Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson
Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson responden a una teoría psicoanalítica integral que identifica una serie de momentos por los que un individuo sano pasa a lo largo de su historia vital. Cada etapa se caracterizaría por una crisis psicosocial de dos fuerzas en conflicto.
Erikson, al igual que Sigmund Freud, creía que la personalidad se desarrollaba en una serie de fases. La diferencia fundamental es que Freud se centró en las etapas psicosexuales. Por su parte, Erikson se enfocó en el desarrollo psicosocial. Él estaba interesado en cómo la interacción y las relaciones sociales desempeñaban un papel en el crecimiento de los seres humanos.
¿Qué es la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson?
Es un marco teórico que se enfoca en el impacto que tiene el contexto, la cultura y las interacciones sociales en la configuración de la personalidad. A diferencia de otras teorías del desarrollo, la propuesta de Erik Erikson aborda las etapas desde el nacimiento hasta la vejez.
Este investigador pensaba que a lo largo del ciclo vital cada persona tenía que enfrentarse a varios desafíos y crisis. De acuerdo con la teoría psicosocial de Erikson, la manera en que cada sujeto gestiona cada punto de inflexión es crucial para su crecimiento psicológico y social.
Cada uno de los conflictos de la niñez, la adolescencia y la adultez se desarrollan a partir de la tensión entre dos fuerzas opuestas. El afrontamiento efectivo de esta disputa conduce a la aparición de una virtud. Por el contrario, si no se lidia de forma exitosa, se afianza un defecto.
Un aspecto distintivo de la teoría del desarrollo de Erikson es el hincapié que hace en cómo las necesidades individuales están aunadas a las normas y expectativas sociales. El entorno sociocultural es esencial para la formación de la personalidad.
¿Cuáles son las 8 etapas del desarrollo psicosocial de Erikson?
Cada una de las ocho etapas descritas por Erikson dependen entre sí la una de la otra. Y en cada una de ellas entran en contradicción dos polaridades: una positiva y la otra negativa. Ambas son necesarias para adaptarse al entorno, pero lo que garantiza un buen desarrollo es la predominancia del lado positivo. Al final de cada etapa, si la persona ha logrado resolverla, desarrollará una virtud particular.
Etapa 1. Confianza vs. Desconfianza (0-18 meses): esperanza
Los niños aprenden a confiar o no en los demás. La confianza tiene mucho que ver con el apego, la gestión de relaciones y la medida en la que el pequeño espere que los demás cubran sus necesidades. Debido a que un bebé es dependiente, el desarrollo de la confianza se basa en la confiabilidad y la calidad de los cuidadores del niño.
Si los padres exponen al niño a una relación de afecto en la que prime la confianza, es probable que el pequeño también adopte esta postura frente al mundo. Si los padres no brindan un entorno seguro y no satisfacen las necesidades básicas del niño, este aprenderá a no esperar nada de los demás. El desarrollo de la desconfianza puede llevar a sentimientos de frustración.
Papalia, Wendkos y Duskin, en su libro Desarrollo Humano (2009), señalan que lo ideal es que los bebés sepan moverse entre la confianza, que les permitirá relacionarse; y la desconfianza, que les ayudará a protegerse. Sin embargo, el desarrollo de la virtud dependerá del predominio de la primera. En este caso, la virtud que aparecería sería la esperanza.
Éxito y fracaso en la primera etapa: esperanza o retraimiento
El pequeño que consigue la virtud en esta etapa se muestra confiado y seguro. Además, tiende a explorar su entorno con entusiasmo y curiosidad. Tiene una mayor apertura y un mayor interés en vincularse.
Por otro lado, si no resuelve el conflicto y no alcanza la esperanza, experimentará un retraimiento. Por lo general, este se manifiesta con desconfianza, inseguridad, temor y ansiedad. El niño es temeroso y no explora su entorno. Ante situaciones nuevas puede experimentar ansiedad y retraerse.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
Es fundamental que los padres o cuidadores le brinden al infante un entorno seguro, estable y cariñoso. Esto implica responder de manera oportuna, consistente y cariñosa a las demandas emocionales y fisiológicas que tiene el bebé.
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Etapa 2. Autonomía vs. Vergüenza y duda (18 meses-3 años): autonomía
En la segunda parte de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, los niños adquieren cierto grado de control sobre su cuerpo, lo que a su vez hace que su autonomía crezca.
Al poder completar tareas por sí mismos con éxito, obtienen un sentido de independencia y autonomía. Así, al permitir que los niños tomen decisiones y ganen en control, los padres y cuidadores pueden ayudarlos a desarrollar un sentido de autonomía.
Los niños que terminan esta etapa con éxito suelen contar con una autoestima sana y fuerte, mientras que los que no lo hacen suelen quedarse con una sensación de caminar sobre un suelo demasiado inestable.
Erik Erikson creía que lograr un equilibrio entre autonomía, vergüenza y duda llevaría a la virtud de la voluntad, que es la creencia de que los niños pueden actuar con intención, dentro de la razón y los límites.
En un artículo publicado en la Revista Lasallista de investigación se resalta que el equilibro entre estas tendencias es necesario para la configuración de la consciencia moral, el sentido de la justicia, la ley y el orden. También para «un sabio equilibrio entre las experiencias de amor u odio, cooperación o aislamiento, autonomía o heteronomía».
Éxito y fracaso en la segunda etapa: voluntad o compulsión
La persona que desarrolla la voluntad en esta etapa se comporta de manera autónoma e independiente. A menudo, a estos niños les gusta intentar cosas nuevas y enfrentar nuevos desafíos, y se sienten orgullosos de sus pequeños triunfos.
En cambio, los que no obtienen la virtud se sienten avergonzados, indecisos y dudosos. Como forma de compensar sus dudas, pueden sentir la necesidad de tener un excesivo orden y perfeccionismo. Le temen al fracaso y a la desaprobación.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
Durante la segunda etapa de la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson, es necesario animar al niño a hacer cosas por sí mismo dentro de los límites de su edad y del entorno. No se le puede exigir tampoco hacer algo para lo que aún no está preparado. Establecer una rutina estable es crucial en esta etapa.
Etapa 3. Iniciativa vs. Culpa (3-5 años): propósito
En la tercera etapa planteada en la teoría psicosocial de Erikson, los niños comienzan a afianzar su poder y control sobre el mundo a través del juego, marco de un valor incalculable para las interacciones sociales. Cuando logran un equilibrio ideal de iniciativa individual y la voluntad de trabajar con otros, surge la cualidad del ego conocida como propósito.
Los niños que tienen éxito en esta etapa se sienten capaces y confiados para guiar a otros. Aquellos que no logran adquirir estas habilidades es probable que se queden con un sentimiento de culpa, dudas y falta de iniciativa.
La culpa es buena en el sentido de que demuestra la capacidad de los niños para reconocer cuando han hecho algo mal. Sin embargo, la culpa excesiva e inmerecida puede hacer que descarte desafíos por no sentirse capaz de afrontarlos: el sentimiento de culpa no deja de ser uno de los nutrientes más ricos del miedo.
En palabras de Papalia, Wendkos y Duskin: «los niños que aprenden cómo regular esas pulsiones contrarias desarrollan la virtud del propósito, el valor de prever y perseguir metas sin inhibirse demasiado por la culpa o el temor al castigo».
Éxito y fracaso en la tercera etapa: propósito o inhibición
Los niños que desarrollan la virtud del propósito son activos, establecen metas y las siguen con vitalidad. Toman iniciativas, proponen ideas y actividades, y asumen responsabilidades acordes a su edad.
En contraste, los que desarrollan la inhibición son muy cautelosos y restringen su margen de acción. No tienden a tomar iniciativas por temor a la desaprobación o a equivocarse. Suelen ser indecisos y evitan asumir roles activos.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
Alentar a los niños a ser curiosos con el ambiente, a explorar el entorno y probar nuevas actividades. Los cuidadores deben balancear la libertad que le dan al niño con la orientación que ellos le ofrecen. En otras palabras, dar libertad para tomar iniciativas y poner límites también.
Etapa 4. Laboriosidad vs. Inferioridad (5-13 años): competencia
Los niños comienzan a realizar tareas más complicadas; por otro lado, su cerebro alcanza un grado de madurez alto, lo que les permite empezar a manejar abstracciones. También pueden reconocer sus habilidades, así como las de sus compañeros. De hecho, los niños a menudo insistirán en que se les den tareas más desafiantes y exigentes. Cuando logran estas tareas, esperan obtener un reconocimiento.
El éxito en la búsqueda de un equilibrio en esta etapa del desarrollo psicosocial de Erikson nos lleva a la virtud de la competencia: los niños desarrollan una confianza en sus habilidades para manejar las tareas que se les presentan. Otro logro importante es que empiezan a calibrar de manera más realista aquellos desafíos que están preparados para afrontar y aquellos que no.
Si los niños que no pueden desempeñarse tan bien como desean, a menudo aparece el sentimiento de inferioridad. Si este eco de inferioridad no se aborda de manera adecuada y el niño no recibe una ayuda para la gestión emocional de sus fracasos, puede optar por descartar cualquier tarea que sea difícil por miedo a volver a vivir esa sensación.
En su libro El ciclo vital completado, Erik Erikson señala que esta etapa es clave para desarrollar la autoestima. Sentirse competentes y hábiles les permite, a su vez, percibirse como personas valiosas, lo cual incrementa el aprecio que se tienen a sí mismos.
Éxito y fracaso en la cuarta etapa: competencia o inercia
La teoría psicosocial de Erikson plantea que cuando se desarrolla la competencia, el niño se muestra diligente y dedicado en sus actividades. Son sujetos que disfrutan aprendiendo y completan sus deberes de manera eficiente.
En cambio, cuando no logran desarrollarla, son pasivos y no tienen mucho interés en involucrarse en actividades que requieren mucho esfuerzo. Esta pasividad puede hacerlos dudar de sus capacidades y hacerlos sentir inferior.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
Es fundamental valorar el esfuerzo de los niños. De igual modo, se debe poner desafíos que los motiven y brindar apoyo para afrontarlos. Enseñarles habilidades prácticas que los hagan sentir competentes es una labor imprescindible de los cuidadores en esta fase.
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Etapa 5. Identidad vs. Difusión de la identidad (13-21 años): fidelidad
En esta fase de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, los niños se convierten en adolescentes. Encuentran su identidad sexual y empiezan diseñar una imagen de esa persona futura a la que quieren parecerse. A medida que crecen, intentan encontrar sus propósitos y roles en la sociedad, así como solidificar su identidad única.
En este período, los jóvenes también deben tratar de discernir qué actividades son adecuadas para su edad y cuáles se consideran «infantiles». Deben encontrar un compromiso entre lo que ellos esperan de sí mismos y lo que su entorno espera de ellos. Para Erik Erikson, completar esta etapa con éxito supone terminar de edificar una base sólida y saludable para la vida adulta.
Así, los adolescentes configuran su identidad al solucionar tres problemas: escoger una ocupación, adoptar valores y tener una identidad sexual satisfactoria. Cuando ellos consiguen solucionar la crisis de esta etapa, desarrollan la virtud de la fidelidad. En El ciclo vital completado, el autor indica que esta virtud puede estar asociada con la identificación con ciertos valores, a una idolología, religión o grupo étnico.
Éxito y fracaso en la quinta etapa: fidelidad o repudio
La persona que ha logrado la fidelidad tiene una identidad marcada. Está segura de quién es, de sus principios, creencias y valores. Es fiel a sí misma en diferentes situaciones. Tiende a ser coherente en lo que dice y hace.
Por su parte, quienes experimentan el repudio, como resultado de no haber desarrollado la virtud, tienen dificultades para saber quiénes son. Cambian de creencias, roles y valores a cada instante. Buscan con insistencia encajar y ser aceptados.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
Es crucial motivar a los adolescentes a explorar diferentes roles, experiencias y actividades que los ayude a definir su identidad. Los padres deben apoyar los intereses del joven y permitirle expresar sus valores, opiniones y deseos. Asimismo, es necesario ponerles límites y enseñarlos a hacerse cargo de sus responsabilidades.
Etapa 6. Intimidad vs. Aislamiento (21-39 años): amor
En esta etapa del desarrollo psicosocial de Erikson, los adolescentes se convierten en adultos jóvenes. Al comienzo, la confusión entre identidad y rol está llegando a su fin. En los adultos jóvenes todavía suele ser una prioridad importante la de responder a los deseos del entorno y de esta manera «encajar».
Sin embargo, también es una etapa en la que el individuo empieza a trazar determinadas líneas rojas de manera autónoma: aspectos que la persona no estará dispuesta a sacrificar por contentar a alguien.
Es verdad que esto también se da en la adolescencia, pero ahora lo que cambia es el sentido. Lo que se defiende deja de ser en buena medida reactivo para pasar a ser activo. Hablamos de iniciativa.
Una vez que las personas han establecido sus identidades, están listas para hacer compromisos a largo plazo con los demás. Se vuelven capaces de formar relaciones íntimas y recíprocas, y hacen los sacrificios y compromisos que tales relaciones requieren. Si las personas no pueden formar estas relaciones íntimas, puede aparecer una sensación de aislamiento no deseada.
Si durante esta etapa las personas no encuentran un compañero, es posible que se sientan aisladas o solas. El aislamiento puede crear inseguridades y un sentimiento de inferioridad, ya que las personas pueden pensar que hay algo malo en ellas. Pueden creer que no son buenos para otras personas, y esto puede llevar a tendencias autodestructivas. La virtud que se desarrolla en el amor.
Éxito y fracaso en la sexta etapa: amor o distanciamiento
Quienes han logrado desarrollar el amor suelen ser capaces de tener relaciones íntimas significativas. Son individuos dispuestos a compartir experiencias, pensamientos y sentimientos. Propician un verdadero intercambio afectivo.
Por su parte, los que experimentan distanciamiento suelen tener problemas para mantener sus vínculos cercanos. Son reacios a abrirse ante los demás y tienen dificultades para conectar emocionalmente.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
En esta etapa, fomentar habilidades de comunicación asertiva es crucial, al igual que la empatía y las habilidades sociales. Estas capacidades le ayudarán a la persona a formar y conservar relaciones íntimas.
Etapa 7. Generatividad vs. Estancamiento (40-65 años): interés en los demás
Durante la edad adulta, continuamos construyendo nuestras vidas, enfocándonos en nuestra carrera y nuestra familia. Generatividad significa cuidar a las personas más allá de sus seres queridos directos. A medida que las personas ingresan a la «mediana edad», el alcance de su visión se extiende desde su entorno directo inmediato a una imagen más amplia que engloba a la sociedad.
En esta etapa, las personas reconocen que la vida no se trata solo de ellos mismos. A través de sus acciones, esperan hacer contribuciones que se conviertan en legado. Cuando alguien logra este objetivo, recibe una sensación de logro. Sin embargo, si no siente que ha contribuido al panorama general, entonces puede pensar que no ha hecho o no está capacitado para hacer nada significativo.
La generatividad no es necesaria para que los adultos vivan. Sin embargo, la falta de ella puede robar a una persona un mayor sentido de logro. En esta etapa la virtud que se desarrolla es el interés por los demás, o sea, el cuidado.
Éxito y fracaso en la septima etapa: cuidado o rechazo
El adulto que alcanza la virtud del cuidado se interesa por apoyar, atender y velar por el bienestar de los demás y de sí mismo. Suele hacer parte de proyectos o actividades que benefician a otros.
Los que no logran desarrollar la virtud se centran en sí mismo, descuidan sus relaciones y las necesidades de los otros. Son indiferentes y no se comprometen con el bienestar de las generaciones venideras.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
Incentivar la participación en proyectos que ayuden a otras personas y a las generaciones futuras. Realizar actividades de mentoría y voluntariados puede aumentar la sensación de generatividad. Cuidar de sí mismo también es necesario.
Etapa 8. Integridad del ego vs. Desesperación (65 años en adelante): sabiduría
En la última parte de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, las personas pueden elegir la desesperación o la integridad. Pensemos que el envejecimiento es en buena medida una acumulación de pérdidas que demandan compensaciones. Por otro lado, aparece la sensación de que se ha dejado más tiempo atrás del que queda por delante.
De esta mirada al pasado puede nacer la desesperación y la nostalgia en forma de niebla o, por el contrario, la sensación de que la huellas dejadas, lo compartido y lo logrado, ha merecido la pena. Una mirada u otra marcará de alguna manera lo que la persona espere del futuro y del presente.
Las personas que alcanzan una visión íntegra de sus vidas no tienen problemas a la hora de reconciliarse con aquella persona del pasado que quizá en algún momento no supo estar a la altura. Reafirman el valor de su existencia y reconocen su importancia, no solo para ellos mismos, sino también para otras personas. La virtud que las personas desarrollan si resuelven la crisis es la sabiduría.
Para Erik Erikson, esta virtud se basa en la aceptación de la vida que se ha tenido. Es no entregarse a los «debería haber hecho…» o «podría haber sido…». Implica una acogida incondicional de la existencia tal como fue y tal como está siendo aquí y ahora.
Éxito y fracaso en la octava etapa: sabiduría o desdén
Los que consiguen la sabiduría tienen una comprensión profunda de la existencia y aceptan sus experiencias vitales. Miran su pasado y sienten una sensación de logro. Saben afrontar la adversidad con serenidad.
Por otro lado, los que sienten desdén experimentan desesperación y arrepentimiento. Miran su pasado con resentimiento y se centran en los fracasos. Su desdén los lleva al pesimismo y a una insatisfacción con la vida. No aceptan la vejez ni la muerte.
Qué hacer en esta etapa del desarrollo psicosocial
Animar al adulto a aceptar sus éxitos y fracasos. Promover espacios para que la persona comparta sus experiencias con adultos jóvenes o adolescentes. La gratitud y la aceptación son valores a fomentar en esta etapa.
Fortalezas y debilidades de la teoría psicosocial de Erikson
Una de las fortalezas de la teoría psicosocial es que proporciona un marco amplio desde el cual ver el desarrollo a lo largo de toda la vida. También nos permite enfatizar la naturaleza social de los seres humanos y la importante influencia que tienen las relaciones sociales en el desarrollo.
Sin embargo, la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson puede ser cuestionada sobre si sus etapas deben considerarse como secuenciales, y solo ocurren dentro de los rangos de edad que sugiere. Existe un debate sobre si las personas solo intentan definir su identidad durante los años de la adolescencia o si una etapa no puede empezar hasta haber cerrado la anterior.
Una considerable debilidad de la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson es que los mecanismos exactos para resolver conflictos y pasar de una etapa a la siguiente no están bien descritos o desarrollados. En este sentido, la teoría no detalla qué tipo de experiencias son necesarias en cada etapa para resolver con éxito los conflictos y pasar a la siguiente etapa.
El valor de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson
La teoría psicosocial de Erikson pone su enfoque en las interacciones sociales y el impacto que estas tienen en el desarrollo individual de cada sujeto. Aunque esta teoría ha generado muchos debates, el valor de la descripción y estudio de las etapas que propone es invaluable en diferentes contextos: educativo, clínico, social.
Erik Erikson nos invita a pensarnos en medio de un entorno sociocultural que nos afecta y que moldea gran parte de nuestra personalidad. Además, nos alienta a ver los conflictos que vivimos como una oportunidad para crecer y desarrollar distintas virtudes.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
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