Día internacional del síndrome de Asperger: mitos y realidades sobre el autismo
El síndrome de Asperger es un Trastorno del Espectro Autista (TEA) lleno de mitos que, acorde con la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a 1 de cada 100 niños en el mundo. Y sí, a pesar de que dicho trastorno en el desarrollo cerebral es cada vez más conocido, persisten estereotipos que lo alejan de la realidad.
Muchas personas creen que quienes están diagnosticados con asperger carecen de emociones o no pueden entablar relaciones. Para esclarecer estas y otras creencias populares, consultamos a la psiquiatra y psicoterapeuta Ana Isabel Sanz, especializada en trastornos afectivos, ansiedad, infancia y adolescencia, quien nos ayudará formar una visión más certera y empática de tal condición neurológica.
4 mitos frecuentes relacionados con el síndrome de Asperger
Cada 18 de febrero se conmemora el Día Internacional del Síndrome de Asperger, en honor al nacimiento de Hans Asperger, el psiquiatra austríaco pionero en identificar y definir esta condición. Se trata de un trastorno neurológico que incide en cómo el cerebro procesa la información. Su valoración requiere exámenes de medicina general, físicos, genéticos y neuropsicológicos, de modo que la persona reciba el diagnóstico correcto y las terapias adecuadas.
Lo que evidencia esta forma de autismo es un comportamiento y mentalidad inflexible, hipersensibilidad (a luces, sonidos, olores), alteración fácil ante cambios y otras características.
Aunque estamos ante un tipo de autismo no acompañado de discapacidad intelectual ni dificultades significativas en el lenguaje, alguien con asperger puede enfrentar retos en la interacción social y la comunicación no verbal.
También encontramos datos recientes por parte de la Confederación de Autismo de España, en cuyo informe de 2024 recoge que en las aulas se ha detectado un aumento de más del 300 % en los últimos 11 años: «se ha pasado de 19.023 alumnos/as autistas en el curso 2011-2012 a 78.063 en el curso 2022-2023, lo que supone un incremento del 310,36 %». Sin embargo, aún es una condición cargada de desinformación y la doctora Ana Isabel Sanz nos explica los principales mitos que la rodean.
1. «Las personas con asperger no tienen emociones»
Una de las nociones erróneas que se tiene sobre las personas con asperger, es que son incapaces de experimentar emociones o sentir empatía por los demás. Algo lejos de la realidad, ya que estas sienten con gran intensidad, pero pueden tener dificultades para expresarse de manera habitual.
En palabras de la doctora Sanz, «los sujetos afectados por rasgos autistas muestran emociones tan genuinas e intensas como las de cualquier individuo». No obstante, pueden experimentar, comprender y procesar lo que sienten de forma diferente a los sujetos neurotípicos (alguien con funcionamiento neurológico típico o estándar de la sociedad), sin que eso signifique que sean apáticos o quieran estar solos.
Por ejemplo, mientras una persona neurotípica reconoce cómo se siente la rabia, la alegría, el amor y el temor, alguien con asperger requiere de ayuda para entender estas emociones, tanto en ellos como en otros.
Muchas personas con autismo desean tener relaciones significativas y participar en actividades sociales. Lo que puede diferir es la manera en que se relacionan y la cantidad de interacción social que prefieren. En este sentido, resulta fundamental respetar sus necesidades y deseos individuales en el momento de interaccionar con el entorno.
2. «Quienes tienen asperger son genios incomprendidos»
Existe una creencia generalizada de que todos los diagnosticados con asperger poseen una mente brillante o incluso habilidades innatas en áreas como las matemáticas, la música o la memoria. No obstante, este mito no refleja la realidad de todas las personas que viven en el espectro autista.
Sanz aclara que, a pesar de que algunas personas con el síndrome sí pueden resaltar en ciertas áreas, «se trata de aspectos monográficos que acaparan su interés más que capacidades superiores a las de la media».
El significado de esto es que, si bien hay quienes sí desarrollan talentos excepcionales, el espectro autista es amplio y diverso, y cada individuo tiene sus propias fortalezas y desafíos. Comprender esto es clave para no crear expectativas poco realistas y aceptarles por lo que son y no por sus capacidades intelectuales.
3. «Las personas con asperger no pueden vivir de forma independiente»
A menudo, hay quienes demeritan las capacidades intelectuales y lingüísticas de quienes tienen el síndrome. Aunque sí necesitan ayudas o adaptaciones en su entorno, pueden trabajar y vivir de manera plena e independiente.
«Con el apoyo adecuado, las personas con autismo llevan vidas productivas y satisfactorias, contribuyendo de manera significativa a la sociedad», aclara la doctora Sanz.
4. «El autismo es una enfermedad que puede curarse»
Muchas personas hablan de curas y tratamientos para el autismo, y en consecuencia para el asperger. Pero no es ninguna enfermedad, sino «una condición neurológica que forma parte de la identidad de una persona», explica Sanz. De hecho, en 2018, la OMS retiró el síndrome de Asperger de su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
La doctora argumenta que intentar «curar» el autismo implica negar la esencia que hace únicas a estas personas. Por ende, es necesario brindarles el apoyo y los recursos para un desarrollo pleno, en lugar de buscar tratamientos milagrosos. Este es otro de los mitos que debe romperse sobre el síndrome de Asperger.
El foco debe estar en la inclusión, el respaldo emocional y la adaptación de los entornos.
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Apoyar a quienes tienen síndrome de Asperger es impulsarlos a desarrollar su potencial
A pesar de los mitos y creencias que rodean al síndrome de Asperger, es importante aclarar que quienes están diagnosticados, como cualquier otro ser humano, tienen sentimientos, capacidades y deseos de salir adelante. La clave está en brindarles las herramientas y el apoyo para que alcancen su máximo potencial.
Como sociedad, es nuestro deber informarnos y desmitificar las creencias que se tejen frente a este trastorno. De esta manera, comprenderemos que no hay por qué limitar las oportunidades de quienes tienen esta condición neurológica; ellos pueden vivir con plenitud si reciben nuestro apoyo, respeto y comprensión.
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