La relación entre la depresión y el alcoholismo

Las bebidas alcohólicas y estar deprimido, por desgracia, a menudo, se toman de la mano. Aquí podrás comprender mejor cómo se retroalimenta esta complicada interacción.
La relación entre la depresión y el alcoholismo
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 07 marzo, 2024

«Ahogar las penas en alcohol» es una expresión que define muy bien la relación entre depresión y alcoholismo. Muchas personas lo consumen cuando tienen un estado de ánimo bajo, sin saber que se trata de una droga depresiva. Es decir, esta produce un empeoramiento del estado emocional, por no hablar de las graves consecuencias que tiene su adicción.

¿Qué lleva, entonces, a consumir tales bebidas cuando se siente una tristeza profunda? ¿Puede empeorar una persona deprimida al desarrollar dependencia de estas sustancias o son ellas las que conducen al trastorno depresivo? Vamos a despejar estas incógnitas en los siguientes párrafos.

¿Por qué aumenta el consumo de alcohol cuando hay síntomas depresivos?

Es habitual que el consumo de alcohol incremente (o inicie) al aparecer síntomas de depresión y de ansiedad. Sin embargo, sobre el papel resulta paradójico, ya que él produce un efecto depresor en el sistema nervioso, lo que empeora la sintomatología.

La clave está en el efecto que tiene la bebida en las horas inmediatas a su ingesta: opera cambios químicos en el cerebro que generan un efecto hedónico, relajante y desinhibitorio. Gracias a que promueve la liberación de neurotransmisores como la serotonina, endorfina o dopamina (entre otros), el sujeto experimenta un alivio en sus síntomas depresivos.

Además, la afectación del sistema endocannabinoide y la liberación de endorfinas afecta directamente al sistema cerebral de recompensa, así que se promueve el volver a consumir en el futuro.

A pesar de esto, se produce un efecto rebote a las 72 horas, que es cuando se libera la presencia etílica en sangre. En este momento aumenta la sintomatología como la tristeza, la inquietud, la irritabilidad o las dificultades para dormir. Así, se sufre riesgo de beber otra vez, de modo que nace una retroalimentación entre el alcohol y la depresión que acelera el deterioro de la salud del individuo.



¿Qué aparece antes, la depresión o el alcoholismo?

Los expertos no se ponen de acuerdo en esta cuestión. En la actualidad, se trata cada caso de manera individualizada, pues algunas personas sufren depresión inducida por el alcohol o, por otro lado, se agrava su consumo debido a un cuadro depresivo.

Y es que los síntomas de depresión y de ansiedad correlacionan con el aumento de la ingesta de alcohol y también con el trastorno de consumo del mismo. Vamos a diferenciar ambos escenarios.

Depresión mayor inducida por alcohol

Una ingesta excesiva y crónica induce cambios en el cerebro, como el déficit serotoninérgico, que causan un estado depresivo persistente. Como se decía antes, esto provoca, a su vez, proseguir con el consumo, agravar los síntomas y consolidar la retroalimentando del ciclo.

Consumo de alcohol a raíz de un cuadro depresivo

La relación entre depresión y la bebida también parte desde el otro polo. Aquí, el paciente adquiere el hábito de beber para aliviar su sintomatología depresiva. Con el paso del tiempo, la costumbre se agrava y se pone en marcha la retroalimentación entre ambos trastornos, lo que empeora sus síntomas.

Tratamiento para la depresión y el alcoholismo

Por desgracia, las bebidas etílicas durante la depresión dificultan el tratamiento, pues esta se vuelve resistente a la psicoterapia. En general, se suele poner el foco en la sintomatología depresiva para cortar el ciclo de consumo, sin olvidar el resto de modalidades terapéuticas.

El abordaje de primera opción incluye antidepresivos (sobre todo inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), tratamiento para el alcoholismo y terapia psicológica. En el manejo terapéutico será muy importante diferenciar entre los episodios depresivos inducidos por el consumo y los primarios.

En la parte psicoterapéutica se suele recurrir al enfoque cognitivo-conductual, que incluye técnicas para el cambio de hábitos, la regulación emocional y recursos que mejoran el estado de ánimo sin recurrir a sustancias etílicas. Pero en los últimos años se ha hecho hincapié en que el tratamiento sea multimodal, debido a la gran comorbilidad entre depresión y alcoholismo.



¿Es posible dejar el alcohol cuando se tiene depresión?

El alcohol proporciona una «solución» sencilla e inmediata a la tristeza, de forma que se convierte con facilidad en el antídoto para escapar de las emociones desagradables. Esta es la piedra en el camino, lo que dificulta sacar el licor de la vida cuando la depresión se vuelve profunda o cronifica.

No obstante, si te preguntas sobre la posibilidad de dejar el alcohol teniendo depresión, la respuesta es afirmativa si se plantea desde el punto de vista preventivo. A nivel individual, algunas medidas que puedes tomar para reducir el consumo son estas:

  • Probar nuevas actividades donde no tenga cabida el licor.
  • Informar a tus seres queridos tu intención de reducir (o dejar) la ingesta. Pídeles apoyo para lograrlo.
  • Cuidar tu alimentación y tu sueño y hacer ejercicio. La salud física y el estado de ánimo están relacionados de forma estrecha.
  • Llevar la cuenta de cuántas bebidas alcohólicas consumes al día, a la semana y al mes. Con esas cifras comienzas a poner límites para minimizar el número.
  • Calcular cuánto te gastas en beber y reducir la compra, es una vía útil si te motiva el ahorro monetario. Puedes invertir el dinero sobrante en actividades de sano ocio.

No dudes en buscar ayuda

Es crucial matizar una cosa: las adicciones y la depresión son enfermedades. Al igual que no podrías curarte una diabetes reduciendo el azúcar de tu dieta, tampoco serías capaz de sanar una depresión mayor pensando en positivo y bebiendo para «olvidar».

Por eso, ante cualquier signo que amenace tu salud mental, acude a un profesional. Nadie elige enfermar y nadie debería sanar en solitario.


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