¿Es peligrosa la hipnosis en terapia?
El cine, la literatura e incluso la cultura popular contribuyen con frecuencia a que se integren narrativas erróneas o distorsionadas sobre ciertas prácticas clínicas. Una de ellas es asumir que la hipnosis es peligrosa en terapia, cuando, en realidad, estamos ante un método clínico muy interesante para tratar el dolor, las fobias o dejar de fumar.
Si también tú albergas inquietudes sobre esta técnica, querrás saber que es una herramienta psicoterapéutica más que cuenta con adecuados avales científicos. Asimismo, siempre que se aplique por un profesional certificado, puede actuar como un buen facilitador del cambio.
¿Tiene riesgos la hipnosis clínica en terapia?
La idea de que la hipnosis puede ser perjudicial responde a argumentos sesgados. Durante el tratamiento, no perderás en ningún momento el control de tu propia persona, ni caerás en un estado de inconsciencia. En cambio, se ha sugerido que el presente método auxiliar facilitaría el proceso terapéutico y resultaría útil a la hora de tratar el dolor y la angustia emocional.
Te encuentras, por tanto, ante un recurso más que emplean los psicólogos, con sus beneficios y limitaciones, pero sin riesgos asociados. La cultura popular ha construido a su alrededor todo un artificio de falsas ideas que vale la pena desmontar. Porque lejos de ser ese clásico instrumento de manipulación, actuaría como un interesante medio para cambiar. Profundicemos en algunos de sus mitos.
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No te hará decir o hacer cosas que no desees
Si has visto El gabinete del doctor Caligari (1920), o producciones más recientes como Déjame salir (2017), es posible que te persiga una preocupación: «Si mi psicólogo me hipnotiza, ¿acabaré haciendo algo en contra de mi voluntad?». En la actualidad, existe todavía una línea muy difusa sobre lo que es y no es la hipnosis.
Para empezar, lo más importante es tener claro que no se trata de una técnica de control mental. El proceso hipnótico es un estado de concentración focalizada y relajación profunda en el cual experimentas una mayor receptividad a la sugestión. Esa atención a tu interior es la que se usa para ayudarte a generar cambios o descubrir recursos que puedes usar en tu beneficio.
En ningún momento verbalizarás cosas que no desees ni perderás tu voluntad, porque a lo largo de la sesión siempre conservarás tu poder de decisión. De hecho, el trabajo e interacción constante entre el terapeuta y el paciente es clave para alcanzar objetivos.
Nadie pierde la consciencia durante la hipnosis
«Cuando cuente hasta tres, caerás en un profundo sueño». Seguro que has escuchado esta frase en más de una película. Ahora bien, conviene desmentir la idea de que esta técnica te deja suspendido en un estado onírico. Por lo general, lo que sucede es que la persona permanece consciente en todo momento y recuerda todo lo que sucede durante la hipnosis.
La idea de que esta herramienta clínica produce un trance o un estado especial de consciencia es un concepto del todo erróneo. Como paciente participas de forma activa y puedes interrumpirlo en cualquier instante si así lo deseas. El propio éxito de este método requiere siempre de tu comodidad y confianza en la misma y en el profesional que la lleva a cabo.
Ningún recuerdo, palabra o sugestiones propuestas quedan en el olvido o se borran de la memoria.
No siempre «destapa» recuerdos dolorosos
Es frecuente asumir que la hipnosis tiene como propósito desbloquear todo recuerdo doloroso. Dicho planteamiento tiene su origen en el psicoanálisis freudiano y en su concepción sobre el inconsciente. Si te preocupa que tu terapeuta tenga como principal objetivo devolverte a la consciencia recuerdos traumáticos del pasado, te aseguramos que ese no es el fin último de esta herramienta.
Lo habitual es concertar primero con el profesional cuáles son las metas terapéuticas y crear un espacio ético y respetuoso. En ningún momento sucederá nada que no desees. Asimismo, ten siempre en cuenta que existen terapeutas no certificados que prometen realidades sin base científica alguna. Ejemplo de ello son las clásicas regresiones a vidas pasadas.
No agrava los problemas latentes
¿Te inquieta que la hipnosis tenga efectos adversos en terapia? Pues no es así. Una preocupación frecuente entre los consultantes es si esta técnica intensificará sus problemas latentes. No hay evidencia de que la persona hipnotizada sufra dolor o empeore su sintomatología asociada.
Es más, resultaría beneficiosa en el control del dolor y en el tratamiento de la ansiedad. También en las siguientes áreas que pasamos a mencionarte:
- Fobias.
- Dolor dental.
- Dejar de fumar.
- Pérdida de peso.
- Cuidados paliativos.
- Trastorno del sueño.
- Reducción del estrés.
- Trastorno de estrés postraumático.
La hipnosis no es un tipo de terapia
Existe otra concepción errónea alrededor de la hipnosis clínica. A menudo, se asume que toda la intervención terapéutica se basa —en exclusiva— en esta estrategia. Algo así refuerza sin duda los miedos e inquietudes del paciente sobre sus beneficios. Sin embargo, la hipnosis es una herramienta más dentro del propio abanico de abordajes psicológicos.
Además, se integra en diferentes modelos y corrientes para reforzar el propio trabajo del especialista. Y querrás saber que hay varios tipos de hipnosis y que todos ellos son seguros y fiables. Lo esencial es que el terapeuta esté formado en esta materia y siga siempre una perspectiva basada en la ciencia. Estas son las distintas metodologías:
- Hipnoterapia centrada en soluciones: en esta modalidad, terapeuta y paciente trabajan juntos para hallar posibles estrategias a problemas determinados a través de un estado de calma y sugestión.
- Hipnosis ericksoniana: desarrollada por Milton H. Erickson, se basa en el empleo de metáforas, historias y sugerencias indirectas con el fin de que el paciente internalice determinadas ideas que promuevan cambios saludables.
- Hipnoterapia cognitivo-conductual: en la revista Frontiers in Psychology señalan que la psicología cognitiva también contribuyó a la comprensión y desarrollo de esta herramienta. En este caso, es útil para favorecer estados de relajación e imaginación con los que poder reformular creencias y esquemas mentales.
No le funciona a todo el mundo (y eso no es malo)
La inquietud al respecto de si es peligrosa la hipnosis en terapia se nutre siempre de ideas infundadas basadas en la cultura popular. En este sentido, es fundamental la psicoeducación para entender que buena parte de las técnicas psicológicas cuentan con nutrida evidencia y avales científicos.
De igual modo, hay otra realidad que conviene matizar. No todos los pacientes logran un estado de sugestión ni se sienten cómodos durante la hipnosis.
El hecho de que te pueda suceder esto, no dice nada malo de ti ni del profesional que lo lleva a cabo. Se trata de algo normal. Es más, sucede lo mismo con otros tipos de abordajes. No todos los consultantes, por ejemplo, se benefician de la técnica del mindfulness, de las visualizaciones, de la reestructuración cognitiva o de la terapia EMDR, etc.
Es ahí cuando entra en valor la pericia del psicólogo para encontrar ese recurso «dorado» que genera el cambio y el beneficio de acuerdo con las necesidades de la persona. La terapia es un ejercicio dinámico y creativo donde se inscriben múltiples técnicas para dar respuesta a cada particularidad humana.
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La hipnosis, una práctica terapéutica más
Siguiendo el ideario colectivo, es probable que te imagines al clásico hipnoterapeuta con un péndulo o reloj. Sin embargo, la mayoría de las veces basta con usar verbalizaciones para favorecer un estado de sugestión. Te encuentras, en esencia, ante un tipo de comunicación que favorece la construcción de imágenes mentales con el fin de incentivar cambios sanadores.
Es una práctica válida y segura que requiere cierta implicación imaginativa-emocional. El único efecto que podrías notar al terminar es una leve sensación de somnolencia. Dejando a un lado este pequeño matiz, se trata de un recurso terapéutico, entre tantos otros, a la hora de tratar determinadas realidades clínicas.
Por último, cabe señalar que la hipnosis no es adecuada en pacientes con afecciones mentales graves como psicosis, trastornos disociativos o esquizofrenia. Más allá de estos ámbitos, se alza como una herramienta confiable que debe aplicarse por un profesional bien formado en esta área. Sumado al resto de técnicas en el propio proceso clínico, puede aportar ese avance que mereces y necesitas.
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