Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson

Erik Erikson desarrolló, en la segunda mitad del siglo XX, una de las teorías más populares e influyentes del desarrollo: la desarrollo psicosocial.  
Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson
Sara González Juárez

Revisado y aprobado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 02 junio, 2023

Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson responden a una teoría psicoanalítica integral que identifica una serie de momentos por los que un individuo sano pasa a lo largo de su historia vital. Cada etapa se caracterizaría por una crisis psicosocial de dos fuerzas en conflicto.

Erikson, al igual que Sigmund Freud, creía que la personalidad se desarrollaba en una serie de fases. La diferencia fundamental es que Freud se centró en las etapas psicosexuales. Por su parte, Erikson se enfocó en el desarrollo psicosocial. Él estaba interesado en cómo la interacción y las relaciones sociales desempeñaban un papel en el crecimiento de los seres humanos.

«Los conflictos de un hombre representan lo que realmente es».

-Erik Erikson –

Etapas del desarrollo psicosocial de Erikson

Cada una de las ocho etapas descritas por Erikson dependen entre sí la una de la otra. No se puede pasar a una sin antes haber terminado la anterior, de modo que así se facilita el camino para los siguientes períodos de desarrollo.

Erikson propuso que las personas experimentan en cada etapa un conflicto que sirve como punto de inflexión, como un estímulo para la evolución. Estos conflictos permiten desarrollar una cualidad psicológica. No obstante, si el conflicto no se resuelve de manera correcta, puede impedir el surgimiento de dicho atributo.



En cada etapa entran en contradicción dos polaridades: una positiva y la otra negativa. Ambas son necesarias para adaptarse al entorno, pero lo que garantiza un buen desarrollo es la predominancia del lado positivo. Al final de cada etapa, si la persona ha logrado resolverla, desarrollará una virtud particular.

Etapa 1. Confianza vs. Desconfianza (0-18 meses): esperanza

Los niños aprenden a confiar o no confiar en los demás. La confianza tiene mucho que ver con el apego, la gestión de relaciones y la medida en la que el pequeño espere que los demás cubran sus necesidades. Debido a que un bebé es dependiente, el desarrollo de la confianza se basa en la confiabilidad y la calidad de los cuidadores del niño, especialmente con su madre.

Si los padres exponen al niño a una relación de afecto en la que prime la confianza, es probable que el pequeño también adopte esta postura frente al mundo. Si los padres no brindan un entorno seguro y no satisfacen las necesidades básicas del niño, este probablemente aprenderá a no esperar nada de los demás. El desarrollo de la desconfianza puede llevar a sentimientos de frustración, sospecha o insensibilidad por lo que ocurre en un entorno del que esperan poco o nada.

Papalia, Wendkos y Duskin, en su libro Desarrollo Humano (2009), señalan que lo ideal es que los bebés sepan moverse entre la confianza, que les permitirá relacionarse, y la desconfianza, que les ayudará a protegerse. Sin embargo, el desarrollo de la virtud dependerá del predominio de la primera. En este caso, la virtud que aparecería sería la esperanza.

Etapa 2. Autonomía vs. Vergüenza y duda (18 meses-3 años): autonomía

En la segunda parte de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, los niños adquieren cierto grado de control sobre su cuerpo, lo que a su vez hace que su autonomía crezca.

Al poder completar tareas por sí mismos con éxito, obtienen un sentido de independencia y autonomía. Así, al permitir que los niños tomen decisiones y ganen en control, los padres y cuidadores pueden ayudar a los niños a desarrollar un sentido de autonomía.

Los niños que terminan esta etapa con éxito suelen contar con una autoestima sana y fuerte, mientras que los que no lo hacen suelen quedarse con una sensación de caminar sobre un suelo demasiado inestable: ellos mismos (su propio soporte).

Erikson creía que lograr un equilibrio entre autonomía, vergüenza y duda llevaría a la virtud de la voluntad, que es la creencia de que los niños pueden actuar con intención, dentro de la razón y los límites.

En un artículo publicado en la Revista Lasallista de investigación se resalta que el equilibro entre estas tendencias es necesario para la configuración de la consciencia moral, el sentido de la justicia, la ley y el orden. También para «un sabio equilibrio entre las experiencias de amor u odio, cooperación o aislamiento, autonomía o heteronomía».

Etapa 3. Iniciativa vs. Culpa (3-5 años): propósito

En la tercera etapa planteada por Erikson, los niños comienzan a afianzar su poder y control sobre el mundo a través del juego, marco de un valor incalculable para las interacciones sociales. Cuando logran un equilibrio ideal de iniciativa individual y la voluntad de trabajar con otros, surge la cualidad del ego conocida como propósito.

Los niños que tienen éxito en esta etapa se sienten capaces y confiados para guiar a otros. Aquellos que no logran adquirir estas habilidades es probable que se queden con un sentimiento de culpa, dudas y falta de iniciativa.

La culpa es buena en el sentido de que demuestra la capacidad de los niños para reconocer cuando han hecho algo mal. Sin embargo, la culpa excesiva e inmerecida puede hacer que el niño descarte desafíos por no sentirse capaz de afrontarlos: el sentimiento de culpa no deja de ser uno de los nutrientes más ricos del miedo.

En palabras de Papalia, Wendkos y Duskin: «los niños que aprenden cómo regular esas pulsiones contrarias desarrollan la virtud del propósito, el valor de prever y perseguir metas sin inhibirse demasiado por la culpa o el temor al castigo».

Etapa 4. Laboriosidad vs. Inferioridad (5-13 años): competencia

Los niños comienzan a realizar tareas más complicadas; por otro lado, su cerebro alcanza un grado de madurez alto, lo que les permite empezar a manejar abstracciones. También pueden reconocer sus habilidades, así como las de sus compañeros. De hecho, los niños a menudo insistirán en que se les den tareas más desafiantes y exigentes. Cuando logran estas tareas, esperan obtener un reconocimiento.



El éxito en la búsqueda de un equilibrio en esta etapa del desarrollo psicosocial de Erikson nos lleva a la virtud de la competencia: los niños desarrollan una confianza en sus habilidades para manejar las tareas que se les presentan. Otro logro importante es que empiezan a calibrar de manera más realista aquellos desafíos que están preparados para afrontar y aquellos que no.

Si los niños que no pueden desempeñarse tan bien como desean, a menudo aparece el sentimiento de inferioridad. Si este eco de inferioridad no se aborda de manera adecuada y el niño no recibe una ayuda para la gestión emocional de sus fracasos, puede optar por descartar cualquier tarea que sea difícil por miedo a volver a vivir esa sensación. De aquí que sea tan importante considerar el esfuerzo del niño a la hora de valorar una tarea, separándolo del resultado objetivo.

En su libro El ciclo vital completado, Erikson señala que esta etapa es clave para la autoestima. Sentirse competentes y hábiles les permite, a su vez, percibirse como personas valiosas, lo cual incrementa el aprecio que se tienen a sí mismos.

Etapa 5. Identidad vs. Difusión de Identidad (13-21 años): fidelidad

En esta fase de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, los niños se convierten en adolescentes. Encuentran su identidad sexual y empiezan diseñar una imagen de esa persona futura a la que quieren parecerse. A medida que crecen, intentan encontrar sus propósitos y roles en la sociedad, así como solidificar su identidad única.

En esta etapa, los jóvenes también deben tratar de discernir qué actividades son adecuadas para su edad y cuáles se consideran «infantiles». Deben encontrar un compromiso entre lo que ellos esperan de sí mismos y lo que su entorno espera de ellos. Para Erikson, completar esta etapa con éxito supone terminar de edificar una base sólida y saludable para la vida adulta.

Así, los adolescentes configuran su identidad al solucionar tres problemas: escoger una ocupación, adoptar valores y tener una identidad sexual satisfactoria. Cuando ellos consiguen solucionar la crisis de esta etapa, desarrollan la virtud de la fidelidad. En El ciclo vital completado, el autor indica que esta virtud puede estar asociada con la identificación con ciertos valores, a una idolología, religión o grupo étnico.

Etapa 6. Intimidad vs. Aislamiento (21-39 años): amor

En esta etapa del desarrollo psicosocial de Erikson, los adolescentes se convierten en adultos jóvenes. Al comienzo, la confusión entre identidad y rol está llegando a su fin. En los adultos jóvenes todavía suele ser una prioridad importante la de responder a los deseos del entorno y de esta manera «encajar».

Sin embargo, también es una etapa en la que el individuo empieza a trazar determinadas líneas rojas de manera autónoma: aspectos que la persona no estará dispuesta a sacrificar por contentar a alguien.

Es verdad que esto también se da en la adolescencia, pero ahora lo que cambia es el sentido. Lo que se defiende deja de ser en buena medida reactivo para pasar a ser activo. Hablamos de iniciativa.

Una vez que las personas han establecido sus identidades, están listas para hacer compromisos a largo plazo con los demás. Se vuelven capaces de formar relaciones íntimas y recíprocas, y voluntariamente hacen los sacrificios y compromisos que tales relaciones requieren. Si las personas no pueden formar estas relaciones íntimas, puede aparecer una sensación de aislamiento no deseada, despertando sentimientos de oscuridad y angustia.

Si durante esta etapa las personas no encuentran un compañero, es posible que se sientan aisladas o solas. El aislamiento puede crear inseguridades y un sentimiento de inferioridad, ya que las personas pueden pensar que hay algo malo en ellas. Pueden creer que no son lo suficientemente buenos para otras personas, y esto puede llevar a tendencias autodestructivas. La virtud que se desarrolla en el amor.

Etapa 7. Generatividad vs. Estancamiento (40-65 años): interés en los demás

Durante la edad adulta, continuamos construyendo nuestras vidas, enfocándonos en nuestra carrera y nuestra familia. Generatividad significa cuidar a las personas más allá de sus seres queridos directos. A medida que las personas ingresan a la era de «mediana edad» de sus vidas, el alcance de su visión se extiende desde su entorno directo, que incluye a ellos mismos y a su familia, a una imagen más amplia y completa que engloba a la sociedad y su legado.

En esta etapa, las personas reconocen que la vida no se trata solo de ellos mismos. A través de sus acciones, esperan hacer contribuciones que se conviertan en legado. Cuando alguien logra este objetivo, recibe una sensación de logro. Sin embargo, si no siente que ha contribuido al panorama general, entonces puede pensar que no ha hecho o no está capacitado para hacer nada significativo.

La generatividad no es necesaria para que los adultos vivan. Sin embargo, la falta de ella puede robar a una persona un mayor sentido de logro. En esta etapa la virtud que se desarrollar es el interés por los demás, el cuidad. En el artículo citado al inicio, Nelso Bordignon señala que es un sentimiento de responsabilidad que «transciende la atención a la propia familia y trabajo. Un sentimiento de responsabilidad universal para todos los hijos y por todo producto del trabajo humano».

Etapa 8. Integridad del ego vs. Desesperación (65 años en adelante): sabiduría

En la última parte de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, las personas pueden elegir la desesperación o la integridad. Pensemos que el envejecimiento es en buena medida una acumulación de pérdidas que demandan compensaciones. Por otro lado, aparece la sensación de que se ha dejado más tiempo atrás del que queda por delante.

De esta mirada al pasado puede nacer la desesperación y la nostalgia en forma de niebla o, por el contrario, la sensación de que la huellas dejadas, lo compartido y lo logrado, ha merecido la pena. Una mirada u otra marcará de alguna manera lo que la persona espere del futuro y del presente.

Las personas que alcanzan una visión íntegra de sus vidas no tienen problemas a la hora de reconciliarse con aquella persona del pasado que quizá en algún momento no supo estar a la altura. Reafirman el valor de su existencia y reconocen su importancia, no solo para ellos mismos, sino también para otras personas. La virtud que las personas desarrollan si resuelven la crisis es la sabiduría.

Para Erikson, esta virtud se basa en la aceptación de la vida que se ha tenido. Es no entregarse a los «debería haber hecho…» o «podría haber sido…». Implica una acogida incondicional de la existencia tal como fue y tal como está siendo aquí y ahora.

Comentarios finales

Una de las fortalezas de la teoría psicosocial es que proporciona un marco amplio desde el cual ver el desarrollo a lo largo de toda la vida. También nos permite enfatizar la naturaleza social de los seres humanos y la importante influencia que tienen las relaciones sociales en el desarrollo.

Sin embargo, la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson puede ser cuestionada sobre si sus etapas deben considerarse como secuenciales, y solo ocurren dentro de los rangos de edad que sugiere. Existe un debate sobre si las personas solo intentan definir su identidad durante los años de la adolescencia o si una etapa no puede empezar hasta haber cerrado completamente la anterior.

Una considerable debilidad de la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson es que los mecanismos exactos para resolver conflictos y pasar de una etapa a la siguiente no están bien descritos o desarrollados. En este sentido, la teoría no detalla exactamente qué tipo de experiencias son necesarias en cada etapa para resolver con éxito los conflictos y pasar a la siguiente etapa.

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