«Quiero ser feliz y no puedo»: por qué ocurre y qué puedes hacer

Tener expectativas demasiado altas sobre lo que significa ser feliz y no contar con un propósito claro, son dos posibles motivos de la infelicidad. Conoce otras razones y cómo abordarlas.
«Quiero ser feliz y no puedo»: por qué ocurre y qué puedes hacer
Sharon Laura Capeluto

Escrito y verificado por la psicóloga Sharon Laura Capeluto.

Última actualización: 26 mayo, 2024

Buscar la felicidad a veces se siente como un callejón sin salida. Pasa que repetirse una y otra vez «quiero ser feliz y no puedo» frustra, en específico, cuando intentemos avanzar y nos topamos con barreras que impiden llegar a donde deseamos. Lo más curioso es que, en ocasiones, somos nosotros mismos quienes creamos los obstáculos.

Estos pueden presentarse en forma de creencias negativas, expectativas poco realistas o prioridades desordenadas, por poner algunos ejemplos. Pero no todo está perdido. Aquí exploraremos los posibles motivos detrás de esta lucha constante y mencionaremos sugerencias psicológicas para salir de ese ciclo de insatisfacción.

«No soy feliz con mi vida»: posibles razones

«Quiero ser feliz y no puedo», «quiero estar bien, pero no puedo», «¿cómo sentir alegría con lo que tengo?». La felicidad es un objetivo común, pero a la vez un estado difícil de conseguir.

Para mejorar esta situación, primero necesitamos entender qué nos impide sentirnos felices, ya que las razones varían en cada persona. Una vez identificadas las trabas, es posible trabajar en ellas y enrumbarse hacia una vida más satisfactoria. Enseguida listamos las posibles razones de tu infelicidad.



1. Expectativas demasiado elevadas

Cuando creemos que la felicidad es perfecta, tendemos a establecer estándares poco realistas que no son solo difíciles, sino imposibles de alcanzar. Esa presión por llegar a un nivel de dicha que se equipare con lo que vemos en las redes sociales o en la televisión, es como comprar un pasaje sin escalas a la frustración.

Da la impresión de que estuviéramos persiguiendo una ilusión, una imagen idealizada de lo que debería ser nuestra existencia. Pero la realidad es que la vida está llena de altibajos, de momentos de alegría y momentos de tristeza, de metas conquistadas y de fracasos. Además, es crucial reconocer que ser felices es distinto a parecerlo.

2. Creencias negativas y rígidas

Es un hecho que lo que pensamos influye en cómo nos sentimos. Muchas veces, nos percibimos atrapados en un ciclo de insatisfacción sin siquiera darnos cuenta de que contribuimos a crearlo. Aferrarnos a ideas negativas sobre nosotros mismos o el resto, limita nuestro potencial para ser felices.

«No soy suficiente», «cuando logre x cosa, tendré la felicidad», «ninguna persona es de confiar». Estas creencias actúan como un filtro a través del cual interpretamos el mundo que nos rodea. Nos predisponen a ver evidencia que respalda tales ideas y a descartar cualquier información que las contradiga.

3. Carencia de propósito

Al no tener una dirección clara o una razón para levantarnos por la mañana, es fácil caer en la apatía y la infelicidad. Nos preguntamos qué hacemos aquí y qué significado tiene todo esto. Como si flotáramos en un mar de incertidumbre, sin saber hacia dónde vamos.

Este escenario quizás genere una sensación de vacío y desesperanza, lo que, a su vez, perjudicaría nuestra autoestima.

4. Falta de autocuidado

Si la imposibilidad de encontrar la felicidad resuena a menudo en tu mente, podrías reflexionar sobre qué lugar le das al autocuidado hoy en tu vida. No es solo de comer bien y hacer actividad física, sino también a prestar atención a tus emociones y relaciones. Hablo de priorizar tu bienestar por encima de todo.

Ante la falta de autocuidado, nuestras necesidades pasan a un segundo plano y es más fácil dejarnos «pisotear» por los demás. Esto haría aún más complejo encontrar alegría y satisfacción en la vida cotidiana. Todo se vuelve cuesta arriba.

5. Vivir en el pasado o en el futuro

Puede que te aferres a recuerdos, ya sean dulces o dolorosos, reviviéndolos una y otra vez. O tal vez te pases constantemente soñando el futuro o preocupándote por él. ¿Cuál es el problema? Que mientras tu mente está ocupada en otro tiempo, el ahora se te escapa sin siquiera notarlo.

6. Necesidades básicas insatisfechas

Sería insensible e injusto pasar por alto este punto. Muchas veces, la sensación de no encontrar la felicidad está relacionada con necesidades básicas no cubiertas. Cosas tan simples como tener un lugar seguro donde dormir, suficiente comida o sentirse protegido son cruciales para nuestro bienestar.

Cuando estas necesidades elementales no son satisfechas, la felicidad quizás parece un objetivo muy lejano, tal como señala la pirámide de necesidades de Maslow. Si una persona lucha por encontrar alimentos, vivienda o abrigo, es menos probable que tenga los recursos y energía para enfocarse en las relaciones, el amor y el desarrollo personal.

Otros factores que alimentan esta sensación

La felicidad termina afectada por una variedad de aspectos en nuestras vidas. Además de los factores mencionados hasta aquí, existen otros componentes claves que contribuirían a la sensación de «no soy feliz con nada» o «quiero ser feliz y no puedo». Abordar tales asuntos es imprescindible para encontrar un mayor bienestar emocional y mental. Se trata de los siguientes:

  • Ausencia de vínculos significativos
  • Insatisfacción laboral o profesional
  • Tendencia a compararnos todo el tiempo con los demás
  • Desafíos de la salud mental como la depresión y la ansiedad

¿Qué hacer cuando no soy feliz?

Si te identificaste con los motivos anteriores, es conveniente que prestes atención a las siguientes sugerencias. El propósito es toda persona salga del hoyo que supone la insatisfacción y encuentre las maneras de ser felices.

Analiza tu significado de felicidad

Para empezar, reevalúa lo que significa ser feliz. No te limites a pensar en grandes logros o eventos excepcionales. Reconoce que la felicidad puede venir de pequeñas cosas y que, incluso, se acompaña de emociones menos placenteras como la tristeza, el dolor o la nostalgia.

Sí, aunque parezca contradictorio. Imagina que María alcanza una meta que anhelaba mucho, como graduarse en sus estudios. Ella siente felicidad, pero al mismo tiempo le entristece pensar que su padre ya no está para compartir su alegría. Puedes estar contento con dolores o problemas de por medio.

Trabaja tus creencias

Es crucial modificar las creencias negativas por pensamientos más positivos y realistas. La terapia cognitivo-conductual es una herramienta eficaz para cuestionar estos patrones y reemplazarlos. Recuerda que tienes el poder de cambiar la forma en la que piensas y así mejorar tu bienestar emocional.

Descubre tu ikigai

Un ikigai es tu razón de ser. Se trata de la fusión entre cuatro elementos principales; lo que amas, lo que el mundo necesita, lo que puedes hacer bien y por lo que puedes recibir una recompensa. De acuerdo con la filosofía japonesa, todo el mundo tiene uno.

¿Es sencillo hallarlo? En absoluto ¿Imposible? Tampoco. Descubrir tu propósito tal vez requiere tiempo y, sobre todo, autoexploración. Necesitarás observar con detalle tanto tu entorno como tu interior. Una vez que lo encuentres, sentirás más compromiso con tu existencia.

Cuida de ti

¿Te repites con frecuencia «quiero ser feliz y no puedo»? Entonces escúchate. Dedica tiempo a sintonizar con lo que sientes y necesitas. Luego, cuida de ti como lo harías con un buen amigo. Esto significa hablarte con amabilidad, permitirte descansar cuando lo necesites, hacer actividades que disfrutes y aprender a marcar límites. También implica reconocer tus logros y perdonarte por tus errores.

Plántate en el aquí y el ahora

Tan simple y complejo como vivir el presente. Trata de aplicar la atención plena -o mindfulness– el mayor de tiempo posible. Por ejemplo, cuando estés con amigos, deja el móvil a un lado y sumérgete por completo en la conversación. De la misma forma, en un concierto en vivo enfócate solo en la música y en la experiencia.

Recurre a tu red de apoyo

Si te ves en esta situación de vulnerabilidad, es importante que recurras al apoyo de familiares, amistades, organizaciones comunitarias o servicios de asistencia social. Compartir tus preocupaciones y contar con un respaldo puede allanar el camino para encontrar soluciones y mejorar tu situación.



Recibir ayuda terapéutica hace la diferencia

Cuando te esfuerzas por sentirte bien, pero parece que nada funciona, la frustración y la desesperanza se convierten en tus fieles compañeras. Pedir ayuda profesional puede cambiar las cosas.

Eso sí, un terapeuta no te entregará la felicidad de inmediato. Más bien, te proporcionará herramientas valiosas para que seas tú quien cultive el bienestar propio. En conjunto, explorarán tus emociones, expectativas y desafíos, brindándote la orientación necesaria.


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