Claves para salir de las malas rachas
Lo que llamamos “malas rachas” suele comenzar con una pérdida o un problema particularmente difícil de resolver. Después, a raíz de ese suceso, o de forma paralela, confluyen otras situaciones problemáticas y es entonces cuando comenzamos a sentir que estamos en una etapa en la que “todo nos sale mal”.
Podríamos decir que, en general, definimos las malas rachas como aquellos momentos en los cuales coinciden varios factores o vivencias negativas al mismo tiempo. Lo usual es que las causas de esto se le endilguen a un factor de “mala fortuna” o “mala suerte”. También es habitual que se busque un culpable o que se pretenda interpretar todo como un castigo o como el efecto de la “mala energía” de algo o alguien.
“Si no quieres ver tus deseos frustrados no desees jamás sino aquello que sólo de ti depende”.
-Epicteto de Frigia-
Para que hablemos de malas rachas, la situación ha de permanecer así por un lapso relativamente largo. Esto, por supuesto, mina nuestra vitalidad y muchas veces nos sumerge en un estado de pesimismo que nos hace ver como si el mundo se hubiese vuelto gris. También nos inunda de temores y hace que revivan inseguridades que dábamos por superadas. ¿Se puede salir de ese foso oscuro? Claro que sí. Y estas son algunas claves para lograrlo.
1. Para salir de las malas rachas, identifica el problema central
Aunque las malas rachas se caractericen porque todo parece ir mal, lo cierto es que siempre hay un factor o un foco central. Lo más habitual es que coincida con el elemento que le dio origen a esos malos tiempos. Esto usualmente tiene que ver con la pérdida de un trabajo, la muerte de alguien amado, una ruptura amorosa, un accidente o enfermedad, o algún evento que propició una fuerte herida al amor propio.
Para salir de las malas rachas es importante identificar cuál es ese elemento que tiene mayor peso que los demás. Por lo general, ese factor es precisamente el más difícil de resolver. Sin embargo, precisarlo nos ayuda a organizar las ideas y a diseñar posibles soluciones o, en todo caso, a enmarcar los hechos.
2. Sé perseverante
Una vez admitido el problema y analizado, una vez tomada una decisión sobre cómo se va a afrontar, qué se va a hacer concretamente, llega el momento de ser perseverante en el plan para corregir aquello que has hecho mal. No permitas que las caídas y las malas rachas te impidan seguir luchando por tus sueños, por eso que quieres desde el fondo de tu corazón.
3. Examina tu contexto mental
Es muy importante que examines todo el contexto mental que rodea a ese problema central. Dicho contexto se refiere a las ideas que están asociadas a esa dificultad. Si te dieron calabazas, es posible que vincules ese hecho con ideas como “fue mi culpa”, o “nunca volveré a ser tan feliz” y otras por el estilo. Si el problema central es el desempleo, puede ser que construyas una red de pensamiento en la que aparecen ideas imprecisas que te hacen sentir incapaz, incompetente o poco valioso.
Lo usual es que ese contexto mental se torne seriamente pesimista durante las malas rachas. Además, para salir de allí no basta con que te des tres palmaditas en la espalda y sacudas la cabeza para que se vayan esas ideas. Lo importante es que te hagas consciente de que ahí están esas afirmaciones negativas y que si quieres salir de esta etapa negativa, debes transformar esas ideas . No por las opuestas, sino por otras más realistas.
4. Actúa, no te quedes quieto
Uno de los efectos de las malas rachas es el de conducirnos paulatinamente a cierta parálisis. Inicialmente reaccionamos con dinamismo frente a las dificultades, pero con el paso del tiempo se va apoderando de nosotros la inacción. Es posible incluso que lleguemos a ubicarnos en una posición en la que simplemente esperamos que “algo pase” para sacarnos de allí.
Si nos dejamos invadir por esa pasividad pesimista, cada vez será más difícil superar la situación. Se apoderará de nosotros una inercia pesimista, que casi siempre nos conduce a más problemas y a más errores. Aunque no tengamos la sartén por el mango, debemos actuar. Reajustar nuestras expectativas y nuestros planes y echar a andar. Muchos tienen la fantasía de que resolver el problema es volver al estado anterior y no es así.
Si perdimos un gran trabajo, no esperemos a conseguir un nuevo trabajo tan maravilloso como el anterior para movernos. Si perdimos un gran amor, no imaginemos que debe llegar otro gran amor a reemplazarlo. Nada será como antes y lo más probable es que tengamos que comenzar de nuevo, en unas condiciones muy diferentes. La idea de restituir el estado anterior nos quita fuerzas y es inútil. De las malas rachas se sale con humildad y con actitud, no tiene más misterio.
5. Mantén tu mente positiva
La forma de pensar influye y en algunos casos puede ser determinante en el día a día. Es por ello que es fundamental cultivar la mente y esforzarse por tener pensamientos positivos. De igual forma, cuando aparezca un pensamiento negativo, hay que escucharlo, pero sin permitir que tome el control.
6. Aprende de la mala racha
Todo en la vida deja un aprendizaje, incluyendo aquellos momentos que tienen una connotación negativa. Es importante enfocarse en el aprendizaje y utilizarlo a favor para proyectos futuros en todos los ámbitos de la vida.
7. Anímate a pedir ayuda
Finalmente, muchas malas rachas aparecen porque no hemos sabido cómo pedir ayuda a tiempo. Pedir ayuda no es sinónimo de debilidad o cobardía, por el contrario, es una gran muestra de autoconocimiento y de confianza en nuestros seres queridos.
Del mismo modo, puede llegar a ser útil pedir ayuda profesional. Un buen acompañamiento psicológico puede ayudarnos a rastrear la raíz de nuestra mala racha y a generar estrategias efectivas para hacerle frente al estrés y los pensamientos negativos que posiblemente han ido apareciendo durante los malos tiempos.
Pedir ayuda a otros nos permitirá conectar con los demás y entender que aunque todos pasamos por malos momentos, siempre habrá una mano amiga dispuesta a auxiliarnos.
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