¿Por qué hay personas a las que no les gusta viajar?

Viajar nos abre grandes perspectivas y puede ser muy beneficioso. Pero, ¿qué ocurre con quienes no desean ni disfrutan de estas experiencias? ¿Cómo es su personalidad? Descúbrelo en este artículo.
¿Por qué hay personas a las que no les gusta viajar?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 20 julio, 2023

Si hace solo unas décadas viajar era un lujo para una gran parte de la población, hoy esta actividad es el hobbie preferido de millones de personas y un auténtico estilo de vida para muchas otras. Sin embargo, en algunos esta posibilidad no resulta llamativa, aunque dispongan del tiempo y el dinero para hacerlo. ¿Qué tienen de particular las personas a las que no les gusta viajar? Exploramos la respuesta.

Si eres un viajero empedernido, es posible que no entiendas cómo alguien rechaza la oportunidad de salir de su rutina, descubrir nuevas culturas y vivir innumerables aventuras. Por otro lado, si eres de quienes no tienen atracción por los viajes, quizás te hayas sentido cuestionado, juzgado o discriminado en más de una ocasión.

En realidad, ambas posturas son igual de válidas y lícitas, pero la opción escogida da ciertos datos sobre la persona; a continuación, te lo comentamos.

¿Por qué no me gustan los viajes?

Viajar es una tendencia en alza y el turismo no deja de aumentar: esto es un hecho. Según cifras de la Organización Mundial del Turismo (UNTWO), en 2018 fueron 1.400 millones de turistas los que se desplazaron de un país a otro en busca de nuevas experiencias.

Ante esta perspectiva, rechazar un viaje puede hacerte parecer «raro» o «aburrido» a ojos de quienes te rodean, no obstante, todo es cuestión de personalidad. Veamos por qué.



Tendencias nativistas

En el ser humano conviven dos tendencias: una que prima lo conocido, la regularidad y lo estandarizado (nativista) y otra que busca la aventura, lo novedoso y la ruptura de la rutina (turística). Ambas conviven en todos nosotros y se alternan, pero lo cierto es que en cada uno hay una tendencia predominante.

En el caso de las personas a las que no les gusta viajar, es la tendencia nativista la que surge con más fuerza.

Tradición, rutina y seguridad

Quienes rechazan los viajes suelen ser más tradicionales, valoran la rutina y buscan tener cierto control sobre su entorno, ya que esto les aporta seguridad. Pero, ¿de dónde viene esta necesidad? Pues, tal como sugiere un artículo publicado en E-Review of Tourism Research, esta vendría, incluso, de los primeros años de infancia.

Siguiendo la famosa teoría del apego de Ainsworth y Bowlby, el niño, en la relación con sus cuidadores principales, desarrolla una visión particular de sí mismo y del mundo que le rodea. Y, en concreto, cultiva un mayor o menor sentido de seguridad.

Así, los menores que establecen un apego inseguro suelen sentirse más temerosos, incómodos y angustiados al estar lejos de casa, que quienes disfrutan de un apego seguro.

Trasladándolo a la vida adulta, esto explica por qué hay quienes aman ir de viaje y quienes no lo disfrutan. Y es que la percepción de riesgo en las personas que no les gusta viajar es mucho mayor.

Intolerancia a la incertidumbre

Además de lo anterior, no podemos olvidar que un viaje siempre supone una ruptura con lo familiar y conocido. Esto depende de muchas variables: el idioma del lugar de destino, la compatibilidad del mismo con el viajero, la información previa que se posee… Pero, en cualquier caso, siempre reporta un grado más o menos elevado de incertidumbre.

Para algunas personas no supone un problema y resulta, en cambio, refrescante y estimulante. No obstante, en otras los pequeños imprevistos, cambios, áreas desconocidas y elementos que escapan a su control suponen una tortura.

En quienes tienen baja tolerancia a la incertidumbre, desconocer tantos aspectos sobre lo que será su día a día en el viaje o cómo se resolverá, es un motivo más que suficiente para no sentirse llamado a viajar.

Apertura a la experiencia

Por último, hay un aspecto de la personalidad que resulta clave a la hora de determinar por qué hay personas a las que no les gusta viajar, se trata de la apertura a la experiencia. Este es uno de los 5 grandes rasgos de la personalidad descritos en el modelo de Costa y McCrae, el cual se refiere a la tendencia de ser imaginativo, liberal, curioso y atraído por la novedad y la variedad de experiencias.

Cuando alguien puntúa bajo en este aspecto se muestra más convencional y conservadora, sintiéndose más cómoda en entornos conocidos y con personas familiares. Por ende, su curiosidad e interés por viajar se reducen.



Las personas a las que no les gusta viajar solo están tomando una opción

En definitiva, no hay nada malo en las personas a las que no les gusta viajar. Su decisión no necesariamente se debe a que sean individuos temerosos, sino a que priman y valoran la estabilidad, lo familiar y el territorio propio.

Si se desea aventurar más de lo habitual y aprovechar los beneficios de viajar, para ellas resulta positivo conocer de antemano información de utilidad sobre su destino, planificar a detalle o regresar a lugares ya conocidos. Pero recordemos que viajar o no hacerlo es puramente una opción personal.


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