¿Cómo afectan las emociones a la espalda?

¿Llevas semanas o meses con dolor de espalda? ¿Los médicos no encuentran el origen? Entonces es momento de atender esas emociones que, tal vez, llevas descuidando desde hace tiempo. Descubre toda la información en el siguiente artículo.
¿Cómo afectan las emociones a la espalda?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 05 mayo, 2023

¿Te has preguntado alguna vez cómo afectan las emociones al dolor de espalda? Si sufres molestias musculoesqueléticas crónicas, te interesará saber que factores psicógenos, como el estrés, los traumas o la preocupación, suelen ser el sustrato de esta realidad clínica tan debilitante. Si Platón decía que, a veces, el cuerpo es la cárcel del alma, no se equivocaba demasiado.

Trabajos como los publicados en el 2022 en el Journal of Orthopaedic Translation destacan que esta condición tiene una prevalencia elevada a nivel global. Estamos ante un problema de salud pública que altera de muchas maneras la vida de la persona. Es más frecuente entre los 45 y los 54 y, como bien sabemos, suele ser una de las principales causas de baja laboral.

Por otro lado, y aunque la dolencia se puede explicar por mala ergonomía laboral, hernias, osteoporosis, artritis o degeneración de discos, hay un aspecto que suele descuidarse: el emocional. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 80 % de los episodios de dolor de espalda no tienen una causa física determinada. El dolor de espalda crónico, apunta el máximo organismo, a menudo se desarrolla por factores psicológicos.

 Cualquier dolencia mental puede conducir a la aparición de dolencias físicas, siendo la espalda el área corporal más afectada.

Así afectan las emociones al dolor de espalda

La ciencia lleva décadas estudiando el modo en que nuestras emociones impactan en nuestro cuerpo. La psicología psicosomática, por ejemplo, analiza cómo algunas dolencias son el producto de factores mentales. Ello explica por qué cada vez más expertos no tienen prejuicios a la hora de admitir que la columna vertebral no solo es el soporte de nuestras cargas físicas, sino también de las emocionales.

De este modo, para conocer la causa de nuestro dolor de espalda, no siempre son suficientes las pruebas diagnósticas ordinarias como las resonancias magnéticas. La Universidad de Ciencias de la Salud de la Prefectura de Ibaraki, en Japón, destaca cómo el estrés suele mediar de manera significativa en las molestias lumbares de las mujeres. Como se puede intuir, esto no puede apreciarse en una radiografía.

En razón de lo que se ha comentado, muchos expertos advierten del enfoque multidisciplinario que se debe tener al momento de diagnosticar y tratar el dolor de espalda. Algunos trastornos mentales pueden iniciar o agravar este tipo de condiciones, pero también pueden entrar en juego muchas variables. Esto es especialmente cierto cuando se habla de episodios de carácter crónico.



Formas en que percibirás esta relación

La forma en que afectan las emociones al dolor de espalda suele seguir un patrón muy característico con el que puedes sentirte identificado. A menudo, el paciente desarrollará frustración debido a que los médicos no logran detectar y tratar su malestar; algo que a su vez no hará más que empeorar el problema.

  • El dolor de espalda dura más de tres meses y no desaparece con los analgésicos ordinarios como el paracetamol.
  • Te han hecho varias pruebas clínicas y no encuentran el origen de esa molestia.
  •  El sufrimiento físico es mayor los días en que sufres estrés o ansiedad
  • Además del dolor de espalda, padeces otras condiciones, como cefaleas, cansancio persistente, mareos o problemas digestivos.
  • Tienes problemas para tener un descanso nocturno de calidad.
  • Por las noches, te cuesta conciliar el sueño porque aparece el agujero negro de las preocupaciones.
  • Factores como un mal día, una discusión o una angustia intensifica tu dolor de espalda.
  • Tener que hacer frente a situaciones que te generan ansiedad eleva aún más esta molestia física.
  • Ese dolor de espalda está afectando a distintos ámbitos de tu vida: social, laboral, tiempo de ocio y demás.
  • Técnicas como la fisioterapia no te ayudan tanto como deberían. El dolor siempre vuelve.

 El dolor de espalda por factores emocionales es, por encima de todo, como ese perro fiel que hay ante nuestra casa y que ladra cuando hay un peligro. Hacerlo callar mediante fármacos no servirá de nada si no conocemos la causa, si no desvelamos qué es eso que nos está amenazando.

Es importante advertir que las emociones pueden ser tanto la causa principal como la secundaria del dolor de espalda. En efecto, y tal y como señala Harvard Medical School, no todas las personas responden igual frente a esta condición. Las respuestas al dolor varían de persona en persona, así como el grado en que las emociones interfieren en el proceso.

¿Por qué las emociones causan dolor físico?

Por llamativo que nos parezca, el dolor de espalda suele ser uno de los síntomas físicos más comunes en pacientes con depresión o ansiedad generalizada. Así, es posible que hayas pasado ya por todo un periplo de fisioterapeutas y especialistas en la columna vertebral sin hallar alivio, sin encontrar remedio a ese dolor recurrente de espalda.

Hasta que, finalmente, recibes el diagnóstico acertado por parte de un psicólogo u otro profesional de la salud mental. Estrés, un trauma no abordado, un trastorno del estado de ánimo que debes tratar y demás; todo ello impacta siempre en tu cuerpo. Así, el modo en que afectan las emociones al dolor de espalda es muy complejo y, por lo general, el origen está en estas causas que analizamos a continuación.

El procesamiento disfuncional de las emociones

Por término medio, el ser humano tiene un curioso defecto:reprimir lo que le duele en lugar de gestionar lo que le preocupa. De este modo, cuando la vida duele y las preocupaciones son muchas, la tendencia más recurrente es la represión. Nos decimos que estamos bien y que no pasa nada.

Tarde o temprano, ese conjunto de emociones no reguladas termina por manifestarse en molestias psicosomáticas y en dolor físico. Así, desde la Escuela Británica de Osteopatía en Reino Unido, destacan en una investigación este mismo dato. El procesamiento emocional deficiente correlaciona con el dolor lumbar crónico.

Las secuelas físicas de algunos estados emocionales

Buena parte de las condiciones psicológicas presentan un correlato físico muy destacado. Ejemplo de ello son los trastornos del estado de ánimo. Como se advierte desde la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, realidades clínicas como la depresión, la ansiedad o estrés pueden generar lo siguiente:

  • Tensión muscular.
  • Aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria.
  • Aumento de la presión arterial.
  • Fatiga.
  • Alteraciones del sueño.
  • Alteración de los patrones de alimentación.
  • Menor propensión a realizar actividad física (lo que se puede traducir en el debilitamiento de los músculos de la espalda y de otras zonas).

Ten en cuenta que las variables emocionales no solo pueden iniciar o continuar el dolor de espalda, también pueden interrumpir su abordaje. Por ejemplo, un trabajo publicado en Archives of Physical Medicine and Rehabilitation sugirió que las emociones negativas pueden alterar la respuesta a las inyecciones epidurales de esteroides para el dolor relacionado con la columna vertebral.

De igual modo, se ha encontrado que la ansiedad somática prequirúrgica, la hostilidad y la depresión pueden predecir resultados deficientes de ciurgía lumbar para abordar el dolor de espalda. Las emociones, por tanto, inciden de forma material en el dolor; y no solo en el plano psicológico.

Neurotransmisores, emociones y dolor

En una investigación publicada en la revista American Physical Therapy Association apuntan el papel causal de neurotransmisores que cursan en el estrés, como la epinefrina, la norepinefrina o el cortisol, con la propia aparición del dolor. Al parecer, existe un mecanismo paralelo que subyace entre la respuesta desadaptativa al dolor y los factores emocionales de naturaleza estresante.



Pero esto no es todo. Tal y como recoge un trabajo divulgado en Brain, el cerebro reordena o «cambia» los circuitos que codifican y procesan los estímulos emocionales en personas que padecen de dolor crónico. En muchas de ellas, la actividad cerebral frente a un cuadro de dolor se limita a los circuitos relacionados con las emociones. En teoría, esto aumentaría aún más el paralelismo.

Otras relaciones entre las emociones y el dolor de espalda

Las vías anteriores explican por qué las emociones pueden generar dolor de espalda. Hay otros mecanismos que, aunque tienen una menor incidencia, no se deben descartar. Por ejemplo, un trabajo publicado en Pain Practice en 2019 sugirió que la angustia emocional derivada de factores demográficos, factores psicoconductuales y el grado de apoyo social eleva el riesgo de dolor lumbar inespecífico crónico.

Así, y entre otras cosas, el apoyo que tenga una persona puede hacer que la experiencia frente a los cuadros de dolor sea mayor o menor. Muchas de las relaciones sobre cómo afectan las emociones al dolor de espalda aún están por confirmarse. En todo caso, parece ser que es bidireccional, y que explica muchos de los episodios de dolor de espalda no específico.

¿Cómo prevenir y tratar el dolor de espalda asociado a nuestras emociones?

Buena parte de nosotros experimentaremos en alguna ocasión dolor lumbar. Se trata de la afección más común y qué vendría a demostrar cómo afectan las emociones a la espalda y, en concreto, cómo el sufrimiento psicológico tiene, también, un serio impacto en nuestro cuerpo y calidad de vida.

Visualicemos por un instante una imagen. Imaginémonos a nosotros mismos con un carcaj a la espalda, un carcaj lleno de flechas preparadas para destruir el dolor, para sobrellevarlo mejor y para defendernos de aquello que puede adherirse a nosotros y causarnos sufrimiento.

¿Qué tipo de «remedio» llevarían esas flechas para ayudarnos? Lo analizamos.

Los cambios en nuestro estilo de vida, la terapia psicológica junto a la práctica de algún deporte, pueden reducir nuestro dolor de espalda

1. La terapia cognitiva-conductual

La terapia cognitiva-conductual es un modelo altamente eficaz para detectar patrones disfuncionales de pensamiento, gestionar las emociones y propiciar conductas más saludables. En caso de que suframos algún trastorno psicológico, este enfoque será el más idóneo para alcanzar un mayor bienestar.

2. Reducción del estrés basada en la atención plena (MBSR)

El modo en que afectan las emociones a la espalda puede regularse mediante la terapia dereducción del estrés basada en la atención plena (MBSR). Se trata de un enfoque desarrollado en los años 90 por Kabat-Zinn que engloba, desde estrategias del Mindfulness, de la terapia cognitiva, técnicas de relajación y recursos como el Body Scan, centrado en tomar conciencia de las propias sensaciones corporales.

Investigaciones como las realizadas en la Universidad de Washington, destacan la utilidad de este modelo para reducir el dolor lumbar crónico.

3. Cambios en nuestro estilo de vida

Muchas veces estamos envueltos en hábitos de vida poco saludables para el cuerpo y la mente. La multitarea, el estrés, el no darnos tiempos de descanso y desconexión, tienen un serio impacto en nuestro bienestar. Procuremos, en la medida de lo posible, promover rutinas en nuestro día a día más relajadas, recordando cuáles son nuestras prioridades.

Cuidemos de nuestras emociones tanto como de la propia alimentación y no nos olvidemos nunca del «movimiento». Un cuerpo que se mueve y una mente que sabe despejarse de vez en cuando, también son claves de salud. El ejercicio físico es una variable que no podemos descuidar.

Si te duele la espalda, consulta con varios profesionales

Para concluir, si llevas meses con dolor de espalda y tu calidad de vida se está viendo afectada, consulta con varios especialistas. Lo primero es descartar problemas físicos, tales como artritis, degeneración de discos, etc. Si no encuentran el origen de tu dolencia musculoesquelética, no dudes en acudir a un psicólogo. Las emociones no atendidas gritan en nuestro cuerpo: atiéndelas.


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