¿Cómo dejar de racionalizar tus emociones?

Cuando una emoción nos incomoda, racionalizarla es una forma de disminuir su impacto. Sin embargo, esto tiene consecuencias. Te contamos cómo dejar de intelectualizar lo que sientes.
¿Cómo dejar de racionalizar tus emociones?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 20 julio, 2023

¿Eres una persona muy lógica y racional? ¿Te gusta planificar y anticipar? ¿Consideras el intelecto y el saber como tu mayor virtud? De ser así, es posible que experimentes ansiedad ante aquello que no puedes controlar. Si acostumbras a vivir en tu mente, quizá sin darte cuenta, manejas tu mundo emocional desde este terreno. Pero, ¿cómo dejar de racionalizar tus emociones?

Es importante saber que este mecanismo cumplió una importante función alguna vez; te ayudó a sobrevivir, a proteger tu integridad psicológica en un momento en el que no contabas con más recursos u opciones. No obstante, hacer de este tu forma habitual de proceder, en especial si eres adulto, te limita e impide experimentar la vida en todos sus aspectos.

¿Qué significa racionalizar tus emociones?

Racionalizar quiere decir buscar o inventar explicaciones lógicas que den sentido a una emoción, acción o actitud que nos incomoda. Consiste en buscar razones para entender por qué algo ocurre o por qué nos sentimos de un modo particular.

Esto, que en un inicio no parece tener nada de negativo, nos priva de vivenciar la experiencia en sí de esa emoción o de conectarnos con la realidad del momento.

En pocas palabras, racionalizar es una huida hacia la mente cuando no somos capaces de manejar las emociones o sensaciones que se nos presentan. Y, sin darnos cuenta, aplicamos esta vía en múltiples ámbitos de nuestra vida diaria, como los siguientes:

  • Justificar un error: por ejemplo, si no estudiamos suficiente para un examen de admisión, nos autoengañamos pensando que, en realidad, no deseábamos entrar en esa carrera universitaria o en ese puesto de trabajo.
  • Encubrir nuestras debilidades y limitaciones: si tenemos bajas habilidades sociales, en lugar de reconocer esta carencia podemos intelectualizar la situación y concluir que en realidad no necesitamos hacer amigos.
  • Protegernos de situaciones emocionales desbordantes: ¿tu mejor amigo decidió finalizar la amistad? Quizás el dolor y la decepción sean tan grandes que para ti resulte más sencillo darles vueltas a sus motivos y no conectar con lo que sientes ante este hecho.
  • Evitar hacer introspección: ¿cuántas estrategias ponemos en marcha para no vernos en realidad? Muchas veces, quedarse en el plano de la mente es la excusa perfecta para no reconocer nuestras heridas internas y esas partes oscuras propias que no queremos asumir ni trabajar.
  • Lidiar con contradicciones: ¿eres consciente de que tu relación de pareja es dañina pero no la terminas? Es muy posible que la racionalización entre en juego y pienses que el riesgo no es tan alto o que tu pareja cambiará. Como sugiere un artículo de American Psychologist, esto nos ayuda a sentir que somos psicológicamente coherentes.


¿Qué lleva a una persona a racionalizar o intelectualizar sus emociones?

Este mecanismo de defensa ayuda a evitar la decepción, la vergüenza, la limitación o el dolor. Además, permite negar nuestras debilidades y lidiar con conflictos emocionales o factores estresantes, internos o externos, detalla Encyclopedia of personality and individual differences . Pero, ¿por qué recurrimos a tal estrategia, en lugar de permitirnos sentir y vivir con naturalidad?

Cabe mencionar que esta opción es útil y necesaria en algún momento. Si creciste en un entorno familiar hostil, ambivalente o impredecible, es posible que el dolor, el caos y la confusión fuesen excesivos para una mente infantil incapaz de gestionar lo que ocurría. Y, así, huir fue un modo de tolerar el dolor, lidiar con esa incertidumbre constante y darle sentido al descontrol.

De igual forma, es más común que se utilice este escape cuando no poseemos una buena inteligencia emocional y no contamos con los recursos para procesar y expresar las emociones de modo adecuado. Tal vez nunca te enseñaron a hacerlo, no tuviste un ejemplo adecuado al respecto o, incluso, entendiste que conectar con tus emociones era peligroso por el rechazo que podías sufrir.

En dichos momentos, racionalizar tus emociones pudo ser la única manera disponible de salir adelante. Y, aún hoy en día, quizás sea una estrategia útil ante ciertos episodios, en tanto que ayuda en la toma de decisiones y en la eficacia del pensamiento. No obstante, no puede convertirse en un modo de proceder habitual.

La importancia de aprender a sentir

A corto plazo, racionalizar evita entrar en contacto con emociones desagradables. Sin embargo, a largo plazo nos limita y nos impide ver la realidad tal como es. Por ejemplo, un artículo publicado en Behavioral & Brain Sciences sugiere que este mecanismo de defensa se asocia con un desarrollo emocional más deficiente y con una amplia gama de conductas antisociales.

Por ello, es importante aprender a dejar de lado esta tendencia intelectualizadora. ¿Cómo podemos hacerlo? Hay algunos elementos claves a abordar; se trata de los siguientes:

  • Comienza algún tipo de práctica de mindfulness o atención plena: la regularidad en este método hará que sea mucho más sencillo conectar con el aquí y el ahora.
  • Toma acción: este es otro modo de dejar a un lado la mente y bajar al cuerpo. Y puedes lograrlo poniéndote en marcha para gestionar o solucionar la emoción o la situación que se te presenta.
  • Desliga tu identidad de tu tendencia a racionalizar: es posible que intelectualizar lleve a sentirte una persona inteligente, que está a salvo y que esto se convirtiera en el núcleo central de cómo te ves. No obstante, entiende que eres más que tu mente y que sentir no te hará más débil.
  • Conecta con tus emociones: ¿cuando llegaba una sensación corrías a pensar sobre ella, nombrarla o tratar de explicarla? En su lugar, permítete sentir. Conecta con las sensaciones corporales y los cambios que esa emoción produce en ti. No trates de entenderla, darle una razón o juzgarla como positiva o negativa, solo ábrete a la experiencia.


Dejar de razonar las emociones es un asunto de práctica

En definitiva, si intelectualizar y racionalizar tus emociones te hizo sentir a salvo durante años, es posible que al inicio te cueste abandonar este hábito.

No obstante, con la práctica aprenderás a sentir de nuevo y a no necesitar entender, controlar y razonar todo lo que experimentas. Verás que es un ejercicio muy liberador y que tus niveles de ansiedad disminuirán de forma importante.


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