clave: ¿cómo empezamos a establecerlos? Aquí tienes una serie de consejos para lograrlo.
Entrena tu asertividad para poner límites
La capacidad para decir que no es algo que se entrena. Tendrás que tener claras tus prioridades y necesidades y liberarte de la presión de la opinión externa. A la hora de poner límites, nos priorizamos y fundamentamos nuestra decisión en argumentos sólidos. Recuerda comunicarlo siempre con responsabilidad afectiva.
No permitas que otros tomen decisiones por ti
No necesitas que nadie te proporcione una orden o una validación para lo que quieres hacer. Que otros manejen tu vida es cómodo en cierta manera (a la hora de asignar responsabilidades, por ejemplo), pero se trata de huir de las cadenas que eso supone para tu libertad. Toma tus propias decisiones.
Revisa tu sistema de creencias
La educación que has recibido, la cultura en la que vives, las personas que te rodean, todo ello te ha moldeado a lo largo de los años para traerte hasta donde estás. Se sabe, por ejemplo, que el estilo de apego parental influye en la vida adulta, aumentando el riesgo de dependencia emocional cuando este no es seguro.
Por eso, es necesario que verifiques todo ello y comiences a hacer modificaciones. Un ejemplo de ello sería revisar la idea de que debes resolver los problemas de tus amigos, pues detrás de ello podría haber una creencia errónea de que esa es la forma adecuada de ayudar a los demás.
Busca ayuda profesional para aprender a poner límites
Una buena acción es permitirnos abordar esta problemática con un psicoterapeuta, ya que detrás de la ausencia de límites podría haber otros problemas a resolver, como un apego ansioso o dependencia emocional. No tengas miedo a pedir ayuda, pues nadie debería recorrer caminos complicados sin una mano amiga.
Ve poco a poco
Como hemos comentado, la mentalidad necesaria para poner límites y hacerlos respetar no se adquiere de un día para otro. Por eso, comienza con pequeñas cosas, límites no demasiado desafiantes, y con personas de confianza. Poco a poco podrás ir abarcando más áreas.
Por último, queda recalcar que la tarea de poner límites es una carrera de fondo. A todo el mundo le cuesta plantarse y decir que no, y siempre van a existir personas que quieran transgredir esos límites. Sin embargo, es posible realizarlo, así que no cejes en tu empeño de tomar las riendas de tu vida.
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